1.- Partido gris. Gris claro del Atleti, gris oscuro, casi negro, del Besiktas. El Atlético se movió en la escala. El Besiktas permaneció inalterable en las tinieblas de la mediocridad. Los pupilos del Cholo no necesitaron de maravillosos alardes técnicos para vencer, ni siquiera del complejo ejercicio de fe que profesa habitualmente este conjunto. Hoy, siempre gris, pero de menos a más.
2.- El Besiktas trató de intimidar al Atleti desde el principio. Salieron a morder. Y no al balón, sino al contrario. Durante el paso de los primeros minutos, el equipo de Carvalhal fue agresivo en sus acciones, quería demostrar aquello del infierno, pero nada más lejos de la realidad. Este argumento fue desplomándose con el paso de los minutos. Mientras, alguna aparición de Simao -hoy, con más libertad- y destellos de delantero-referencia de Hugo Almeida -después, sumido en la desesperación- pusieron en duda la superioridad del Atleti.
3.- Ejercicio de superioridades. Una vez más, en la derecha. La ventaja por ahí era notoria. Juanfran ejercía de carrilero para que Koke distrajera por el centro y Adrián se dejara caer en banda. Visto en los de Simeone hasta el hartazgo. Sin demasiado uso hoy por desatención del ataque en virtud del repliegue. Coherente con el resultado en Madrid y la idea de juego de Simeone: primero, ganar.
4.- Sin argumentos, sin música. Sin identidad. Este Besiktas había perdido las cuerdas de su guitarra. Manuel Fernandes, teórico hombre orquesta, requería el balón al pie; Toraman y Kavlak no ofrecían una salida amable para el Besiktas que, hundido en la miseria de su juego, pateaba piernas rivales. Definitivamente, la sinfonía no iba a sonar para los turcos. Estaban desactivados en su propio infierno, envueltos en un fango de juego que les inundaba cualquier idea.
5.- Carvalhal lo intentó con muchos delanteros, con Fernandes de enganche, con Simao en ambas bandas… Así, con una maquinaria desengrasada, desordenada y nerviosa. El Atleti no funcionaba con brillo. Se limitó a una buena dosis de pragmatismo. Con Arda como pausa, pausa casi eterna en sus recepciones, demostrando que la velocidad mental en fútbol es aún más importante que la de piernas. Le bastó.
6.- El menos gris fue Juanfran. El jugador que marca la llegada del Cholo. Defiende, ataca, crea, llega, crea superioridades desde la derecha. Rinde a un nivel altísimo en cualquier partido. Hambre. Virtud esencial. Sacó, mientras oteaba el horizonte desde la frontal del área, un pase inmaculado para Arda que generó el 0-1. Y fe. Toda la del mundo.
7.- Durante la segunda parte, el arreón del Besiktas nunca llegó. Y el Atlético fue creciendo. De poco a mucho hasta hacer rondos en tres cuartos de campo rival. Espacios ocupados, toques cortos y ocasiones. Tardó en materializarlas, pero llegaron un sinfín de ellas. El Besiktas era la marioneta en manos del artista que hoy había montado un número para asegurarse el aplauso del auditorio. Así, gris, se bastó el Atlético para vencer en un parte (la primera en el Calderón) a un equipo timorato en la ida; impedido, por falta de facultades, en la vuelta.
y 8.- Míchel, hoy entrenador del Sevilla, suele asegurar: «Un equipo está hecho de equilibrios: significa jugar bien con y sin balón, jugar bien ofensiva y defensivamente, ser psicológicamente fuertes, ganar partidos, sobre todo los importantes«. El Atlético viene demostrando que parece saber de eso. Gris en la creación, en el sentido del fútbol total, pero gratificante ejercicio de pragmatismo.
– Foto: At. Madrid
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