"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
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Trabajo, trabajo, y más trabajo. Así define Margalida Crespí Jaume (Palma, 15/08/1990) su día a día. Suena duro, y lo es. Pero solo de esa manera se puede conseguir estar entre las mejores y conseguir una medalla tras otra en un deporte tan exigente como es la natación sincronizada. Una vida reducida a los 50×25 metros de los que dispone una piscina olímpica, pero que deja poso en el mundo entero. Y todo gracias a que, como dice ella misma, es feliz “en un medio sin gravedad”.
Pregunta.- ¿Por qué la natación sincronizada?
Respuesta.- Ya desde pequeña, después de los cursos de natación a los que asistía en Son Moix, me quedaba para mirar cómo entrenaban las chicas de sincro. Y a los seis años, después de superar las pruebas iniciales, ya comencé a practicarla. Al principio, simplemente porque me gustaba, me divertía, me llamaba la atención porque era algo diferente, como bailar en el agua… pero cuatro años después ya entré en el club y poco a poco fui aumentando las horas de dedicación.
P.- ¿Y se le pasaba por la cabeza que algún día se dedicaría a esto?
R.- Sinceramente, me costaba mucho imaginármelo. Pero quien sí lo veía muy claro era mi entrenadora, Arantxa Fiol. Ella confiaba mucho en mí y veía unas capacidades que yo en esos momentos no veía. Para mí era simplemente una diversión, algo que me encantaba hacer. Daba igual en la playa, en la piscina, sola o con las compañeras… No fue hasta que me llevaron con la selección que comencé a pensar que a lo mejor sí podía hacer algo serio.
P.- Y como la mayoría de los deportistas mallorquines, tuvo que marcharse al CAR. Imagino que no sería una decisión sencilla.
R.- Con 15 años ya me lo propusieron, cuando tuve la primera concentración en el CAR. Pero lo cierto es que no me veía ahí. Yo estaba muy bien en Palma y me asustaba un poco marcharme. Pero pronto me di cuenta que, si quería seguir creciendo, tenía que ir. Que como mínimo tenía que intentarlo.
P.- Lo intentó, y no puede decirse que haya ido precisamente mal.
R.- Desde luego. Después, todo ha dado sus frutos. El primer año fue duro. Lejos de casa, había que adaptarse a la vida de la Blume, estaba compitiendo con las mejores, no tenía muy claro cuál era el objetivo, qué haría, qué no haría… Hasta que a final de temporada gané el oro en el campeonato de España. Eso me cambió el chip. Me motivó. Fue una recompensa tras un año complicado que sin duda me ayudó a tirar hacia delante.
P.- Ese fue el comienzo de un camino repleto de medallas. En cada competición se consigue alguna. ¿No cree que nos tiene, o nos tienen, un poco malacostumbrados, y que no se valoran los resultados como se merecen?
R.- Lo cierto es que la gente ya da por hecho que cuando compite el equipo de sincronizada, va a sacar medalla seguro. Y no es tan fácil. Piensan que solo están las rusas y las chinas, y es mentira. Todos los equipos están mejorando mucho y nosotras también tenemos que apretar para que no nos alcancen. Para nosotras es una presión añadida, porque a lo mejor en un momento dado perdemos la medalla, ¿y entonces qué? Bajar es fácil, pero volver a subir siempre es mucho más complicado. Y eso no siempre se tiene en cuenta.
“El resumen de un año muy duro convertido en medalla”
P.- De momento, en Londres, no bajaron del podio. ¿Cómo son esos momentos antes de salir a competir? ¿En qué piensa?
R.- Se notaban los nervios pero a la vez la confianza en el equipo. Yo sentía que había llegado el momento, la hora H, para decir aquí estoy, tengo que darlo todo. Todo. Era una vez, y a morir. Habíamos estado entrenando horas y horas y horas, solo para ese momento. Así que, fuera el resultado que fuera, había que darlo todo y quedarnos contentas con lo realizado. Aún se me pone la piel de gallina al recordarlo.
P.- ¿Y justo en el momento que ven que la medalla ya es vuestra?
R.- Pues una llorera, porque es el resumen de todo un año, lo duro que ha sido, momentos más divertidos y otros más malos, horas de trabajo, exhibiciones, competiciones… todo, resumido en eso tan precioso que tienes colgado del cuello. También me emocionó mucho mirar a la grada y ver la gran cantidad de gente que teníamos apoyándonos, a mi familia…
P.- ¿Cree que fue justo el bronce?
R.- Para ser honesta, sí. En el ejercicio técnico nos quedamos a la distancia que nos teníamos que quedar de las chinas, ocho décimas, porque ellas son muy buenas en ese apartado, y tampoco fue nuestra mejor actuación. Eso lo sientes ya en el agua, cuando nadas un poco más cómoda, o cuando estás más tensa. Después, en la rutina libre, ya fuimos incapaces de recortar la distancia. Así que sí creo que fue justo.
P.- ¿Ha notado un mayor reconocimiento desde entonces?
R.- Realmente creo que la natación sincronizada en sí ha vivido un cambio importante desde los Juegos Olímpicos. Pese a que ganes Mundiales o Europeos, es ahí cuando la gente presta más atención. También pasa en otros deportes, mira por ejemplo a Brigitte Yagüe. Y es muy emocionante que la gente te pueda reconocer el esfuerzo. Personalmente, eso lo he notado. Con todas las actividades que nos han permitido hacer después, todos los reconocimientos que se ha realizado de cara a los deportistas, y también por la gente. A veces me paraban y me decían “tú eres la de la sincro, ¿no? ¡Enhorabuena!”. Nunca me lo hubiera imaginado, y la verdad es que eso alegra.
“Todas ponemos la mano en el fuego por el nuevo equipo”
P.- Después del éxito de Londres, ¿cuál es el próximo objetivo?
R.- En julio tenemos el Mundial, en casa, y creo que es muy importante para saber qué objetivos nos podemos marcar para los próximos años. Si antes de Londres no me atrevía a hablar más allá de Barcelona 2013, después del cambio técnico miro hacia Río 2016. Quiero seguir superándome cada día, mejorar y crecer como persona. Aprovechar estos años porque después los recordaré con mucho cariño.
P.- Deduzco que está contenta con el cambio técnico.
R.- Es lo mejor que le ha pasado a la natación sincronizada en mucho tiempo. Las nadadoras actuales confiamos plenamente en ellas y nos sentimos muy a gusto por cómo han cambiado los entrenamientos. Eso no quiere decir que sean menos duros, para nada. Pero sí que ahora sales con una felicidad de la piscina por haber completado un buen entreno, cosa que antes no sucedía. Es un equipo realmente valioso, todas ponemos la mano en el fuego por ellas y hacemos lo que nos pidan, porque tenemos fe e ilusión, y estamos creciendo no sólo como nadadoras, sino también como personas…
P.- Antes no se trabajaba igual.
R.- Anna [Tarrés] tenía una manera particular de hacer las cosas, y a muchos no le gustaba. Era demasiado dura, la verdad. Y si no la renovaron será por algo, porque a nadie la echan así como así después de haber conseguido tantos éxitos. La Federación tenía unos motivos y encontró que ese era el momento justo, al terminar unos Juegos y comenzar con el nuevo ciclo olímpico. Simplemente decidieron rescindir su contrato, y todo el ruido que hizo cuando se marchó creo que no estuvo bien. Ahora, con el nuevo equipo, todo es distinto.
P.- Se ha hablado mucho más de todo eso que de las medallas, que son muchas, que han conseguido las nadadoras.
R.- Sí, y creo que es bastante injusto. Claro que tiene mucho mérito el trabajo que realiza un entrenador, sea en el deporte que sea, y Anna merece su reconocimiento. Pero no de esa manera. Porque al final quien sale a trabajar, a competir, a partirse la cara, quien puede tener un mal día y perder o un buen día y ganar, somos nosotras, las nadadoras, el deportista.
P.- Porque al final, lo que queda, son los resultados.
R.- Sí, eso espero. A nosotras, después de los Juegos, cuando se produjo toda la polémica, nos preguntaban que si las medallas habían sido manchadas. ¿Manchadas? ¿Cómo? Te equivocas. Con todo lo que hemos sudado, lo que hemos trabajado, para conseguirlas, estas medallas son bien nuestras y bien merecidas.
P.- Y ahora, además, está también en el Dúo, junto a Ona Carbonell. ¿Cómo lo afronta?
R.- Para mí es una gran oportunidad. Quedan cinco meses antes del Mundial para demostrar que estamos preparadas para todo. Ahora más que nunca, entreno con una ilusión añadida. Estoy muy agradecida por la oportunidad que se me ha dado, y no pienso decepcionar a mis entrenadoras. [El estreno ha sido inmejorable: medalla de plata del Dúo en el Open Make Up for Ever de Montreuil (Francia)].
P.- Gemma Mengual también está en el nuevo equipo técnico. ¿Qué supone eso para vosotras?
R.- Gemma es una persona que tiene un don dentro del agua. Se mueve de una manera especial. Hace fácil movimientos que para nosotras resultan muy complicados. Y por tanto, significa una ayuda muy útil para encontrar esos movimientos imposibles. Además, casi todas las que estamos en el equipo la hemos tenido como compañera, así que es como una más.
P.- ¿Es Rusia alcanzable?
R.- Sinceramente, lo veo bastante complicado. Han alcanzado un nivel ante el que nosotras lo único que podemos hacer es aproximarnos lo máximo posible y esperar que algún día aflojen un poco. Pero también es bueno, en el sentido de que todavía tenemos mucho por aprender y tenemos a alguien de quien hacerlo. Pero alcanzarlas, no.
“Mallorca me permite respirar profundamente para recuperar la energía”
P.- ¿Es tan dura la natación sincronizada como parece desde fuera?
R.- Sí, es muy duro. Creo que pocos deportes le dedican tantas horas y tanto sacrificio como hacemos nosotras. Un día normal mío es levantarse a las 8.15 y a las 9.30 ya estoy en el agua. Hasta las dos no salgo. Como, y a las cuatro ya vuelvo a estar en la piscina hasta las seis. Y después, tienes una sesión de fisio o una sesión de vídeo para corregir errores, qué has hecho mejor y qué tienes que mejorar… porque también hay mucho trabajo fuera de la piscina. Te vas por la noche a cenar, todavía haciendo sincro. Y así día tras día.
P.- Psicológicamente también parece muy duro, no sólo físicamente.
R.- Tienes que estar muy preparada. Das muchas horas de tu vida para ello y lo tienes que tener muy claro porque si no no aguantas, tu cabeza no da.
P.- Pero imagino que después, cuando ve que salen las cosas, llegan los resultados y las medallas, todo vale la pena, ¿no?
R.- Claro. Yo ahora tengo un objetivo muy claro, el Mundial de Barcelona, y eso es lo que me motiva. Tengo claro que tengo que ir a por ello. Porque si mi objetivo estuviese dentro de unos años, me costaría mucho más. Quizá no lo aguantaría.
R.- Es casi toda mi vida. He tenido la oportunidad de conocer a las mejores amistades, vivir muchas experiencias, aprender a convivir, a hacer equipo, a compartir, a superarme cada día, a viajar, a luchar por lo que realmente quieres, a no rendirte nunca, por muchas adversidades que te encuentres, a sentirme bien en un medio sin gravedad.
P.- Con todas las horas que dedica, habrá cosas que eche en falta. ¿Tiene la sensación de que se estás perdiendo algo?
R.- No. Es cierto que en ocasiones ves que no tienes tiempo ni para ti, ni para descansar siquiera. Pero nunca he tenido la sensación de estar perdiendo algo, porque disfruto mucho con lo hago. Vale, ahora por ejemplo pienso que de cara al Mundial tendré seis meses muy estresantes y no podré ir a Mallorca, ir a ver a la familia… pero al final ves que lo que estás haciendo valdrá la pena. Me imagino que es algo que le pasa a mucha gente. Yo lo veo como un trabajo, como una dedicación, con la que además disfruto.
P.- No va demasiado a Mallorca, entonces.
R.- Voy mucho menos de lo que me gustaría. Por suerte, también he hecho vida en Barcelona, llevo siete años aquí. Pero como termino de entrenar los sábados por la tarde, no tiene mucho sentido ir para volver al día siguiente. Para las fechas importantes intento ir, y si no viene la familia a verme.
P.- ¿Echa la isla de menos?
R.- Sí, porque para mí significa desconexión absoluta, paz, tranquilidad… la oportunidad de respirar profundamente para volver a cargar las pilas y volver a Barcelona a tope. Echo mucho de menos la roqueta, pero sé que volveré.
Pero tarde. Porque eso significará que las cosas con el equipo de natación sincronizada y con el dúo siguen marchando de maravilla; que la nadadora mallorquina sigue cosechando éxitos y medallas; que, en definitiva, Marga Crespí sigue siendo feliz en el agua. Ahora, hoy, lo es. Y mucho. Y en Barcelona quiere demostrarlo, convirtiendo un nuevo año de sufrimiento en una nueva “cosa preciosa que te cuelga del cuello”.
* Tolo Leal es periodista y editor del diario “Som Balears”.
– Fotos: Marga Crespí – C. Forteza (El Mundo)
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