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Tras un fugaz ascenso al primer equipo de Peñarol con 17 años en el 2011 y su posterior consagración en el histórico club uruguayo, el mediocentro internacional sub-20 y sub-23 uruguayo recién fichó por el Sevilla F. C. Su misión será suplir a uno de los jugadores más determinantes del equipo hispalense la temporada pasada: Gary Medel, que tomó rumbo al Cardiff hace algunos días.
No destaca por ser un jugador muy fuerte físicamente, de hecho es un mediocentro más bien delgado que, pese a ello, tiene un gran robo. Con un fondo físico más que aceptable, recorre toda la zona ancha en busca de balones para recuperar. Agilidad gestual para robar y mental para asistir con velocidad, así como de reacción para recoger balones divididos, pero no destaca por ser excesivamente veloz en carrera. Busca bastante los enfrentamientos y roba con mucha pulcritud y elegancia. Diestro, con habilidad para conducir y construir jugadas desde la base, llegada la situación, prefiere asistir que disparar. No es muy habilidoso en el regate ni destaca por un gran rango de pase; la izquierda la utiliza para realizar pases sencillos y disparar cuando la ocasión así lo exige.
No está de sobra recordar que Cristóforo es un futbolista uruguayo. Con la garra charrúa como huella característica, podemos predecir qué tipo de mediocampista es. Se podría decir que es un mediocentro de presión moderno, pues dentro del campo es un futbolista extremadamente inteligente, con una noción táctica impresionante para su edad.
Siempre se encuentra móvil dentro del terreno de juego. Sebastián es un motorcito que gira y gira con el fin de destruir jugadas rivales y jugar el balón –casi siempre– al pie del compañero mejor colocado. Asimismo, Cristóforo es un líder nato, con un grado de concentración altísimo y capaz de decidir partidos con base en asistencias, pues a pesar de no ser un virtuoso, su cantidad de pases acertados alcanza un grado notable. En resumen, su toma de decisiones es más que acertada, y su mentalidad posiblemente sea su ámbito más fuerte, algo poco habitual en las jóvenes promesas de la actualidad.
A pesar de ser un centrocampista de corte defensivo, el uruguayo tiene una buena conducción de balón en transición –no lo hace demasiado, para no perder la posición– y es habilidoso en el control y el pase, por lo que es una buena opción para sacar el balón desde atrás.
Además de su gran robo de balón, Cristóforo es un baluarte como primer paso entre la defensa y el ataque, pues es muy bueno en cobertura de balón gracias a su punto de gravedad bajo, así como buen golpeo de balón tanto con el interior como con el exterior, y sabe tomar buenas decisiones bajo presión intensa. No rehúye a los choques y es habitual verle ganar en balones aéreos, pues a pesar de no ser excesivamente alto, es un futbolista muy fibroso e inteligente.
No es un amante de los regates y las fintas, y suele utilizarlos sólo en ocasiones puntuales. Sortea rivales con movimientos, buscando líneas de pase y gracias a su gran lectura del juego. Es habilidoso para interceptar, gracias al anterior concepto, que maneja casi a la perfección. Suele ser muy limpio, tanto en la carga como en las entradas y, en gran parte de las ocasiones, se lleva el balón sin cometer faltas.
Cristóforo es un centrocampista defensivo que suele jugar en la base cuando su equipo juega con doble pivote o como interior derecho si el entrenador escoge un trivote en el centro del campo. En Peñarol llegó a jugar incluso de medio derecho gracias a su aceptable conducción de balón y buena habilidad para buscar líneas de pase.
Como mediocentro, su labor es la de sacar el balón desde atrás, así como la de realizar el trabajo sucio en esa zona; lo anterior implica recuperar balones, estar pendiente de la altura de la línea, jugar rápido y evitar regates innecesarios. Podría compararse al trabajo que realiza Sergio Busquets en el Barcelona y la selección española. Ambos coinciden en un gran primer pase y excelente lectura de espacios.
Jugando de interior, su función cambia bastante, pues tiene libertad para descolgarse y aprovechar su buena conducción y aceptable habilidad para asistir. Asimismo, posee un disparo seco, que le ayuda a decidir partidos que están muy atascados llegando desde atrás.
Suele incorporarse, sobre todo, cuando juega de interior, como se mencionó en el apartado táctico. Rara vez supera la zona de tres cuartos de campo y su influencia es, sobre todo, entre el medio campo y tres cuartos. No es un virtuoso del desmarque, pero su continuo movimiento genera espacios para poder recibir el balón. Amante de los apoyos para la salida y los pases cortos, es habitual verle hacer paredes cortas para sortear rivales en mediocampo.
Es capaz de decidir el estilo de juego de su equipo. Tiene la capacidad de cambiar de ritmo en cuanto a pases y una buena capacidad para mantener el balón y bajar el ritmo. Su velocidad en el juego depende sobre todo de la circunstancia. Gracias a su constante concentración, no suele tener lagunas durante los partidos, pero su inexperiencia le juega malas pasadas a veces.
En defensa posicional –jugando de mediocentro– se coloca justo delante de los centrales, siendo su zona de influencia el área propia y el mediocampo. Cuando es interior, su presión alcanza la zona de tres cuartos de campo. Es muy habilidoso en el marcaje e interceptando, y gracias a su gran lectura, no tiene problemas en realizar coberturas y permutas en el mediocampo. Su presión suele ser constante e incesante, pero rara vez es amonestado por cometer infracciones.
No tiene tanto éxito en el marcaje personal, pues le priva de seguir el trance de las jugadas como suele hacer habitualmente. Mide muy bien los tiempos, tanto para la salida, como para el robo.
En definitiva, con apenas 19 años tiene un porvenir muy alentador, y más ahora que ha dado el salto a Europa. Deberá adaptarse pronto porque tiene calidad para ser titular en el equipo de Unai Emery. Asimismo, debería contar para Uruguay y ayudar a remontar en la Clasificación al Mundial 2014.
* Roberto Testas.
– Foto: Tolga Bozoglu (EFE/EPA)
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