"La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora, ponte en marcha”. Johann W. Von Goethe
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Si para algunos ya es difícil marcharse de casa, imaginen hacerlo dos veces.
Eso es lo que va a tener que afrontar Elena Delle Donne (Wilmington, Delaware, 1989) en las próximas semanas. Será elegida, casi con total seguridad, en segundo o tercer lugar del draft de la WNBA que se celebra el 15 de abril (el número uno pertenece a Brittney Griner, capaz de hacer cosas como estas). Su destino será Tulsa o Chicago. Y cuando acabe la temporada, allá por el otoño, rumbo a Europa. Ni siquiera la mejor liga femenina del mundo tiene grandes sueldos.
La recién terminada carrera universitaria de Delle Donne ha quedado marcada por una nostalgia inicial que le hizo renunciar a un lugar con el que sueñan muchas jugadoras.
En el verano del 2008 era la mejor jugadora de instituto del país. Todas las grandes universidades querían reclutarla, conscientes de que con ella en sus filas sus opciones aumentaban considerablemente. Lo consiguió la mejor: la Universidad de Connecticut. Y hacia el noreste de Estados Unidos viajó la joven jugadora en agosto para comenzar su aventura. Pero algo falló. A las 48 horas, Elena abandonó el campus sin decirle nada a nadie y se volvió a casa. Renunció a su beca y a los más que probables títulos que podía conseguir en UConn.
¿La razón? Su familia. Más concretamente su hermana mayor, Lizzy, que sufre de parálisis cerebral además de ceguera. Su estrecha conexión con ella le hizo renunciar a un éxito casi asegurado en la NCAA. Incluso llegó a dejar el baloncesto: no tocó un balón en cinco meses. Se matriculó en la Universidad de Delaware, en su estado, a 20 minutos de casa, y jugó durante el curso 2008-2009 al voleibol. Mientras, UConn ganaba el título cinco años después de hacerlo por última vez.
Más centrada, al abrigo de su familia, Delle Donne no tardó en volver a jugar al baloncesto, pero el panorama había cambiado radicalmente. Ya no formaba parte del mejor equipo del país (en realidad nunca llegó a hacerlo), sino de las Blue Hens, un equipo sin pasado y sin presente que no había ganado ni un partido del torneo de la NCAA en toda su historia, pero que ahora se había encontrado con un regalo que iba a poner a la universidad en el mapa baloncestístico estadounidense.
El resto ya es historia con mayúsculas de la Universidad de Delaware y de la NCAA.
“Muchos recordarán su juego, pero todos deberían recordar cómo inspiró a un equipo, a una universidad y a un estado”, decía a través de Twitter Swin Cash, dos veces medalla de oro olímpica con la selección estadounidense y posible futura compañera en los Chicago Sky, tras su último partido universitario el pasado sábado.
Detrás dejaba cuatro años, los problemas causados por la enfermedad de Lyme y unas marcas que la colocan entre las mejores jugadoras que han pasado por la NCAA. Ella ha sido el alma del equipo de Delaware y la que ha liderado el ascenso de sus compañeras hasta quedarse muy cerca de la final a cuatro de esta temporada, algo que hubiera sido una gesta importantísima.
Cuando se hizo público el bracket del torneo del 2013, un enfrentamiento se divisaba en el horizonte: UConn-Delaware. Delle Donne contra la que pudo ser su universidad. Pero para llegar allí, Delaware tenía que ganar tres partidos. Ganó los dos primeros, con 33 puntos en cada uno de ellos de su estrella. Y estuvo cerca de conseguir la tercera victoria y acceder al partido que todos esperaban, pero Kentucky fue demasiado hasta para la alero de 1.96 m., que volvió a anotar 33 puntos. Segundos antes del final del partido, su entrenadora, Tina Martin, la sustituyó para que se llevara la ovación del público. La ciudadana más famosa de Delaware, con el permiso del vicepresidente Joe Biden, ponía punto y aparte a su carrera.
El siguiente paso la llevará lejos de Delaware, a un entorno profesional en el que la nostalgia familiar no es una opción y las segundas oportunidades escasean. Le toca volver a marcharse de casa. No es la primera deportista joven a la que le cuesta hacerlo, ni será la última.
*Darío Ojeda es periodista.
– Fotos: Jessica Hill (AP) – Captura ESPN
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