"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Hay un periodismo tan pequeño que no se respeta a sí mismo. Confunde valor y precio e imprime tanta mezquindad como sus lectores quieran comprar. Hay un fútbol tan pequeño que insiste en que no importa jugar bien. Ganar es tan importante que el juego es tan sólo todo lo demás. Hay una prensa tan pequeña que tiene por costumbre incendiar lo que encuentra, porque lo que arde brilla más y mejor. Por cada portada en el quiosco o en la red, una consigna, una soflama o un slogan. Hay entrenadores tan pequeños que olvidan los códigos cuando pierden. Algunos incluso tienen el atrevimiento de poner públicamente en duda los logros pasados de un compañero. Hay aficiones tan pequeñas que no saben admirar los méritos del rival. Aducirán cualquier tipo de componenda para no exigirse a ellos mismos y a los suyos. Hay entornos tan pequeños que parasitan y medran cuanto pueden. Comen del rédito ajeno y beben del jaleo del río y los pescadores.
Hay ligas tan diminutas que no les importa no ser competitivas. Duermen en brazos de las teles y acaban aburriendo hasta a la oligarquía a la que miman. Hay competiciones tan minúsculas que se permiten el lujo de olvidarse del hincha. Lo someten sin pudor a un invierno de malos horarios y de precios de país de nuevos ricos. Hay dirigentes tan enanos que destruyen en dos tardes el esmerado discurso de silencio y respeto construido durante años. Se echan al monte sin atisbo de vergüenza para hacer valer unos intereses que ya han pisoteado ellos mismos. Hay presidentes tan ínfimos que mecen la cuna y cargan al mensajero con la mala nueva, disparándole luego si es necesario. Alegan que Roma no paga traidores pero olvidan que ellos mismos urdieron la traición. Y hay hombres tan chiquitos que sólo hablan por boca de otros. Ni siquiera se atreven a quitarse del todo la máscara cuando les preguntan por sus voceros, a los que dicen secundar con la boca pequeña.
Resulta que la prensa de Barcelona era como la Madrid, y que los perdedores de ayer gastan el mismo discurso que los perdedores de hoy. Resulta que, además, todos los perdedores acaban hablando igual. Y resulta que la prensa catalana sigue siendo la prensa catalana salvo cuando gana, que es como invitar a comer cuando paga la empresa.
* Carlos Zúmer es periodista. En Twitter: @CarlosZumer
– Foto: Diario Noticioso, Curioso Erudito y Comercial Público y Económico. 1758 (Historia gráfica de la prensa diaria española, de Fermín Vilchez)
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