"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
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1.- Madrid exhibiéndose, Málaga diluyéndose. Víctimas ambos del Borussia Dortmund en Europa, aunque con actuaciones bien dispares, podría haber sido un duelo igualado si no fuese porque las dinámicas ya andan tan opuestas que el resultado final (6-2) sorprende poco. Y si el Real Madrid se gusta en esos tramos finales de Liga de baja tensión -recordando las exhibiciones del curso 2010-2011-, el Málaga suena a proyecto en fase muy dubitativa.
2.- Suena a algo más que a fin de temporada, con la amenaza de la UEFA en el horizonte, Pellegrini en el bazar de los entrenadores, un par de figuras con el petate hecho y el jeque con sus proyectos. Un conjunto espléndido y robusto ha ido a terminar en porcelana rota, sin que acertemos a saber si tendrá continuidad sencilla. A cortísimo plazo, su defensa para los tres partidos finales ha salido resquebrajada del Bernabéu, del que se va con seis tantos encajados y casi un pleno en el porcentaje de faltas y tarjetas.
3.- Al Madrid le han bastado dos minutos para abrir el marcador, quince para encajar a balón parado y poco más de treinta para exhibirse en su faceta más sutil y esplendorosa, con Özil y Cristiano en modo deslumbrante, dueños de los espacios que el Málaga les entregaba para regocijo de la parroquia, que empezó la tarde con sinfonía de viento y la concluyó con ovación a su estrella, 200 goles en 197 partidos, las cifras de la bestia.
4.- El partido ha relatado nuevamente virtudes y deficiencias del equipo de Mourinho. Su rapidez física, la velocidad triangulando en el último tramo y la ligereza de los pies calientes en el área rival como virtudes. La fragilidad a balón parado y la tendencia a encerrarse en cuanto se avanza en el marcador, como defectos.
5.- A la máxima potencia virtudes y defectos, el desarrollo del partido ha vivido todas las fases por las que acostumbra a transitar el Madrid en esta Liga: un primer gol sin demasiada reflexión previa; el paso atrás preceptivo; el bofetón a balón parado; el aplastamiento posterior, que genera ocasiones o errores ajenos; el repliegue voluntario para contragolpear sin piedad; la intrascendencia de los minutos perezosos; y el sometimiento final.
6.- En dicho trayecto, golazos. El de Antunes con su pierna menos buena en zapatazo fenomenal; el pase de bailarín de Benzema previo al 4-2; y la pausa letal de Özil en el contragolpe que desemboca en el 3-1, con Cristiano de asistente milimétrico y el alemán parando en pleno vértigo, guiño y amague, regate y sentencia. Más que en la velocidad o el gesto técnico, precisos y fulgurantes, su acierto ha consistido en tomarse la centésima necesaria, centésima asesina, para parar. En esa pausa ha estado el Özilazo.
7.- El Málaga, mermado por la lesión de Willy Caballero, que en paradójica sucesión de incidencias ha desembocado en el 2-1; la expulsión de Sergio Sánchez y el desacierto de Iturra como lateral, ha facilitado el juego interior del Madrid, en el que Modric ha destacado por su dirección del juego, con las espaldas bien cubiertas por Xabi y Essien. El trío ha manejado el partido con fluidez desde que el Málaga se quedó en inferioridad y bajó los brazos sin cerrar por dentro, aunque es muy probable que si lo hubiera hecho el Madrid le habría desbordado por el exterior.
y 8.- La lesión en el tobillo de Özil es un peaje serio para un equipo que en semana y media peleará por su segundo título de la temporada en medio de un barullo asombroso, donde se auscultan más los decibelios al banquillo que las ovaciones a su goleador, quizás porque se ha instalado la sensación firme de que la etapa de Mourinho pertenece al pasado y la de Cristiano al futuro.
– Foto: Elisa Estrada
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