"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
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Nacho Fernández, un defensa para toda la vida, oposita a convertirse en el Gary Neville de la casa blanca. Llegado al Real Madrid en el año 2001 procedente del Complutense Nadador, club de su ciudad natal, Alcalá de Henares, defiende el escudo bordado del club blanco desde alevines. Doce años después, juega en el Santiago Bernabéu con la misma obediencia y atención con la que lo hacía en los campos de la antigua Ciudad Deportiva, más tarde en Valdebebas y hasta hace poco en el Alfredo Di Stéfano, como capitán del Castilla.
Un futbolista peinado como le gustaría a Don Santiago Bernabéu, un trabajador silencioso, el tipo de jugador que Carlo Ancelotti, su entrenador, aprecia. En definitiva, uno di noi, haciendo referencia a José Mourinho, el entrenador que le hizo debutar con la camiseta blanca un 23 de abril de 2011 frente al Valencia C. F.
Mientras juega al fútbol, como profesional, ultima sus estudios universitarios de Ciencias de las Actividades Físicas y el Deporte, acaba de renovar su contrato con el Real Madrid por cuatro temporadas más y este verano se proclamó campeón de Europa con la selección sub-21, junto a sus compañeros Illarramendi, Carvajal, Isco y Morata.
Actor de reparto en todos sus equipos, a veces eclipsado por la figura de su hermano pequeño, Álex Fernández, mediocentro pelirrojo del Castilla, nunca nadie le regaló nada. Devoto de la frase como se entrena, se juega, se ha ganado el respeto y la admiración de sus compañeros de generación, algunos con más talento que él. Ejemplo, por su comportamiento, para los más pequeños de La Fábrica, Nacho ha sido quien ha llegado hasta el final del túnel que hay entre la cantera y la elite. Mientras el tiempo pasa, él se esfuerza por encontrar su camino: “Ahora llega lo más difícil: asentarse en el mejor equipo del mundo”. Así define el momento que vive.
A primera vista, Nacho Fernández no es demasiado rápido, ni demasiado fuerte ni demasiado ágil, pero es un experto en los duelos. Su mentalidad y decisión le hacen ganar varios puntos a favor de sus cualidades físicas. Concentración, intensidad y determinación son sus requisitos indispensables para jugar a pleno rendimiento.
Apenas sin lapso de tiempo entre pensar y ejecutar, es veloz al corte y tiene un impetuoso salto. Resistente en el cuerpo a cuerpo y una óptima velocidad mantenida. Sus problemas llegan cuando la sincronía entre cuerpo y mente se desfasa.
La confianza es el litio de este joven canterano del Real Madrid. Si le atormentan las dudas o encadena algún fallo, su potencia cae, pierde esa pulgada de ventaja que le permite destacar por empuje, agresividad y anticipación.
Defensa de mecanismo simple pero funcionamiento eficaz. Conoce el abecé de su demarcación para salir con la pelota jugada sin cometer fallos, pero tampoco con alardes. Mide el tiempo para acosar y entrar, con el centro de gravedad siempre ¡preparado, listo, ya! Conoce el oficio, orienta bien su cuerpo para sacar ventaja del lado débil del rival, perfilar para incomodar o hacer dudar al atacante.
En ataque, rústico como defensa central, si puede da un paso al frente y busca a los mediocentros en vertical, un pase hacia la yugular del meridiano del terreno. Una salida de balón que se encuentra perfeccionando para dar algún cariz especial a su juego, aunque a veces encuentre a compañeros que jueguen de espaldas. Si no, mueve la pelota como un péndulo desde el eje hasta las bandas. Como lateral es atrevido, conduce la jugada en sentido perpendicular al juego. Nacho Fernández no se atreve con lo que no sabe, sensato hasta con la pelota en los pies y decidido ante la oportunidad de recuperar el cuero.
Posiblemente su debe como futbolista se encuentre en el dominio de la pelota, en saber qué hacer con ella, quizás los aficionados merengues esperen algo más que robar y entregar el balón a un compañero con imaginación. El dilema reside en si el Real Madrid de estos nuevos tiempos se conforma con un defensa que defiende o espera de todos sus jugadores puro espectáculo.
Navaja multiusos de la zaga, lo mismo sirve para liderar la defensa como central o para alargarla como lateral, tanto si es por la derecha como por la izquierda, e incluso se le ha visto jugar en el fútbol base como mediocentro defensivo, pero aquello queda muy lejos.
Una de sus mayores virtudes es la capacidad de elección. Prudente en su juego, rara vez arriesga o pierde la posición si la recompensa no merece la pena. Jugando en la banda, da amplitud y profundidad más por su sentido del deber que por habilidad. Como central, juega por convicción, siempre atento en mantener el orden de la línea defensiva, sereno y expeditivo. Guardaespaldas de sus compañeros de zaga, siempre presto para la permuta o la cobertura.
Nacho Fernández, lealtad y obediencia, todo nervio y corazón. Listo para el desafío, ahora tendrá que ir ganando adeptos con el sudor de su frente y la seriedad de su juego como lo ha hecho en todas las categorías inferiores. Aunque quizás su corrección como defensa pese más en el público del Bernabéu que su trabajo siempre bien hecho y a la sombra de otros jugadores más habilidosos.
* Miguel Ángel Montoya es periodista. En la web: zidanesypavonesfc.blogspot.com
– Foto: EFE
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