"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
Amigo Fede,
Las chicas del Rayo C están en la calle esperando que la señora de la limpieza acabe de tomar café y les abra el vestuario. Hace un frío del demonio a estas horas de domingo (son las 8 de la mañana) aquí, en El Pozo del Tío Raimundo, rincón mítico de un Madrid tierno que no volverá. Son cosas del fútbol. Convocadas a las 8, ya vamos por la media hora de espera al café con leche de la señora de las llaves. En fin, nuestra forma de ser.
El incidente me permite contestar tu prolífica producción epistolar. Me dio que pensar lo que escribiste sobre el revisionismo. Te lo diré a mi manera: los revisionistas son los grandes vencedores porque de ellos es la confusión. Estos no son tiempos de verdades ni certezas, así que una buena duda tiene todas las de ganar. El otro día escribí en la web que lo opuesto de la verdad no era la mentira, sino el mito y rápidamente algunos amigos, vía twitter, añadieron: ¡Y la historia! Claro que sí: la historia es una necesidad a la que es difícil hallar sustitutos, decía Gonzalo Torrente Ballester, que no era un cualquiera. Como del cerdo, de la historia se aprovecha todo, para alimento de las trincheras.
Así que no hay mejor arma que revisionar la historia para sembrarla de interrogantes y dejarla trinchada como al pavo navideño. Fíjate que a base de revisar lo que ocurrió ya no sabemos lo que ocurrió. No te hablo solo de fútbol, pero también de fútbol. Ni siquiera de contrincantes: incluso entre los de un mismo bando se moldea la historia propia al gusto, no fuese que enturbiara el bello presente. ¡Cualquier tiempo pasado fue peor!, nos dicen a diario los revisionistas y nos lo hemos acabado creyendo.
Yo te invito a que escribas del pasado, como esa hermosa pieza de tu Aleti o la maravilla de Paulino Alcántara que acabas de colgar en la web. Pero no como recurso nostálgico, sino como parapeto contra esta distorsión de la historia que padecemos y también por otra razón: Si no nos ponemos de acuerdo en el pasado (y ni siquiera nos esforzamos en recordarlo) y no tenemos ni idea de lo que está ocurriendo en el presente, ¿cómo vamos a adivinar el futuro? ¿cómo lo afrontaremos? ¿qué será de nosotros cuando nos hayamos olvidado?
Me dirás, que te conozco, que cada vez tenemos más pasado por delante. Es decir, que tenemos todo el tiempo del mundo para recordar lo que nos hizo como somos. Pero te advierto desde este parking desangelado, ahora que el ama de llaves ya se ha terminado su cafelito y dignado abrir el vestuario, que hay que darse prisa. La destrucción de los revisionistas es implacable: cualquier día amaneceremos con la portada de un diario explicando que jamás existió el pasado, que todo ha empezado ahora mismo. Peor aún: quizás nos anuncien que el pasado empieza mañana. Así que no nos andemos con historias y vamos a hincarle el diente a la historia. Desde el parking del cafelito, un abrazo.
El Pozo del Tío Raimundo, domingo 26 de febrero de 2012
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