Mi querido amigo:
Disculpa, ya estamos de vuelta. Y con demasiada carga emocional en el zurrón, añadiría para justificar la nueva misiva. Martí, esto de Tito Vilanova ha sido una puñalada trapera, una lástima, una infinita pena que merece la unánime solidaridad despertada y el deseo de estar anímicamente junto a él y su familia. Más allá del sentimiento, expresado en tres líneas, llega el respeto a la intimidad de cada cual y la reflexión que generan este tipo de desgraciadas situaciones en el momento vivido, ya metidos en el nuevo milenio, siglo de la inmediatez, del alud de información, las nuevas tecnologías y sus redes sociales, la excesiva rapidez en la sucesión de hechos, la serialización de situaciones y otros fenómenos contemporáneos que ya repasamos, con bastante pasmo, en anteriores e-pistolas. No te dan margen a que te pares a pensar, Martí, ni siquiera vale ya, a los tres días de aparecer, la presunta dialéctica entre republicanos y demócratas, desbordada por la progresión de acontecimientos. Pasamos página de todo a velocidad supersónica, de auténtico vértigo. Este verano, desde luego, el encargado de supervisar el storytelling del Barça ha enloquecido, le ha metido un ritmo de marcha al relato imposible de sostener incluso para el aficionado más recalcitrante, el que dedica todas sus horas del día al fenómeno.
Si fuera cierto que el tiempo es el único y genuino patrimonio de los humanos, pediríamos tregua para quedarnos un buen rato aquí, sin movernos, digiriendo y encajando la novedad, dedicados a contemplar el paisaje Vilanova para trasladarle nuestra humana empatía. En cambio, el acelerón constante consigue que la realidad esté ya cinco pueblos por delante y aconseja que no pierdas comba con ella, no sea que te pierdas la película. ¿Abidal se fue? ¿Es cierto que Villa jugará con el Atlético? ¿Quién escogió Everton para Deulofeu? Pasan los hechos a celeridad de Ferrari por la recta de tribunas sin que puedas parar el mundo, echar la parrafada y marcar la digestión de cada plato. Es lo que hay, diría el prosaico. Pues eso, sin despojarnos del disgusto, la exigencia convierte en ineludible la mudanza al próximo paso, elegir sustituto. Y antes de meternos en esas honduras, permíteme, Martí, expresar otra vez la resistencia que nos genera la inmediatez de las llamadas redes sociales.
Excesivas en su inmediatez, por supuesto. Prescindibles en su totalidad, pero nuevo campo de juego donde indefectiblemente se resuelven los litigios, lo de ayer en Twitter, sin ir más lejos, resultó abrumador. O expresabas tu solidaridad ahí o no eres nadie, realmente. Peor aún, todo tipo de comisarios surgidos de alguna pesadilla orwelliana se lanzaron al terreno para comprobar quién estaba y quién se ausentaba del foro, como si un tuit marcara el nivel de calidad humana de cada cual. Este dice, este no está, aquel calla y, por lo tanto, llego a la surrealista conclusión de que mató a Manolete o estuvo con Oswald en Dallas. Pavor ante el alud de información, ganas de seguir los consejos de gurús del medio para proceder cuanto antes a la llamada dieta virtual idónea. En la catarata de opiniones sumamente prescindibles, ahora que cada cual se ha dado cuenta de que puede blandir la suya sin que sean necesarios otros juicios de valor, también se colaron y cuelan, cómo no, los catedráticos del saber que ya anunciaron hace seis años la imposibilidad de que siguiera Vilanova y conocen desde hace un lustro, por lo menos, la identidad de su relevo. Y te lo pasan por la cara, te lo echan delante sin reparar en que otros tal vez no anden tan necesitados de reconocimiento o faltos de legítima autoestima. En fin, lo de siempre, una carga, eterno dolor de muelas…
Tras explicarte la prescindible guarnición teórica del plato, ahora, Martí, los supuestos que dan enjundia al momento. Suponemos, para empezar, que un club de ese potencial y categoría guarda siempre los deberes hechos y en perfecto estado de revista, ha realizado las previsiones necesarias para cubrir cualquier contingencia, alteración de planes, situación de crisis que se presente y es capaz de abrir la gabardina para mostrarte un estupendo repertorio de soluciones alternativas. Suponemos, por supuesto. A pesar de los tiempos irreflexivos en marcha, barruntamos que cada quien habrá reparado en la flamante existencia de esa Carta Magna Blaugrana recién acabada de redactar, ley de leyes que debería regir el futuro de la entidad, su manera de proceder y a la que existe obligación de recurrir en caso de duda o zozobra. La institución ha tardado la friolera de setenta años en acabarla y cuando se le dieron los últimos toques de edición alcanzó la mejor época de su centenaria existencia. O sea, ahora mismo, que aún dura la racha. No nos metamos ahora en la murga menor de los fines de ciclo o en quien redactó más capítulos de esa constitución entre sus múltiples padres. El caso es que ahí está, marca el camino y hay que hacerle el caso suficiente e imprescindible, como quien acude al infalible oráculo. Con el modelo no se juega, se sigue y punto. En todo caso, se procederá a la inevitable evolución de algunas cláusulas cuando la futura actualidad así lo exija.
Por tanto, y hablamos exclusivamente del Barça, por si alguien todavía espera comparativas que no hallará aquí, corresponde un sustituto de banquillo que conozca la casa y domine su vocabulario al dedillo. Alguien formado en las peculiaridades sustanciales del barcelonismo, sin necesidad de lucir brillante currículo como tampoco lo hicieron los dos predecesores. Y gente, la hay. Otra cosa es que pesen los dichosos ismos y a éste le coloquen en familias de pensamiento antitético a los gestores actuales o a aquel le sitúen en otras corrientes más o menos simpáticas a quienes cortan el bacalao y deban tomar la inminente decisión. Resultaría un error histórico, mayúsculo, dar ahora un volantazo y tomar cualquier travesía desde el camino trazado, el recto, el que ha demostrado conducir a buen puerto. Desde siempre, el barcelonismo ha dado palos de ciego y giros de 180 grados cuando se ha visto agobiado por la realidad para tomar veredas que sólo conducían al callejón sin salida, al precipicio o al sonado pinchazo. De acuerdo, estos meses de parón estival han resultado sumamente exigentes, estresantes y aún quedaba trabajo por resolver antes de que apareciera esta tremenda patata caliente, pero en la duda, consulta a la Carta Magna Blaugrana y a proceder en consecuencia.
Los próximos resultarán días de vértigo, sin duda, vividos a rapidez desenfrenada, pero si dicen los expertos en autoayuda que siempre debes guardar en la vorágine el tiempo suficiente para echar un café con los amigos, aquí se imponen diez minutos de pausa a fin de comprender qué reclaman los tiempos, cómo se ha conseguido el éxito y qué dicta la coherencia en el modelo. Según a quién elijan, además, quedará claro el desmarque con el legado heredado, la nueva ruta hacia vete a saber dónde que pretenden abrir para dejar claro que son distintos y distantes a los predecesores. Y eso sería prácticamente letal, tanto como desandar el ascenso a la cumbre ya hollada para volver a la casilla de salida justo cuando tienes ante tus narices la piedra filosofal, la infalible, la recién descubierta.
A ver si te dejan mínimo margen para seguir el Tour, fresquito, tranquilo y en el sofá. Un abrazo y seguimos a rueda el pandemónium.
Poblenou, echando el freno
* Frederic Porta es escritor y periodista.
– Foto: FC Barcelona
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal