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"¿Cómo se analiza lo que no se conoce?". Ignacio Benedetti


Baloncesto / ACB

Problemas, virtudes y futuro del Barcelona Regal

por el 20 junio, 2013 • 19:13

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Quizás esta reflexión debió de hacerse el año pasado, cuando el Barcelona ganó en cinco partidos la final valiéndose del factor cancha a favor, pero es complicado cambiar en la victoria, incluso arriesgado cara a aficionados y prensa. Ya entonces el Barcelona jugaba muy mal al baloncesto. Por supuesto, Xavi Pascual es un gran táctico y un gran motivador y consigue que sus jugadores den el 110 %. No es ninguna tontería para un entrenador. Lo que cabe achacarle es la pobreza de su ataque, la falta de frescura constante, el empeño en jugar siempre con los grilletes puestos… Aquella temporada acabó con una liga, una final de Copa del Rey y unas semifinales de la Final Four. ¿Cómo criticar algo así? Lo cierto es que, tras el brillo de los resultados, se evidenciaba una verdad incómoda: el Real Madrid jugaba mucho mejor y ya no solo contra los equipos pequeños, sino contra el propio Barcelona, como se vio en una final de copa que no tuvo historia en ningún momento.

“Sí”, decían los analistas sobre el equipo de Laso, “pero no ganan”. Cuando uno se llama Real Madrid o Barcelona, ganar es una cuestión de tiempo, porque el dinero y los jugadores están ahí año tras año, así que tarde o temprano el título va a llegar. El asunto es cómo ganes. Este año lo hemos visto más claro que nunca. El Madrid jugó de maravilla la primera parte de la temporada pero perdió en los cuartos de la Copa del Rey y todos quisieron echar a Laso y a Llull, representantes de todos los males del juego libre. Luego llegó a la final de la Euroliga ante el vigente campeón y cedió una ventaja de 17 puntos, reforzando la idea de que no saben competir. Cuando la eliminatoria final ante el Barcelona se puso 1-1 y luego 2-2, los aficionados madridistas temieron lo peor: “Tenemos mejor equipo, jugamos más divertido… pero no cerramos los partidos”.

Bueno, pues el quinto partido no tuvo gran emoción, más que la que los jugadores del Barcelona, a la heroica, le quisieron dar. El Madrid dominó desde el minuto uno y dio la sensación de querer ese título mucho más que su rival, o, al menos, mucho más que los titulares de su rival.

Así que después de todo, el Barcelona acaba la temporada con una Copa del Rey. ¿Merece la pena jugar tan horriblemente mal al baloncesto para ganar una Copa del Rey? Eso se lo tiene que plantear Xavi Pascual, porque su deriva ha sido algo incomprensible: cuando llegó al banquillo para sustituir a Ivanovic, el equipo jugaba muy bien, muy ágil, tenía jugadores de talento como Morris, el mejor Lorbek, Ricky Rubio e incluso el veterano Basile, que ayudaba en el tiro exterior. A partir del gran éxito de 2010, el proyecto cambió y no sabemos bien por qué: sus partidos se hicieron pétreos, su plantilla evolucionó a una serie de jugadores de perfil medio, luchadores, bregadores, que no se rinden… pero a los que el talento no acompaña todo lo que debería.

Esa opción es la que ha elegido Pascual y este año ha llegado al paroxismo. Se clasificó para la Copa del Rey en la última jornada, no pareció mejor que el Panathinaikos en la Euroliga y desde luego no mejor que el Real Madrid y acabó en tercera posición de la liga regular, sufriendo ante el Bilbao Basket en la primera ronda de playoffs. Sí, el Barcelona ha tenido lesiones. Lesiones importantes como las de Mickeal  y Jawai y molestias como las de Lorbek, un jugador que ha tenido una temporada horrenda, más la definitiva de Navarro, un jugador que ya lleva mucho tiempo jugando al límite de su físico sin que se le descarguen responsabilidades. A cambio, tiene presupuesto como para, de la nada, sacarse el fichaje de Joe Ingles cuando era una de las revelaciones de la liga y llevarse este año a Brad Oleson y a Mavrokefalidis cuando ha habido que buscar sustitutos. Sus recursos económicos son inmensos en ese sentido.

El problema es que da la sensación de que Pascual no confía en sus jugadores tanto como ellos sí confían en su libreto, aunque les condene a veces al naufragio personal. Vamos por partes. Marcelinho Huertas era un base rápido, creativo, anotador… hasta que llegó al Barcelona y se le pidió que fuera Víctor Sada, cosa que no es. Juega completamente perdido y cohibido y en cuanto se sale del guion, se va al banquillo. Jasikevicius llega para aportar puntos y un poco de morro, pero no juega en casi todo el año. Tampoco juega Ingles, estrella en el Granada y sobre todo en la selección australiana. Se le ficha por una pasta, se le deja en el equipo pero acaba viendo los partidos en vaqueros porque no hay lugar para él, porque es un alero alto pero no es Mickeal y no hay plan B para jugar sin Mickeal.

Rabaseda volvió de su cesión tras un gran año en el Fuenlabrada. Hasta cierto punto es un símbolo de una cantera que no nutre de jugadores al primer equipo desde que Marc Gasol y Xavi Rey debutaron hace ya bastantes años… y ambos tuvieron que salir por la puerta de atrás. ¿Cuál es el rol de Rabaseda en el Barça? Difícil de saber porque tampoco juega, como no juega Abrines [aunque hemos sabido que sufría una tendinopatía]. Sinceramente, cuando me enteré de la lesión de Navarro, pensé que era la opción ideal para que Abrines se reivindicara como jugador estrella, como el mejor jugador europeo sub-20 que es según la FIBA. Pero no: Pascual no confió en él como no confió en Rabaseda ni en Ingles ni en Jasikevicius y acabó metiendo de titular a Navarro aunque estuviera cojo.

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Fue un error mayúsculo. ¿Por qué no confía el entrenador en su plantilla? Luego vimos que Ingles y Jasikevicius no eran tan malos, que igual podían haber jugado desde el principio y evitar el 10-0 inicial. Abrines tampoco es tan malo, créanme. Si tu estrella está lesionada, juegas con otros, confías en ellos… y si pierdes te vas con la cabeza muy alta. Los jugadores lo tuvieron claro, pero el entrenador no lo pareció. Solo se rindió a la evidencia cuando, tras siete minutos de juego, el parcial en contra con Navarro en pista era de -13, en dos tandas penosas de errores en defensa, tiros precipitados e incapacidad de generarse espacios porque, señores, estaba cojo. Punto.

Yo creo que el futuro del Barcelona pasa por Xavi Pascual… pero también creo que Xavi Pascual tiene que tomar decisiones sobre lo que quiere que sea su equipo. De entrada, si va a tener 14 jugadores, que sea porque cree en ellos y no porque no cree en nadie y va acumulando a ver si toca la lotería. Luego, la apuesta ha de ser por un juego más atractivo, que dé libertad a los jugadores, que no los acabe convirtiendo en máquinas sin corazón como sucedió con Ricky y ahora con Huertas, que no los sustituya al primer error como a Ingles o a Rabaseda… Y si quiere cambiarlo todo, que lo cambie, pero con sentido, que se sepa a qué ha venido cada jugador: el Barcelona necesita un anotador que complemente a Navarro, en el ocaso de su carrera; necesita un tres que pueda jugar en el poste si no confía en Ingles para sustituir a Mickeal; y necesita que Lorbek vuelva a ser Lorbek, o lo parezca.

Necesita talento, en definitiva, y no lo tiene tan lejos: Huertas, Abrines, Rabaseda, Tomic, Navarro… son jugadores de talento. Otros, con suficiente confianza, lo serían. Sí, puedes fichar a Spanoulis para darle todos los balones en ataque y que juegue cojo, pero esa no es la idea. El Barcelona tiene que rejuvenecer no ya la plantilla sino los jugadores habituales, tiene que saber dónde están sus límites antes de condenarlos al traspaso. Pascual puede hacer eso porque lo ha hecho ya antes. Lo que no puede hacer es ofrecer otros dos años de juego pésimo y sufrido para acabar apelando a la épica. Catorce jugadores, más de veinte millones de presupuesto, una pléyade de internacionales en cada puesto… y al final lo que queda es la épica.

Pues alguien está haciendo algo mal, lo siento.

* Guillermo Ortiz es filósofo y escritor.


– Fotos: ACB Media




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