Compañero en la pesadumbre,
Lo de Abidal también me ha tocado, como me alcanzan, por fuerza, tantas tristezas ajenas, sea cual fuere su causa. Y me molesta precisarlo: Al margen de colores, pigmentaciones, culturas y cuantas circunstancias desees añadir. Además, en su justo término, por el lado humano y solidario. Un tío tan majo, deportista ejemplar, joven padre de familia y muestra válida en la capacidad de superación, no merece ese palo. Nadie lo merece, claro, pero a mi me educaron en otro disfrute del futbol. El del fair play, la perfecta metáfora de vida y el denostar de las bajas pasiones. Con la vida delante, cada cual halla sus limitaciones, sus listones particulares como saltadores eternos de alturas que están ahí, sólo para probar tus fuerzas y ser superadas. A propósito del lateral, tanta maldad desde los abominables foros de comentarios puede con mi moral y perseverancia. Lástima que este deporte, fácil de conocer y vibrante cuando lo practican expertos con criterio, sea pasto fácil para fascistas, violentos y descerebrados. Ahora mismo, Andoni Iraola se ha marcado una jugada personal a lo George Best. Sen-sa-cio-nal. ¿A mi qué más me da si juega con el Athletic, mi equipo o el once de un barrio asiático? Lo disfruto en su belleza y me pongo en la piel de los henchidos incondicionales de su club, encaramados al séptimo cielo. Como antes con la jugada de Muníain que el Siete Pulmones De Marcos no ha podido materializar por simple y humano desequilibrio. ¿Debería insultarle, condenarle a galeras? Jamás, sólo comprenderle. Nadie más interesado que él en convertir ese balón en gol, seguro. Como lo ha conseguido Llorente en el voleón enorme cruzado que ya parecía el olvidado gol del cojo, firmado por coraje y vergüenza torera, o sea, deportiva.
Para apoyarte en tus postulados, ondeo como bandera el socrático sólo sé que no sé nada aunque no sea lección acorde a estos tiempos regidos por Goldman & Sachs, un par que no son ni Uriarte & Rojo, Charlton & Best o Argote enviando dulces bananas desde la izquierda, si dejo que se me vaya la pinza. Qué más quisieran, eso les elevaría a la humana categoría negada por su codicia. Veo a dos equipos pelear sin reservas, trucos ni ambages y se me vuelve a hinchar el pecho contraído por Eric. Por cierto, ¿qué entienden por triunfo? Prefiero que me suene de fondo, sin ser mi estilo ni pasión, una señora artista llamada María Dolores Pradera cuando cantaba aquello de no se estila, ya sé que no se estila, estribillo donde agarrar una serie de rutinas anacrónicas, perdidas en el baúl del tiempo pero que deberían ser eternas. Intentar la coherencia en nuestra práctica, eso es triunfar, aunque nadie lo crea y nos quedemos solos en la reivindicación. Costumbres razonables y convenientes para el progreso del género. Humano, por supuesto. Da igual, contra ciertas convenciones equivocadas, contra los aniquiladores de la razón, me quedo con la cara de emocionada felicidad de los leones y su público en la Catedral de las grandes noches. Morcilla a los intolerantes que sólo desean leer, ver y gozar aquello que rema a su favor, en beneficio de sus agujereadas vísceras. Viva Abidal, viva el Athletic, viva la vida con Coldplay o sin él. Contra nuestra limitada humanidad, lo sublime que nos aporta este juego. Contra los que desean meternos en trincheras aborrecibles, abramos el campo y pase largo al extremo, que corra la banda hasta la cal y centre atrás, que alguno vendrá a rematar con la fuerza del conocimiento, con la belleza del corazón, que diría el principito de Saint-Exupery. A los cerriles, mi desdén. A los demás, la complicidad en todo lo bueno y malo que hemos vivido esta tarde, tanto como para recordarnos la grandeza de estar vivos.
Te mando el ánimo mayor de mi stock. Mañana volverá a salir el sol. Los intolerantes, ni lo intuyen, en su cerrazón no entra la luz. Quienes pasan por este barrio con ánimo de mejorar al compañero, al desprotegido, al sufriente, lo saben perfectamente, confortados por su calor. Allez, Eric. Gora, Athletic. Sin saber euskera y teniendo el galo oxidado, mira, eso que me sale. Los oportunistas esperarían al final del match para subir al carro ganador. Quedan aún diez minutos y ahí va, con mi abrazo.
San Mamés, jueves 15 de marzo de 2012
E-pistolario:
– Foto: Athletic Club
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