E-pistolario: Parábola del cainismo

por el 13 febrero, 2013 • 12:51

Martí,

Ya ves, la actualidad, a veces y de repente, pilla una velocidad de vértigo capaz de despeinar al engominado. Estábamos con la década sin ‘Él’, conmemoración que pasa desapercibida –como era de esperar, demasiado fango– y como por arte de ensalmo nos rompen los tímpanos cañonazos tipo Bertha que ni imaginábamos plantados sobre el campo de batalla. Y vuelve una percepción, discutible como todas, con inusitada fuerza. Retornan las voces de antaño a proclamar que el Barça es un club cainita, incorregible, a propósito de las últimas con la justicia, una colección de ex presidentes de paseo, la arbitraria revisión de su legado y otras cargas de profundidad cuando menos impresionantes en su evidente voluntad de fastidiar.

Te reconozco, Martí, haber guardado en la nevera otra e-pistola que puse convenientemente a refresco. En ella, y empezaré a desgranar razonamientos por ahí, quería reflexionar sobre la presidencia de Sandro Rosell. En coherencia con la era de las nuevas tecnologías, al Barcelona parecía haberle correspondido un presidente virtual. Tras haber sido el primer dirigente in pectore a lo largo de la centenaria historia, sobre el inquilino máximo del palco podríamos colgar esta nueva y curiosa etiqueta. Hasta anteayer, el hombre está y no está, algo debe hacer, pero nadie sabe bien qué se lleva entre manos. Resultaría de extraordinario mérito que en esta época de vacas no ya gordas sino relucientes, el buen hombre generara oposición, malestar o tuviera que vivir pendiente de las encuestas de apoyo, como si de un político o Florentino se tratara. Aun así, sin ningún desgaste, columpiado por ese excelente vestuario y cuadro técnico, era evidente que el peso de la institución volvía a recaer sobre los profesionales en chándal o calzón corto. Destacaba por inacción que la figura del number one hubiera empequeñecido perfil en figura y ascendencia. Ahora mismo –hasta anteayer, insistamos–, Rosell había cedido espacio gratia et amore a unos cuantos en el escalafón de responsabilidades, empezando la lista por Zubizarreta o Tito, sin descuidar a los pesos pesados de la plantilla, que son unos cuantos.

Salvo renovar a Messi o jugar al poker con Neymar, no sabemos a ciencia cierta cómo gastaba las horas esta variante de holograma institucional. Apenas saltaba a la vista una ruidosa renuncia a ponerse ante esos micrófonos que le generan urticaria y se han cargado buena porción de su carisma y prestigio anteriores, tan trabajados a lo largo de aquellos cinco años en la sombra de la oposición no planteada cuando buscaba complicidades a chorro, mayormente entre peñistas y fornidos grupos mediáticos. La directiva, en general, y él, en particular, daban la sensación de andar tan ocupados en felicitarse que ni tiempo les quedaba para comunicar proyectos y futuras realidades. Discurrían tan atareados en el ejercicio de sus plácidos cargos y funciones que ni siquiera han atendido a malévolas evidencias. Como, por ejemplo, que el Madrid continúa ingresando mucho más dinero a pesar de que sea el Barcelona el modelo mundial a seguir por referencia, o eso nos dicen y sospechamos desde aquí, en esta época hegemónica.

Creíamos, querido Martí, seguramente errados, que la gran empresa de esa junta pasaba por la construcción del Nuevo Camp Nou, enorme entelequia y desaguisado que podría hipotecar por los siglos de los siglos, amén, la economía de la entidad. Ya ocurrió con el salto desde Les Corts, pero esa es una lección que los neocons no mantienen vigente en la memoria. Por evidencia, a los Rosell Boys todo lo anterior al Dream Team les suena a Neolítico. Aquí había dado un paso adelante Zubi, lo ha dado Tito, han madurado los prohombres de la plantilla e, incluso, Roura se lo curra a fondo a fin de ganarse el respeto de la parroquia. Todos, persevera que perseverarás, siguiendo la máxima y consejo de El Ausente. Todos, menos uno, el presidente virtual con la tarea más sencilla que hayan conocido los tiempos, consistente en no pifiarla, en no romper nada, dejar el panorama tal cual, que fluya el maná y mantener la boca cerrada para no ofrecer flanco de ataque a los humoristas. Menuda bicoca, la presidencia virtual. Ahí, precisamente, debe radicar el mérito: ser la envidia de los predecesores en el cargo.

Ya te digo, ese era el panorama cuando, de sopetón, se meten por medio el Tribunal Supremo, el homenaje al centenario de Nicolau Casaus y un fuego cruzado de posiciones que ríete tú de las trincheras en Verdún. Y el renacimiento del fantasma de ese espíritu cainita que algunos aseguran intrínseco al Barça, parte sustancial de su ADN. Instalarse en la barrera para asistir al espectáculo desprende una primera interpretación de corte epidérmico: esto es personal, esas son viejas heridas no cerradas que siguen arrojándose por la cabeza desde criterios antagónicos y la enorme manía que se guardan los unos a los otros. Rosell y su gente no tragan con Laporta, su manera y su legado, y algunos gallitos del batallón, como Toni Freixa, han ideado estrategias de guerra para tocarles la cartera a fondo, sin que vayamos a entrar aquí en la justicia del veredicto, que para eso el Supremo es el Supremo y nosotros, pues, no. Como los gestos no son angelicales, el recuerdo a Casaus se convirtió en un nuevo agasajo de reconocimiento al nuñismo que, francamente, tampoco venía a cuento ni precisaba absolutamente nadie, tal vez ni el propio homenajeado. Dejemos mejor el pasado en sus estantes, no sea que, removiéndolo, el tufo nos avive pretéritas pasiones revisionistas, aunque resulte preocupante que sea ésa, precisamente ésa, la referencia intelectual de los actuales dirigentes. El presidente virtual se ha metido en frondosa jungla, no ya jardín, reviviendo a voluntad pasajes bíblicos entre Caín y Abel que ahora no figuraban en cartelera, ni era necesario desempolvar.

Avivar las rencillas y rencores entre familias del barcelonismo resulta, hoy mismo, como sacar la pistola de paseo y, por tedio, dispararse a los pies, a ver cuánta pupa nos causamos. Siempre, esa historia que tanto repudian y desconocen ha demostrado que cuando el equipo funciona, la institución ha sabido andar hecha un pincel, suave como la seda. En cambio, si el protagonismo se ha ausentado del césped, los líos, divisiones y hostilidades han resultado descomunales. Jolín, el propio Casaus era un maestro del tocar los bemoles como oposición desde la vetusta Peña Solera, inaugurada en los 50 para martirio de los Miró-Sans y Llaudet, que ahora sólo parecen promover el recuerdo al entrañable señor del habano.

En lugar de abrir la caja de los truenos, Rosell debería enterrarla a mil pies de profundidad, tampoco le resultaría tan difícil. Ya que nadie levantó las alfombras en su momento, que desista en arruinar a Laporta y adláteres cuando menor, precisamente, resulta su capacidad de incidencia entre la masa social. Que se olvide de ellos, vaya, que no reclame pago de avales y garantías. Y ya puestos, que deje a Núñez y al nuñismo quietos, visto y comprobado, a poco que se fijen, que ni están los tiempos ni el entorno para convertirle en referencia de nada. Eso sí es Pleistoceno sin ninguna necesidad de reivindicación. Entre otras cosas, porque no hay mucho a glorificar, seamos claros, no sea que resuciten las afrentas entre nuñistas y cruyffistas y se arme aquí la dialéctica de San Quintín sin venir a cuento, sólo por voluntad de matar el aburrimiento.

Ya ves, Martí, en una semana hemos pasado de la calma chicha al nuevo calado de bayonetas sin que nadie declarara antes el inicio de hostilidades. La unidad de cualquier ente resulta voluntariosa proclama de raíz utópica, pero de ahí a liarla parda cuando a nadie le interesa hacerlo media el correspondiente abismo forjado en supina estupidez. Al presidente virtual se le han visto las orejas y las intenciones. Y eso no deparará nada, absolutamente nada bueno para la paz social del Barcelona. Qué ganas, ventilar de nuevo a Caín. Ya son ganas, eso de proclamarse ahora neonuñista, cuando nadie te ha pedido que te definas, En todo caso, que hagas algo, simplemente algo y aproveches el buen viento de navegación al frente del timón de la nave. Porque Rosell lleva el mando, ¿no?

En fin, qué manera de guerrear, con lo bien que se escucha al jilguero gorjear desde la paz y el silencio.

Poblenou, con pereza para cavar trincheras  

Diez años sin ‘Él’

* Frederic Porta es escritor y periodista.


– Foto: Ignasi Paredes (Sport)




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