"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Táctica / Análisis / Paris Saint-Germain / Fútbol / Francia
¿Se puede demostrar que cuando estás con diez jugadores se juega mejor? Cientificamente no, pero es una evidencia que perder un jugador provoca un mayor despliegue físico y un despliegue táctico abrumador e incansable si quieres conseguir la victoria. El PSG se quedó con uno menos a falta de 5 minutos para llegar al descanso. Fue un error de Motta en el que Valbuena se convirtió en el alumno más listo de la clase. Le robó la pelota y el ítalo-brasileño golpeó al francés. Turpin, un árbitro que ha sacado 18 tarjetas rojas en sus últimos 26 partidos, cobró protagonismo y expulsó a Thiago Motta. El OM estaba arrollando a un PSG que estaba sufriendo el plan anti Ibrahimovic que Baúp había impuesto al sueco. Cada vez que Ibrahimovic recibía, Romao e Imbula salían al acecho. Le salió a las mil maravillas, ya que el PSG no tiró a puerta en los primeros 40 minutos. Cuando Ayew transformó el penalti, el aficionado del OM no podía creerse lo que iba a ocurrir a raíz de aquel penalti. Blanc se iba a convertir en un entrenador para enmarcar, para recordarlo en su estadio, en el que se hizo verdaderamente grande a finales del siglo pasado. Porque Blanc es un ex del OM y es sabedor de este tipo de contextos.
Laurent Blanc comenzó en el Velódrome con su clásico 4-3-3, con el que estaba invicto esta temporada. Thiago Motta hacía de ‘6’, haciendo coberturas a los laterales y liberando a Verratti y Matuidi, quienes tienen total libertad para descolgarse en ataque. Este esquema fue el que más facilidades le dio al OM ya que, antes del penalti, Ibrahimovic apenas cazó balones debido al gran esfuerzo de Romao e Imbula. Cavani no se sintió cómodo en la banda derecha. Es un jugador que vive del área y aislarle a una banda provoca que apenas tenga protagonismo. Eso sí, pese a que apenas tuvo una ocasión clara no paró de tapar la poderosa banda izquierda del OM formada por Mendy y Andre Ayew. Fue un comodín para un partido en el que Cavani terminó fundido.
Cuando Motta recibió la roja, Blanc ejecutó una decisión que pocos aficionados entendieron. El único que confío fue él. Quitó a un jugador de la talla de Lavezzi para dar entrada al joven Rabiot. Con Rabiot, el PSG pasó a jugar un 4-3-1-1 sin extremos. Cavani se colocó de ‘9’ e Ibrahimovic pasó a tener más libertad. Este cambio provocó que Maxwell y van Der Wiel tuviesen más libertad en ataque, ya que Rabiot es un jugador que tácticamente es superior a Motta en físico y en salida de balón. El empate vino de una gran triangulación del PSG, Ibrahimovic descongestionó el ataque del PSG, habilitó a van Der Wiel que puso un centro preciso para Maxwell que remató a placer una floja salida de Mandanda. El PSG se fue al descanso con un empate inmerecido en un partido que se le había puesto muy en contra con la expulsión de Matuidi.
En la segunda parte, Blanc no quiso rotar. Siguió con el 4-3-1-1 y esperó su oportunidad, dándole la iniciativa a un OM que sólo se siente cómodo cuando juega a replegar y salir a la contra. Matuidi comenzó a jugar su propio partido. Se colocó en el sitio idóneo y demostró ser uno de los mediocentros más completos del fútbol francés: robó todos los balones que pudo robar, salió a la contra con un físico atronador y realizó un partido para verlo 80 veces en DVD y no cansarte nunca.
Tampoco se quedó corta la segunda mitad de Rabiot. El PSG lo quiso ceder a algún equipo en verano para que cogiese minutos pero Blanc frenó en seco su marcha. Rabiot es el tipo de mediocentro que cualquier entrenador desea tener. Es muy alto, es muy físico, muy táctico y muy técnico. Lo tiene absolutamente todo para triunfar y sólo tiene 18 años. En el Velódrome, y en un partido de tal exigencia demostró estar totalmente capacitado para jugar en el proyecto parisino. Tras su entrada, el OM apenas creó peligro. Y mucha culpa la tuvo Rabiot y sobretodo Blanc, un estratega puro que ayer demostró ser uno de los entrenadores más pragmáticos de la Ligue 1.
El PSG se vino arriba. Ibrahimovic comenzó a conectar con Cavani y Mandanda realizó varias intervenciones estelares para salvar a un OM que terminó desquiciado al ser incapaz de crear superioridad en la muralla táctica de Blanc. Andre Ayew pecó de inexperiencia en el área y derribó a Marquinhos. En directo no pareció penalti, pero la repetición evidenció que Ayew llegó muy tarde. Marquinhos volvía a ser decisivo en el área contraria. Ibrahimovic, con toda la tranquilidad del mundo puso el 1-2 definitivo.
Tras el 1-2, Blanc cambió de esquema por segunda vez. Ingresaron Lucas Moura y Zouma Camará por Ibrahimovic y Cavani, que acabaron fundidos. Con la entrada de Camará, Blanc volvió a erigirse en medio del contexto.Camará es un central que tiene un excelente juego aéreo, y con su entrada, el PSG buscó forzar al OM a entrar por las bandas y que buscase centros laterales. Claro, que Gignac contra Alex, Marquinos y Camará únicamente remató una vez y en la frontal del área.
Fue la culminación de Blanc a una exhibición táctica del PSG. Con Moura y Camará, el PSG jugó una especie de 5-3-1 en el que Matuidi se convirtió en la bestia, en el jugador capaz de correr en el minuto 92 y aguantar la pelota en el área contraria. Moura tuvo muy buenos minutos finales, aguantando la pelota como quiso y sacando de quicio a la defensa del OM. El PSG ganó, y lo hizo gracias a que confío y reaccionó a pesar de tener el partido perdido con la expulsión de Motta. Un gen de equipo ganador que va directo hacia el título de la Ligue 1.
El OM fue un equipo muy raro. Llegaba tras perder con estrépito en Dortmund y quería demostrar que es un equipo capacitado para pelear por la Ligue 1. Baúp dejó a Gignac en el banquillo (llegaba de una lesión de 3 semanas) y optó por jugar con Jordan Ayew en ataque. El once del OM evidenció que iba a dejar la iniciativa al PSG. Y así fue. El clásico 4-2-3-1 de Baúp dio sus frutos. Romao e Imbula fueron dos murallas infranqueables para el PSG, que se vio incapaz de penetrar en un OM que en transición defensiva se colocó en un 4-5-1, en el que Ayew libraba en ataque.
El gran despliegue táctico del OM se vio recompensado con un robo de Valbuena. Valbuena estuvo constantemente pendiente de Motta, sabedor de su excelente salida de balón. Lo que hizo el OM fue darle la responsabilidad a Matuidi, un jugador muy completo cuyo aspecto técnico es su gran déficit. Con el penalti, el OM tenía una oportunidad única para abrir brecha ante el eterno rival. Fue un minuto de énfasis en el que los hombres de Baúp estaban arrollando al campeón de la Ligue 1. Nadie sabe que pasó, pero a partir del penalti el OM se transformó en otro equipo, en un equipo sin ideas, sin capacidad para cerrar el partido.
Con la entrada de Rabiot, el PSG cambió el contexto del partido. Era el OM quién tenía la iniciativa y era el PSG quién esperaba para robar y salir a la contra. Blanc descubrió y exprimió al máximo la gran carencia de este OM. En transición ofensiva, cuando tiene que abrir huecos ante un rival sólido y óptimo en defensa se queda sin ideas. No tiene un plan B y ya se vio en Dortmund que este equipo sufre una barbaridad cuando tiene que jugar con la iniciativa por delante. Un error de Andre Ayew en defensa provocó el empate de Maxwell. Este es otro de los problemas del OM. En determinados tramos del partido, el equipo se rompe y los extremos no ayudan defensivamente. De este error llegó el empate a uno del PSG antes del descanso, lo que empañó una primera parte magistral de los locales.
En la segunda mitad, Baúp no varió el esquema inicial y prosiguió con su clásico 4-2-3-1. Esta vez, Valbuena se colocó en una posición más retrasada para intentar pulir los problemas del OM en transición ofensiva. Fue el único jugador con Imbula (excelente primera parte participando en ataque constantemente) que se salvó del desastre marsellés en la segunda mitad. Valbuena permutó con Payet y Andre Ayew para buscar los espacios, y hubo momentos en el que los encontró, pero fue un espejismo. El PSG se creció a medida que transcurrían los minutos y el OM por su parte entró en una cueva sin salida. Ingresó Gignac para intentar darle otro aire al OM en ataque pero se notó su inactividad en exceso. Le necesita el OM cuanto antes porque es el máximo goleador del equipo y el jugador que marca las diferencias en los últimos metros.
El penalti de Ayew a Marquinhos derrumbó definitivamente al OM. No hubo ninguna reacción tras este gol y pese a que Baúp jugó con un 4-1-4-1 con la entrada de Thauvin por Imbula el equipo volvió a los mismos problemas de siempre. Falta de creatividad y falta de ganas de querer llevarse el partido. Payet tuvo la ocasión más clara del OM en la segunda parte con una gran jugada colectiva en la que Valbuena volvió a demostrar ser el más listo con sus continuos desmarques y permutas en las bandas. Fue lo último, la última esperanza de un OM que acumula 6 partidos sin ganar al PSG. Una derrota muy dolorosa para un equipo que ayer pudo cambiar la historia de los últimos años y hacer frente a una bicefalia entre PSG y Mónaco que parece que ya es casi definitiva.
Una victoria del PSG de pura raza, luchando contra las adversidades. El OM no supo cerrar el partido y acabó pagando su falta de ideas.
* Andrés Onrubia.
– Fotos: Eurosport – Fabrice Coffrini (AFP)
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