"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
La República Federal de Alemania (RFA) construyó una red de dopaje masivo para sus deportistas, a principios de los años 70, a fin de consolidarse como gran potencia mundial. Para ello, fundó el Bundesinstitut für Sportwissenschaft (BISp), organismo que se ocupó de financiar, apoyar e instruir a médicos, entrenadores, deportistas y dirigentes en lo que puede considerarse como sistemático dopaje de Estado en Alemania Occidental durante décadas, lo que ha sido conocido gracias a una investigación iniciada en 2008 por la Universidad Humboldt de Berlín, por encargo de la Confederación alemana de deportes olímpicos (Deutsche Olympische Sportbund), y que ha sido revelada por el prestigioso periódico Süddeutsche Zeitung.
La investigación revela, a lo largo de 800 páginas cerradas al público y solo al alcance de científicos, que en los inicios de los años 70 la República Federal Alemana destinó millones de marcos para establecer una política de Estado a favor del dopaje masivo, tanto de sus deportistas de élite como de los más jóvenes, con quienes ensayaba las distintas sustancias. El dinero para financiar el dopaje proveía de los impuestos generales. El periódico Süddeutsche Zeitung desvela datos de la investigación, titulada “Doping en Alemania desde 1950 hasta hoy”, con los que se advierte el empleo masivo de esteroides anabolizantes, testosterona, estrógenos, transfusiones sanguíneas, empleo de Epo y todo tipo de variantes del dopaje.
El objetivo estatal consistía en conseguir el mayor número posible de éxitos en el deporte mundial, pero no se trató de ninguna respuesta a la política de dopaje que llevaba a cabo la República Democrática Alemana (RDA), al igual que el resto de países del Este, sino iniciativa propia de las autoridades políticas de la RFA, quienes conocían los riesgos que dicha política entrañaba para sus deportistas, a nivel de salud, pero decidieron obviarlos. Asimismo, pusieron en pie una red de medidas de todo tipo para evitar o burlar los controles antidoping que empezaban a ponerse en marcha.
La investigación revela conversaciones de altos funcionarios de la RFA ordenando a los científicos del BISp que no escatimaran en medidas de dopaje para obtener grandes resultados en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972: “Solo queremos una cosa: medallas en Múnich”, habría dicho una fuente gubernamental, señalando el objetivo y rechazando cualquier escrúpulo ante los métodos a emplear. La RFA obtuvo el cuarto puesto en el medallero final de aquellos Juegos, con 40 medallas, por 66 de la RDA, 94 de Estados Unidos y 99 de la Unión Soviética.
El informe menciona igualmente los tres títulos mundiales obtenidos por la selección alemana de fútbol (1954, 1974 y 1990) como susceptibles, de distintas maneras, de estar contaminados con el dopaje. La investigación detalla las prioridades de dopaje por deporte: esteroides anabolizantes en atletismo o Pervitin y anfetaminas en futbolistas. Asimismo, concreta que la delegación alemana en los JJ. OO. de Montreal 1976 se inyectó hasta 1.200 dosis de la “Kolbe syringe”, sustancia dopante no identificada que recibe el nombre de Peter-Michael Kolbe, pentacampeón mundial de remo, que en 1994 fue nombrado director técnico de la Federación alemana.
Aunque se conocían muchos casos puntuales de dopajes positivos o denuncias (como en el caso de la selección de fútbol que ganó el Mundial en 1954 contra Hungría en la “final de las jeringuillas”), hasta hoy no se había conocido que se trataba de una verdadera política de Estado para el dopaje masivo de sus deportistas, similar a la existente en países como la URSS o RDA.
– Información de Süddeutsche Zeitung
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