Capello, Hiddink, Mancini, Leonardo (sancionado 7 meses), Rijkaard… Han sonado muchos, muchos entrenadores para el PSG. Ancelotti no quiso continuar un proyecto que inició Kombouaré en el 2011 y el elegido para sustituir al italiano fue Laurent Blanc. Aparecerán muchas críticas en el futuro para el nuevo entrenador tras su pasado, pues cubrió dos temporadas con el Olympique de Marseille y se dio el lujo de declararse antiparisino en una entrevista en una radio francesa. Claro que ni Blanc ni el mismísimo adivino del futuro sabían que 12 años después de aquellas declaraciones entrenaría al PSG. Justicia poética.
Definamos a Blanc. Un metro noventa, elegante, fornido, valiente… Lo dejó muy claro en su etapa como futbolista. Blanc puede decir que es el máximo goleador de la historia del Montpellier con el que ganó la Coupe de France en 1990 gracias un gol suyo (251 partidos, 76 goles). También puede decir que hizo doblete en 1996 con el Auxerre en un equipo en el que también estaba la leyenda Guivarc’h. O también puede decir que en España consiguió la Recopa de Europa en 1997 con el Barcelona ante el PSG (!) y una Copa del Rey. Y, por supuesto, que fue uno de los jugadores que triunfó en la Francia campeona del mundo en 1998 y de Europa dos años después. Ha sido siempre un señor que ha triunfado por donde ha pasado.
Como entrenador, Laurent Blanc comienza en el 2007. No había podido entrenar a ningún equipo todavía y llevaba escasamente cuatro meses con el título de entrenador. La decisión fue arriesgada sí, pero para triunfar en el fútbol hay que arriesgar y eso fue lo que hizo el Girondins de Bordeaux. Se quedó muy cerca de conseguir el título y fue de los pocos que pudo hacer frente al todopoderoso Olympique Lyonnais que conseguía su sexta Ligue 1 consecutiva.
En el 2008, el Girondins renovó a Blanc por dos temporadas tras convencer en la primera. Pidió únicamente tres fichajes: un jugador para tres cuartos de cancha que pudiese equilibrar al equipo (la directiva le dio a Gourcuff, un jugador que llegaba del Milan pero que no había despuntado anteriormente); un delantero para complementar a Chamakh (Gouffran fue el elegido, era la estrella del Caen por aquel entonces) y un mediocentro que pudiese sostener (Placente).
La temporada del Girondins fue escandalosa. Blanc fue fiel a dos sistemas que permitían contrastes en varias fases de la temporada: el clásico 4-4-2 o el 4-1-3-2 con la presencia y libertad para Gourcuff en tres cuartos. La fiabilidad táctica y el acierto en algunas decisiones de Blanc permitieron al Girondins ser uno de los equipos más flexibles ya no sólo de Francia, sino de Europa.
El resultado del buen trabajo de Blanc fue la consecución de la Ligue 1, un campeonato que rompía por fin la hegemonía casi interminable del OL, que había sido el campeón de los últimos siete campeonatos. El sostén de aquel equipo fue el desconocido Gourcuff. El mediapunta francés representó lo que Blanc había anunciado a principios de temporada. Se dejó la piel por el equipo trabajando en defensa y en ataque dio un auténtico recital. Acabó siendo nombrado el mejor jugador del torneo y el Girondins efectuó la opción de compra que tenía sobre él.
No sólo Gourcuff era el Burdeos de Blanc. También lo fue Chamakh, un marroquí estirado y que se consagró como una bestia indomable en ataque. Junto a él, el argentino Fernando Cavenaghi era el complemento ideal en ataque posicional. Mientras Chamakh anotaba los goles, Cavenaghi fijaba a las defensas rivales y permitía llegadas en segunda línea de los mediapuntas. Esta fue una de las claves de Blanc en Burdeos. La profundidad de sus laterales (Trémoulinas-Chalmé) también permitían una superioridad abismal a la contra. Fue que supo adaptarse a jugar sin balón, pero también con él. Además de la Ligue 1, Blanc ganó la Coupe de la Ligue en el mismo año. En la final derrotó con suma facilidad a la sorpresa Vannes (había fulminado a grandes equipos en el torneo) y volvió a dejar clara su flexibilidad en cuanto a esquemas se refiere.
En su tercera temporada, Blanc fichó a Ciani para complementar la defensa y dejó marchar a Obertan al Manchester United por 3,5 millones de euros. El equipo era prácticamente el mismo que el de la temporada anterior.
Del 2010 hay que quedarse con la Champions League del Inter. El Inter de Mourinho que eliminó al Barcelona en semifinales. En la otra semifinal, un sólido Bayern eliminaba sin ningún tipo de complicación al Olympique Lyonnais de Puel, que había derrotado al Real Madrid en octavos. Antes, en cuartos, el Lyon venció al Girondins de Blanc. Un Girondins que realizó un campeonato para enmarcar, siendo líder en un grupo en el que quedó emparejado junto a Bayern München y la Juventus de Turín. Las victorias en casa ante Juventus y Bayern volvieron a abrir a la fama al Burdeos, demostrando una fiabilidad demoledora en casa y una valentía abismal cuando viajó a Turín y Múnich.
Blanc centró todas sus expectativas en Europa. Querían abrirse al mundo por primera vez en el siglo, ya que la última vez que había tenido una gran participación fue en 1996, cuando quedaron subcampeones de la UEFA de la mano de Zidane.
En la Ligue 1, Blanc no tuvo tanta repercusión. Acabó sexto pagando el gran esfuerzo de estar en la Champions League hasta mediados de marzo. Gourcuff no rindió como todos esperaban y la fatiga minimizó al equipo. A final de año, Laurent dejó el equipo, al igual que Gourcuff, que se marchó a Lyon. Fue el fin de una era gloriosa para el club. Laurent Blanc fichó por la selección francesa para guiarla hacia la Eurocopa del 2012.
Como en la selección no tuvo tanto éxito, repasemos cómo intentaba jugar Blanc en su Girondins.
El esquema más habitual de Blanc en Burdeos era su clásico 4-2-3-1. La clave de este sistema era el repliegue intenso que realizaba en transición defensiva y gran superioridad que creaban mediante diversos movimientos a la contra.
En defensa, la experiencia se combinaba con la verticalidad. Ciani y Planus, dos centrales muy experimentados, representaban a la perfección la solidez que Blanc pidió nada más llegar a Burdeos. En las bandas, dos perfiles opuestos. Chalmé era más defensivo que Trémoulinas, que fue la clave del Girondins campeón de liga. Constantemente entraba por la izquierda en fase ofensiva, ya que tenía a Alou Diarra en el mediocampo para cubrirle las espaldas. Wendel entraba por dentro para dejar el carril izquierdo a Benoit, y la verdad es que funcionó a las mil maravillas.
En el mediocampo, Diarra y Mennegazo ocupaban la sala de máquinas. El primero es un perfil totalmente defensivo que, como hemos comentado antes, se utilizaba para guardar las espaldas a los laterales, principalmente. Mennegazo tampoco era un centrocampista excesivamente ofensivo, pero su potencia y llegada le daban libertad para descolgarse en ataque. Ambos eran la base del Girondins.
En las bandas, Blanc utilizó a dos jugadores a los que no se les puede considerar extremos. Plâsil y Wendel ocupaban los costados pero convertían el 4-2-3-1 en una especie de 4-1-4-1 mediante un rombo en el que Gourcuff era el hombre más adelantado y Diarra se quedaba librando en tareas defensivas. El checo tenía libertad para bajar a recibir, iniciar la jugada, ya que era el hombre más técnico de los cuatro del centro del campo. A veces el esquema podía ser un 4-3-3 con Wendel de extremo puro y Plâsil en medio campo. Wendel era más vertical que Plâsil, por lo que tenía mucha más presencia en ataque. Aun así, las diagonales hacia dentro habilitaban las permutas y llegadas de los laterales.
En ataque, toda la responsabilidad del equipo la tenía Gourcuff. Todas las pelotas llegaban a él para que inventase algo, como si fuese un mago. Su calidad y temple eran claves en transición ofensiva. El Girondins tenía un estilo de juego ideal para él. A la contra, su último pase era letal, y con balón aguantaba a la perfección la pelota para mantener la posesión. Sabía adaptarse a cualquier estilo de juego. Era el buque insignia de aquel equipo.
En ataque, en el 4-2-3-1 era Chamakh el teórico titular. El marroquí tenía un estilo de juego idóneo para el Girondins. Era un jugador de área, rematador y con velocidad. La jugada clásica de ese Girondins era la llegada de Trémoulinas o Chalmé en la banda y remate de Chamakh. Se vio un sinfín de veces y fue una jugada que le dio numerosas victorias a Blanc. Luego, en el 4-4-2 Cavenaghi bajaba más a recibir y Chamakh fijaba a los centrales rivales.
Una maquinaria perfecta para conseguir cuatro títulos en apenas dos temporadas (Ligue 1; 2 Trophée Des Champions; Coupe de la Ligue). El mejor Girondins del siglo XXI.
Es complicado saber cómo será el nuevo PSG dirigido por Laurent Blanc. Pero viendo que, normalmente, utilizó en la selección el mismo esquema que tantos frutos le dio en Burdeos, el camino se despeja.
En defensa, Blanc intentará tener a dos centrales experimentados. Thiago Silva es inamovible y Alex, que parece que continuará, será el Ciani de Blanc en el PSG. En el mediocampo intentará jugar con un mediocentro físico, que sepa guardar la posición y que permita las llegadas y las internadas de los laterales en transición ofensiva. Ese mediocentro podría ser Motta, que con Ancelotti en la última temporada tuvo mayor protagonismo.
En principio, Blanc actuaría con tres mediocentros. Junto a Motta estarían Verrati y Matuidi. El primero sería el Plâsil de Blanc. Constantemente bajando a recibir al mediocampo para iniciar jugada. El segundo sería la pieza clave para llegar en segunda línea, una de las mayores prioridades de Blanc en sus equipos. Las subidas de Matuidi estarían bien guardadas por Motta, que también guardaría las espaldas a las subidas de los laterales. Por perfiles, Van der Wiel sería titular en la banda derecha, ya que tiene mucha más llegada que Jallet y ha demostrado estar en mejor forma que el francés. Junto al neerlandés, Maxwell actuaría en la banda izquierda. Es un lateral de perfil más defensivo a Van der Wiel, pero también ha demostrado tener características de sobra para sumarse al ataque. Todo esto mediante varios desmarques y movimientos que tendrán que realizar los hombres de tres cuartos.
En ataque existen bastantes paralelismos entre el PSG al Girondins. En primer lugar, hay alguien que sobresale a los demás por su técnica. Hablamos de Pastore, un jugador que en su último año explotó definitivamente tras dos temporadas bastante irregulares en París. El argentino será el Gourcuff de Blanc, marcando los tiempos en en la zona de tres cuartos y siendo el jugador por el que pasen todas las jugadas de ataque del PSG. A su lado, Lucas Moura. Moura es el tipo de jugador explosivo que con espacios resulta mortal. Juntar a Pastore y Moura puede ser atronador, ya que permiten contrastar en ataque y numerosas variantes para el sistema que quiera efectuar Blanc.
Y como hombre más adelantado, el líder de este equipo: Zlatan Ibrahimovic, máximo goleador de la pasada Ligue 1 y mejor jugador del campeonato. Será el encargado de rematar los centros que lleguen desde las bandas o los pases que le sirva Pastore. Toda la dependencia del PSG en ataque será suya y, prácticamente, el 90 % de las jugadas se realizarán para que Zlatan pueda recibir cómodamente cerca de la portería rival. Ibrahimovic es mucho más completo que Chamakh y también puede bajar a recibir a mediocampo como ya hizo en la pasada temporada en varios partidos, por lo que las llegadas en segunda línea cobran aún más fuerza.
Todo dependerá de Blanc, pero en teoría el 4-3-3 es el sistema que más se adapta a sus características.
* Andrés Onrubia.
– Foto: AFP
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