"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
Tras varias semanas fuera de forma, Leo Messi ha ido regresando a su mejor estado físico, fruto de la decisión técnica adoptada a finales de diciembre, cuando se le decretó un prolongado descanso navideño y un plan de trabajo específico, casi al estilo de pretemporada. La causa de esta decisión fue la acumulación de un gran desgaste después de tres temporadas y media con escaso reposo en las que el jugador argentino disputó 222 partidos entre agosto de 2008 y diciembre de 2011.
El desgaste de Messi no sólo era físico, sino también emocional: es un futbolista que ama el balón hasta el punto de exigirse por encima de cualquier medida razonable; Messi no rehuye ninguna responsabilidad por difícil que sea el partido, ni está dispuesto a concederse tregua alguna en su lucha por batir récords, un reto al que también ha contribuido el fenomenal rendimiento de Cristiano Ronaldo. Dado que Messi es reacio a perderse ningún partido regular, ni siquiera a ser sustituido, el equipo técnico se propuso otorgarle un descanso prolongado. Así, tras la final del Mundial de clubes en Yokohama, Messi recibió instrucciones para reposar por completo en los siguientes 15 días: llegó a Rosario el 19 de diciembre y regresó a Barcelona a media tarde del 2 de enero. Durante esas dos semanas cumplió las instrucciones del club: ni tocar un balón, ni hacer ningún tipo de ejercicio. Sólo reposo.
DESPRESURIZACIÓN
Su retorno resultó complejo. Despresurizado al máximo, regresó con hambre de balón, pero las peripecias alrededor de una gripe intestinal en las horas previas al Barça-Osasuna complicaron esa vuelta al trabajo. Coincidiendo con la etapa siempre más dificultosa para las plantillas de Guardiola (enero y la primera quincena de febrero), el estado físico de su gran estrella era el propio de una pretemporada. De pronto, su explosividad parecía haberse evaporado y era cierto: se había evaporado a causa del descanso, por otra parte imprescindible para permitirle recuperar el desgaste de esos tres años y medio consecutivos en los que encadenó temporadas larguísimas, con el Barça luchando prácticamente siempre por todos los títulos en juego, y veranos en los que disputó Juegos Olímpicos, Mundial y Copa América.
En frase simbólica, Paco Seirul.lo, el decisivo preparador físico del Barça, explicó en su momento que “nuestros jugadores nunca están gloriosos, pero jamás bajan del 70%”. Esta definición marca el tipo de trabajo que se realiza en el Barça desde hace muchos años: la búsqueda de la regularidad en la condición integral del jugador, sin grandísimos oscilaciones. Podríamos expresarlo en la siguiente horquilla: no bajar del 70% y no subir del 90%. Este fue el caso de Leo Messi: el descanso y la posterior readaptación paulatina al ritmo competitivo, así como introducción de determinadas cargas, le mantuvieron durante algunas semanas en ese umbral mencionado del 70% de forma. Sus actuaciones, pese a un hat trick logrado en Málaga, se resintieron de manera visible. A simple vista parecía un poco más lento y menos explosivo de lo habitual y su porcentaje de eficacia se redujo a niveles poco habituales, con la excepción de Málaga.
Inquiridas fuentes del vestuario al respecto, nos respondieron en enero que Messi se encontraba como en pretemporada y que su regreso a la plena forma se produciría a mediados de febrero. El calendario previsto se está cumpliendo, pues en los últimos partidos de febrero ya se vio un Messi mucho más próximo a su mejor versión física, con mayor agilidad y velocidad, lo que ha redundado en una mejora de la eficacia rematadora. De acuerdo con la horquilla de Seiru.lo podríamos establecer que ya se encuentra al 80-85% de forma, camino de ese 90% que suele alcanzar en los momentos decisivos de la temporada, como le ocurrió en diciembre pasado o en las tres últimas primaveras.
ADAPTARSE A LA ELITE
Una de las claves en el prolongado alto rendimiento del jugador argentino, desde que Guardiola está al frente del equipo, es el plan de prevención que se estableció a su alrededor. Hasta aquel momento, Messi había sufrido episodios graves de roturas musculares, especialmente en febrero y marzo de 2006, que le apartaron de la final de Champions de París, pero también en diciembre de 2007 y marzo de 2008. Doctores que conocieron aquellos casos nos explicaron que Messi fue víctima de varias circunstancias. La primera, bastante prisa por recuperarse, algo innato en cualquier futbolista lesionado, lo que significó, en 2006, que una simple elongación del isquiotibial se convirtiera en una pesadilla de pequeñas recaídas que le dejó fuera de combate hasta la siguiente temporada. La segunda, la necesidad de aprender a cuidarse como futbolista de alto nivel: comida, hidratación, descanso, el denominado ‘entrenamiento invisible’ del deportista, así como dedicación plena a tareas de prevención y recuperación en manos expertas. Es decir, cuidar el cuerpo como herramienta de trabajo.
Por último, y quizás más importante, los doctores del Barça advirtieron un exceso de tensión muscular en las piernas que aceleraba la fatiga y le limitaba para realizar esfuerzos máximos muy continuados. Tras cada encuentro, sus isquiotibiales eran víctima de elevada fatiga y un determinado acortamiento por tensión. Los mismos doctores diagnosticaron que una gestión inteligente convertiría el problema en irrelevante. Uno de ellos recuerda aquella etapa y sus precedentes en categorías inferiores: “En poco tiempo, Messi sufrió varias lesiones en la misma zona aunque debemos precisar que en las categorías inferiores de la cantera del Barça estuvo varias temporadas jugando del mismo modo y sin sufrir ninguna lesión muscular. Lo que ocurrió es que Messi posee varios factores de riesgo: la explosividad, su rapidez de movimientos en el gesto deportivo, su velocidad. En categorías inferiores podía hacer las mismas jugadas sin necesidad de emplear tanta explosividad. Pero en el primer equipo pasó a hacerlas exprimiendo al máximo sus capacidades físicas, el cambio de ritmo, su dribling, capacidades innatas pero a la máxima velocidad. Y tuvo que aprender muscularmente a realizar dichas jugadas del modo más rápido posible y frente a rivales más contundentes. Sus músculos necesitaron adaptarse a ese nuevo ritmo”.
PLAN DE PREVENCIÓN
A partir de la llegada de Guardiola al primer equipo se aplicó a Messi un plan intensivo de prevención y cuidados de la salud. Comida, hidratación y reposo pautado se unieron a un exhaustivo trabajo preventivo. Juanjo Brau se convirtió en su sombra, no sólo en el Barça sino en cualquier desplazamiento con la selección argentina. Cada día, Messi trabaja durante los 45 minutos previos al entrenamiento y los 30 posteriores con Brau, movilizando articulaciones, relajando tensión muscular y poniendo a punto sus extremidades inferiores. Miembros del vestuario blaugrana le destacan como un fenómeno fuera de serie en cuanto a dedicación esmerada en el cuidado de su cuerpo. Lo que era un problema serio se ha transformado en un trámite, pero a base de muchísimo esfuerzo sordo y diario.
Tampoco ha sido ajeno a ello el proceso evolutivo seguido como jugador. Lo que en 2005 y 2006 era un delantero que corría 90 minutos seguidos a máxima velocidad, fuese en acciones propias, fuese persiguiendo defensas rivales, ha mutado -por decisión explícita del entrenador- en un atacante que se mueve muchísimos minutos del encuentro al trote, e incluso caminando; que se ubica en zonas centrales del campo como punto de partida, con asociaciones de muy corto recorrido con Xavi y compañía; y que sólo prodiga sus legendarias aceleraciones y gambeteos veloces unas pocas veces por partido: las elegidas. Aquel Messi frenético durante hora y media sólo se prodiga ahora en los momentos necesarios: ha aprendido a seleccionar esos momentos. Las mediciones con que cuenta el equipo técnico muestran un descenso significativo del número de esfuerzos explosivos que realiza el jugador por encuentro. Como resultado, su fatiga muscular se ha reducido exponencialmente y es capaz de afrontar 60 encuentros por temporada con reducidos riesgos de lesión, al contrario que hace un lustro. De hecho, y al margen de lesiones traumáticas y golpes, sólo una sobrecarga en el recto interno en agosto de 2009 y una elongación en el abductor en noviembre del mismo año se le contabilizan como lesiones musculares en estas tres temporadas y media con Guardiola.
– Fotos: Miguel Ruiz (FC Barcelona) – Felipe Trueba (EFE) – El Mundo Deportivo
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal