"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
La temporada ha finalizado para los New York Knicks en las semifinales de la Conferencia Este, una tierra que no alcanzaban desde el año 2000. Llegaron la final del este aquella temporada, la última en el roster de la franquicia de la Gran Manzana de Pat Ewing, el baloncestista jamaicano más ilustre de todos los tiempos. Aquel año los Indiana Pacers de Reggie Miller acabaron con las aspiraciones neoyorquinas, el mismo rival que lo ha hecho este año. La diferencia está en que el hijo del país del reggae no juega en esta ocasión para los Knickerbockers, sino que lo hace en Indianápolis con el número 55 a la espalda. Su nombre es Roy Hibbert.
Como es habitual en lo que llevamos de milenio, los últimos partidos de la temporada NBA se jugarán lejos del Madison Square Garden. Parecía que la historia cambiaría con el primer título de la División Atlántico conquistado desde 1994 o con el gran momento de su estrella, Carmelo Anthony, pero esta sensación previa a los playoffs dista bastante de lo que se ha vivido en realidad.
Cuando ha llegado el momento de la verdad han pasado factura los problemas físicos de Amar’e Stoudemire y Jason Kidd ha atravesado la peor racha anotadora de su dilatada carrera al completar diez partidos con un 0 en su estadística personal. Pero, sobre todo, Mike Woodson ha sufrido la vuelta a la vida nocturna de J. R. Smith, quien tras ser nombrado mejor sexto hombre la temporada regular ha completado una postemporada para el olvido.
Enfrente estuvieron unos Pacers que son todo lo contrario a la franquicia neoyorquina: un equipo joven, con gusto por el sacrificio, el juego en equipo y la defensa rocosa. Ante la baja de Danny Granger, a priori la estrella de la plantilla, han dado el do pecho otros jugadores exteriores como George Hill, Lance Stephanson y Paul George, el Most Improved Player de la temporada. Entre otras cosas, estos tres hombres han ayudado a su equipo a dominar el rebote en cinco de los seis partidos de la eliminatoria ante los Knicks, una faceta en la que Roy Hibbert ha sido el absoluto protagonista.
Aunque el pacer de 2,18 metros de altura nació en el neoyorquino barrio de Queens, su padre era originario de Jamaica y él juega para la selección de este país centroamericano, a pesar de que podría hacerlo con el todopoderoso Team USA como hizo Pat Ewing, doble campeón olímpico (Los Ángeles ’84 y Barcelona ’92). Allí es compañero entre otros de Pat Ewing Jr., quien solo comparte con su predecesor el apellido, como bien han podido comprobar los aficionados del Blancos de Rueda Valladolid a principios del presente año.
Tras ser All-Star en el 2012 y firmar una gran actuación durante los playoffs de ese mismo año, el pasado verano los Pacers ofrecieron a Hibbert renovar por cuatro años y 58 millones de dólares, un contrato a la altura de los grandes pívots de la liga. Tras firmar este acuerdo, el pívot llegaba a la postemporada tras firmar una temporada regular discreta, motivo por el que empezaron a surgir las dudas sobre si se trataba de un nuevo jugador que aprovechaba unos buenos partidos para solucionar su carrera deportiva.
Pero los grandes jugadores aparecen en los grandes momentos y Roy Hibbert está demostrando que lo es, más allá de sus centímetros. A sus 26 años, el jamaicano-estadounidense encarna como nadie los valores que Frank Vogel quiere en sus jugadores, garra y lucha por encima de todo para cerrar el rebote y propiciar el contraataque rápido. Tirando de estadísticas, la importancia de este jugador en el momento de la realidad está siendo determinante, con sus 10,3 rebotes de media en la serie ante los Knicks como dato especialmente relevante.
El siguiente rival son los Miami Heat de LeBron James, Dwyane Wade, Chris Bosh y un largo elenco de especialistas en las distintas facetas del juego; una reedición de la semifinal de la Conferencia Este de la pasada temporada. Si de algo carece el equipo dirigido por Erik Spoelstra es de un jugador determinante en la pintura, por lo que todos los ojos estarán puestos en el número 55 de los Pacers.
Se trata del penúltimo paso para coronarse campeón de la NBA, algo que no logró Pat Ewing en sus 17 temporadas como profesional. El que probablemente sea el segundo jamaicano más famoso de la historia, por detrás del cantante de reggae Bob Marley, es uno de los miembros más destacados del ring-less club, el ficticio punto de encuentro de aquellos ilustres de la NBA que finalizaron su carrera sin proclamarse campeones en ninguna ocasión.
A partir del miércoles, Hibbert y sus compañeros lucharán ante Miami por conseguir algo que no tiene uno de los cincuenta mejores jugadores de la historia de la liga estadounidense, el anillo que reciben los integrantes del mejor equipo de la temporada.
* Gonzalo Carpio del Saz.
– Fotos: Michael Conroy (AP)
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