Jaime Lissavetzky sacó al deporte español del tercer mundo con su Ley de Dopaje, nacida de la nada. Pero la ley fue alumbrada con una gran carencia. No penaliza el acto de doparse, sólo el tráfico y la inducción. Doparse no es delito en España. Esto explica que una parte (la más oscura) de los deportistas españoles hayan seguido dopándose después de 2006, de forma vergonzosa, pese a la nueva ley.
En los últimos días hemos conocido la muerte judicial de la Operación Galgo, una investigación que siempre contó con dos partes bien diferenciadas. La primera, la judicial, referida al tráfico de sustancias, el único apartado que realmente constituye delito. Paradójicamente, esta es la parte que menos interesa a los aficionados al deporte. Y es precisamente esta vertiente de la operación la que ha venido a anular la Audiencia Provincial en lo que hay que reconocer como un enorme éxito de la decena de abogados defensores de los imputados. Los abogados del contra-antidopaje.
El segundo apartado de la Operación Galgo se refiere al dopaje puro y duro, al consumo de sustancias prohibidas de forma tramposa, para alterar el resultado de la competición. Y aquí sí hemos asistido a un éxito redondo de la Guardia Civil. Los agentes de la UCO destaparon con inteligencia un hecho incontrovertible, tremendo: que un conocido entrenador español, con décadas de experiencia en las pistas de la Residencia Blume y plenamente integrado en las estructuras federativas, transportaba a atletas en su coche periódicamente y de forma clandestina para someterlos a peligrosas sesiones de dopaje sanguíneo, que se llevaban a cabo sin contar con personal sanitario. Una trampa de proporciones gigantescas que el atletismo español aún tiene que digerir cada vez que se mira al espejo. El resto, el vídeo del perro Urco, la limpieza de la casa por dentro, las bolsas de sangre de la Operación Puerto, los planes de dopaje en inglés, las entregas de elevadas cantidades de dinero a una médico… pertenecen ya a la historia del periodismo deportivo. Dopaje hubo. Y mucho.
¿Cómo afectará la muerte de la Operación Galgo al deporte español? La peor consecuencia puede ser su reflejo en la candidatura olímpica de Madrid 2020. La pérdida de prestigio de España en el combate contra el dopaje puede agrandarse a ojos de los observadores extranjeros y miembros del COI. Cuando llegue la lucha final entre las candidaturas olímpicas, Madrid tendrá que explicar, y en detalle, por qué su Audiencia Provincial finiquitó una operación antidopaje que estaba destapando prácticas prohibidas, escandalosas. Y la explicación tendrá que ser convincente. O nos quedaremos otra vez sin Juegos Olímpicos.
* Ignacio Romo es doctor y periodista. En Twitter: @ignacioromo66
– Imagen: Parte del Sumario de la Operación Galgo (@Rincon_Deporte)
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