Karim Benzema es inescrutable. Grande y aniñado, saber lo que pasa por su cabeza es hacer la pregunta incorrecta. Qué importa. Cuando mete goles, sonríe como un zorro. Cuando no, vaga por el césped hasta parecer deprimido, pero solamente está seco, carente de razones. Puedes apostar a que fuera del campo es difícil distinguir si viene de un gatillazo o de ganar la Décima. Y en un chaval tan sencillo, no caben cosas tan inventadas como un himno. Es otra vez hacer la pregunta incorrecta. Más bien, la cuestión sería: ¿por qué Karim iba a cantar la canción de la patria, una patria como otra cualquiera, incluso una tan señera pero llena de hijos de ultramar, de chicos de arrabal y garçones de la ira? ¿Cómo va a cantar el futbolista el himno, si el icono ya no es la bandera sino él mismo?
Discrepo básicamente de la teoría de la nostalgia, pese a que dicen que su primer año en Madrid fue malo porque el chico se comía el tarro y no se adaptaba. Curso debut aparte, más bien parece que no piensa demasiado, lo cual es una buena cualidad para ser futbolista y más para ser ariete. Cabe recordar que si el delantero piensa, no marca. Y a Benzema le sobran toneladas de talento y gol como para tener que andar filosofando, defendiendo la causa personalista de Mourinho o las cuestiones de la patria francesa de su selección. La vacuidad endémica del futbolista medio, frecuentemente incapaz de hilar dos frases recordables, al menos los libra de inventos como el nacionalismo y otras hierbas decimonónicas. En general, ni entran ni salen en política. Oleguer sería justo lo contrario. Salva Ballesta también.
Al punto, no es una cuestión ideológica, sino de simple languidez. Quizá las declaraciones de Karim fueran algo temerarias, sabiendo de dónde viene, pues La Marsellesa es santo y seña de los símbolos nacionales, pero nada más lejos de la libertad. Como tampoco parece tener demasiado sentido pedir sentimiento de adhesión y amor a los internacionales, cuando ir a la selección es más bien un ascenso o un bonus de trabajo, ya no una decisión o una opción personal. Probablemente, él tenga razón y la cuestión sea tan simple como volver a meter goles, pues últimamente Benzema no atraviesa su mejor momento ni con les bleus ni con el Madrid. Quizá el remedio para los agitadores sea tan simple como ése. No me resisto a citar entonces a Samuel Johnson por boca de Kirk Douglas en Senderos de Gloria: “La patria es el último refugio de los canallas”.
* Carlos Zumer es periodista.
– Foto: Le Monde
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