"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Fútbol / Chelsea / Inglaterra
Una tripulación comandada por semejantes oficiales parecía especialmente escogida por alguna fatalidad infernal para auxiliar a Ahab en su viaje monomaníaco. De este modo fue posible que todos los hombres respondieran a la ira del viejo y su alma se dejara poseer por un perverso hechizo, a tal punto que, a veces, el odio de Ahab parecía el de ellos mismos, y la Ballena Blanca, un enemigo tan insoportable para ellos como para él. Es tarea superior a mis fuerzas explicar cómo ocurrió todo esto, y qué significaba para ellos la Ballena Blanca, o cómo, inconscientemente, el monstruo llegó a ser para ellos, de un modo misterioso e insospechado, el gran demonio errante de los mares de la vida (MELVILLE, H. Moby Dick, trad. Enrique Pezzoni, Ed. Debolsillo).
Qué importante es planificar una plantilla. Los títulos se levantan en mayo, pero se pierden en julio y agosto. En su anterior etapa al frente del Chelsea, Mourinho nos enseñó un doble principio de planificación que, una vez más, sirve para distinguir a un gran entrenador del grupo de los meramente correctos. En primer lugar, se planifica con dos sistemas, uno de victoria trabajada y otro de victoria fácil, de los que el segundo es la evolución necesaria del primero y el primero la solución al conformismo que inevitablemente acarreará el segundo. Entre ambos se forma un círculo virtuoso natural que permite seguir ganando allí donde las circunstancias van mermando la fortaleza de un grupo que, a fin de cuentas, es humano.
El segundo principio consiste en planificar a partir de los grandes partidos, de los duelos ante rivales directos, es decir, una vez más, a partir de escenarios reales pero visualizados de antemano en la mente del entrenador. Una buena idea nunca existe al margen de su aplicación, y una plantilla no es una colección de nombres, sino un elenco de soluciones a problemas bien planteados. Entre la generalidad vacía de lo abstracto y la particularidad imprevisible de lo concreto se abre el espacio de la táctica y la planificación.
Frank Lampard reveló hace unos días que Mourinho había traído consigo nuevas ideas respecto al que se marchó del club hace seis años. Una de ellas afectará, con toda probabilidad, a la formación del equipo. El Chelsea 04/05 se caracterizó por una evolución del 4-4-2 de rombo estrecho al 4-3-3 de alas anchas. Entre ambos había algo más que una diferencia en la ocupación de los espacios: el 4-4-2 exigía una concentración y disciplina táctica superiores que se traducían en un mayor control de la posesión pero en marcadores mucho más ajustados (1-0, 2-1 principalmente), mientras que el 4-3-3 liberaba a todos los demonios de la velocidad de transición y se valía de la calidad individual de los extremos para traducirse en victorias aplastantes que, sin embargo, podían exponer al equipo más de la cuenta (algo que ocurrió finalmente en la temporada 05/06 y a lo que Mourinho respondió en la 06/07 con el mediocampo más sólido y compacto de la reciente historia del fútbol).
Este año, para sorpresa únicamente de los que no han seguido su etapa en el Madrid, el equipo parece decidido a partir de un 4-2-3-1 capaz de sacar provecho a la gran cantidad de mediapuntas y extremos desequilibrantes que tiene en nómina. El doble pivote tradicional, además, se altera para acoger la presencia del interior escolta, jugador de mucho recorrido y gran toma de decisiones en ataque y defensa pero poca capacidad de organizar el juego. Lo probable es, por tanto, que Lampard haga las veces de Xabi Alonso escoltado por Ramires, aunque no cabe duda de que habrá un 4-3-3 más compacto y disciplinado esperando en el baúl de las soluciones: del mismo modo que Modric fue fichado para aportar protección con balón y evitar que el Real Madrid se partiese en las grandes citas, es posible que veamos todavía un fichaje que compacte aún más el mediocampo y permita a Lampard ejercer de interior izquierdo (ni Mikel ni Van Ginkel nos parecen jugadores indiscutibles, aunque De Bruyne, que volverá a estar disponible para la gira americana, podría ser el Modric de Mourinho en el Chelsea).
Mourinho ha contado hasta ahora con 34 jugadores en pretemporada (entre Cobham y la gira asiática). De ellos, seis han salido o saldrán cedidos con seguridad (Walker, Wallace, Omeruo, Chalobah, Romeu, McEachran y Lucas Piazón), dos formarán parte del equipo sub-21 (Traoré y Feruz) y el futuro de cuatro o cinco (Mikel, Moses y los delanteros) está en el aire en función de posibles llegadas (de las que sólo se ha aireado públicamente la de Wayne Rooney y alguna otra podría estar condicionada a que el Barcelona pierda la cabeza por David Luiz). Al portugués le gusta iniciar proyecto con una plantilla un poco más amplia que los 22-23 que dicta el sano juicio e ir recortando en años posteriores conforme identifica a su guardia pretoriana y se define la personalidad táctica del equipo. De ahí que no deba sorprender que el grupo inicial se vaya a 24-25 jugadores, algunos de ellos además muy jóvenes debido a la escrupulosa adaptación del club al Fair Play Financiero de la UEFA. Con la gira americana a la vuelta de la esquina y los internacionales confederados incorporándose a los entrenamientos el lunes, es de esperar que los próximos siete días sean cruciales en el proceso de estilizado final de la plantilla.
* Adrian Leverkuhn es co-autor del libro “Filosofía y manual de un entrenador de fútbol” (Ed. Wanceulen, 2011) junto a Francisco Ruiz Beltrán y Miguel Canales.
– Foto: Chelsea FC
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