"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
Sin que puedan calificarse de eliminatorias “suaves”, los enfrentamientos de cuartos de final de Champions que ha protagonizado el Barça en años recientes han sido menos espinosos, en general, que los de octavos. Es probable que la causa radique en la categoría de los rivales, aunque repasando los últimos seis contrincantes de cuartos a los que se ha enfrentado (Benfica, Schalke, Bayern Munich, Arsenal, Shakhtar y Milan) nadie lo diría. Sufrió más el Barça para dejar atrás los partidos de octavos que los de cuartos y la categoría de los rivales pudo tener influencia, pero imagino que también la trascendencia del duelo: pasar de cuartos significa olisquear ya la final y, a medida que ha ido creciendo, este equipo se ha ido haciendo más selectivo, como bien pudimos comprobar el pasado sábado en Vigo, pues también al Barça le parece larga la Liga…
Todavía con Guardiola al frente, el equipo mostró ese doble rostro la pasada temporada: agresivo e intenso en las noches más importantes, pero destensado y tierno en los partidos menos trascendentes. Si dijéramos que eso le costó el título de Liga pasado quizás no estaríamos lejos de la verdad y, posiblemente, retrataríamos una realidad inevitable en el deporte: nadie consigue rendir siempre al máximo de su potencial. Sea por esta razón o por otras, el Barça de las últimas temporadas superó a los contrincantes de cuartos con relativa amplitud y tiene hoy un nuevo reto apasionante: enfrenta a un muy buen equipo, lleno de jugadores de renombre, y lo hace animado por su brillante remontada frente al Milan e imagino que, también, consciente que una nueva actitud blanda y tierna como la de San Siro podría resultar irreversible. La ausencia del líder Vilanova ha servido para justificar casi todo: desde las dificultades razonables, por supuesto, hasta aquellas desatenciones más que inesperadas, en lo individual como en lo colectivo. El retorno de Tito debería significar el regreso de la regularidad en la tensión competitiva del equipo.
– Foto: Portada diario L’Equipe
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