"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
Siempre se ha entendido la velocidad como la capacidad de recorrer la distancia entre dos puntos en el menor tiempo posible. Esa se ha creído que es la definición general de velocidad, pero solo definimos la velocidad de desplazamiento, una de las distintas capacidades psicofísicas por las que está formada la velocidad en el fútbol. Este juego no es una carrera de 100 metros donde el más rápido es el que más corre. El fútbol es un deporte mucho más complejo donde no todo es lo que parece. Entonces, jugando a fútbol, ¿quién es más rápido? ¿Obafemi Martins o Xavi Hernández?
Yo definiría la velocidad en el fútbol como la capacidad para sacar ventaja espacial y temporal al opositor en un momento del juego determinado. La velocidad es una herramienta para regalar superioridad posicional a nuestros compañeros. Habrá ocasiones en las que correr más rápido que nuestro par nos dotará de espacio y tiempo para actuar. Pero esas situaciones son la excepción. Para ser rápidos jugando a fútbol, la velocidad de nuestras piernas no es trascendental, como si lo es la velocidad de nuestra mente. Pensar rápido nos ayudará más en el juego que correr rápido. Pero lo que más nos ayudará será pensar bien, tomar la decisión correcta. La velocidad es eficacia.
Es muy importante la interpretación del juego para tomar buenas decisiones y a gran velocidad. Entender y conocer el juego para poder actuar mejor y a más velocidad. Siempre hemos considerado el proceso de percepción clave en la toma de decisiones. Analizar el entorno en el que nos encontramos para luego escoger la mejor opción. Ese es un mito que se ha roto recientemente. Según unos estudios de neurociencia, las decisiones están ya tomadas una vez comienza el proceso de percepción. Es decir, se toman decisiones semi-inconscientemente.
Ante la inexistencia aparente del proceso de percepción en el fútbol, debemos seguir tomando las mejores decisiones posibles y a la mayor velocidad. Es más importante decidir bien que decidir rápido; decidir bien favorece más al juego que hacerlo rápido y mal. Para que unos jugadores actúen bien y rápido ante un entorno, han debido estar allí antes. Deben haber vivido ese contexto en los entrenamientos, conocerlo, y en base a ello escoger mejor. Acumular experiencias (vivencias de las que se aprende) permite conocer el entorno e interpretarlo mejor. Saber cómo actuar en una situación determinada te va a permitir decidir más rápido, incluso desde la inconsciencia. Nosotros no conocemos las decisiones a tomar en ese contexto, sino que conocemos las distintas opciones; el proceso de toma de decisiones no desaparece, no jugamos de memoria. Es importante entrenar situaciones que se den en el partido para que el futbolista ya haya acumulado experiencias en ese entorno que le ayuden a tomar mejores y más rápidas decisiones. Para esto tenemos que tener en cuenta las propensiones, que nos ayudan a fomentar unos comportamientos determinados provocándolos de manera que la naturaleza del juego no se ve alterada, de forma global. Esas experiencias harán que el futbolista sepa qué pasa en cada momento, sabe qué opciones son las más adecuadas.
Mediante estos entrenamientos basados en la acumulación de experiencias, el futbolista descubre (guiado a menudo) cómo actuar. Aprende a interpretar el juego. Acumula una cantidad de conocimientos que nutren su cultura táctica. La cultura táctica es el conocimiento y entendimiento del juego, y como pensar en un partido es muy difícil por la oposición directa, la cultura táctica nos ayuda a actuar de forma inconsciente. La cultura táctica nos permite anticipar situaciones del juego, saber qué va a pasar antes de que suceda, para poder reaccionar antes. El juego primero pasó por nuestra cabeza, lo vimos antes de que sucediese dentro del campo. Reaccionamos antes y nos anticipamos porque el estímulo nos llega antes, debido a nuestra cultura táctica y conocimiento del juego y el contexto.
Desde mi humilde opinión no basada en estudios de la mente, la velocidad en el fútbol no es más que una herramienta que nos permite sacar ventaja posicional. Habrá veces que la pausa será velocidad, ya que dispondremos de más tiempo para actuar. La velocidad en el fútbol es toma de decisiones, una toma de decisiones carente de proceso de percepción, que se realiza desde el instinto. La tarea del entrenador es hacer que ese inconsciente sea lo más consciente posible, haciendo que el futbolista viva en los entrenamientos lo que vivirá en los partidos y esa adquisición de cultura táctica le permita sacar ventaja el domingo. Para que una decisión dé velocidad, debe ser correcta: nuestro objetivo es disponer de más tiempo en la siguiente acción, y si decidimos mal no lo conseguimos. Por eso Juanma Lillo hace tanto hincapié en que a veces la velocidad es freno, porque conlleva errores frecuentes, volver a empezar, no sacar ventaja. Por ejemplo, Valerón no decide a gran velocidad, pero suele decidir bien y regala espacio y tiempo a sus compañeros, por lo que sus lentas decisiones dan velocidad al juego; así que el Mago de Arguineguín es rápido jugando a fútbol. También es importante la anticipación mental para dar velocidad al juego. Muchos creen que el objetivo es acortar el tiempo entre el estímulo y la reacción. ¿Para qué? ¿Eso es posible? ¿Y si hacemos que el estímulo nos llegue antes? Podríamos actuar con más tiempo y probabilidad de éxito. Y para que el estímulo llegue antes hay que anticipar, conociendo e interpretando bien el juego.
La velocidad en el fútbol es un concepto muy global. Según la situación del juego, obtendremos ventaja mediante un tipo de acción u otro. A veces corriendo más, otras frenando en seco; unas jugando a un toque, otras conduciendo para atraer y soltar; pero generalmente viendo el fútbol antes y tomando buenas decisiones. Y para conseguirlo, la cultura táctica es un aspecto imprescindible.
* Enric Soriano.
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– Fotos: EFE
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