"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
Una de las constantes que se repiten en el aficionado al fútbol es la impaciencia. El juzgar, y pretender que se decida, en base al pasado inmediato. El pensar que el mismo es la guía eficaz que indicará cuál será el futuro. Nos pasa a todos (o casi), por analíticos que tratemos de ser. Incluso diferenciamos en función de la que identificamos como la causa del mal rendimiento. Si consideramos que se trata de un mal momento físico, nuestra prisa en que el jugador sea traspasado es menor. Si el problema es de acierto técnico, la misma aumenta. Mientras que, cuando identificamos que el déficit es actitudinal, directamente pedimos la cabeza. Al hacerlo, olvidamos la interconexión entre las distintas facetas. Que es más fácil que baje los brazos alguien que se nota desacertado en la ejecución técnica, y que esta última depende en buena medida de las sensaciones físicas, por ejemplo.
Un ejemplo claro lo vemos en el actual FC Barcelona. Si retrotraemos la mirada tan solo al pasado mes de mayo, había varios jugadores marcados en rojo: Piqué, Pedro, Cesc, Alves y todavía no del todo Alexis. El clamor popular pedía, incluso, la cabeza de alguno de ellos y, en todo caso, el fichaje de algún jugador que sí diera el nivel esperado, obviando la complejidad del proceso de adaptación. En un ejercicio de cordura y confianza que pudimos advertir, no se fichó a ningún delantero, dándose confianza a los que había, del mismo modo que se hizo con Alves, Piqué y Cesc.
En unos casos ha costado menos, en otros más; incluso en algunos aún existen ciertas dudas, pero indudablemente se ha llegado el punto en el que ninguno de estos jugadores representa un problema, sino todo lo contrario. Con Piqué y Pedro se vio desde el principio, si bien no ha sido hasta ahora cuando se ha acabado de confirmar (con las actuaciones ante los rivales más difíciles de Gerard y con el reencuentro con el gol de Rodríguez). El acierto con ambos vino marcado por la decisión tomada el pasado verano. En cuanto a Cesc y Alexis, las dudas se agigantaban a principio de temporada . Concretamente, con el catalán no éramos capaces de visualizar la gran solución que Tito acabó hallando. “Muy mal entrenador sería si no fuera capaz de sacar un alto rendimiento de un grandísimo jugador como Cesc”, dijo. Y vaya si lo ha conseguido. Entre otras cosas, gracias a que, cuanto más arreciaban las críticas, él más los ponía (como llegó a decir textualmente). El caso de Alexis es más particular, dado que su aportación al equipo, aún estando desacertado técnicamente, es enorme. Sin embargo, el desacierto de cara a puerta no hacía sino empeorar su nivel y aumentar su ansiedad, lo que provocaba que la situación empeorase. Aún es pronto para decirlo, pero los indicios muestran síntomas claros de haberla superado. Y no lo habría hecho si Tito no hubiera seguido confiando en él, regalándole piropos en cada rueda de prensa y, en definitiva, haciéndole creer en sí mismo.
Pero si hay un caso que se lleva la palma, ese es el de Dani Alves. Tras una mala temporada, se decidió confiar en él, lo que nos parecía acertado. Sin embargo, su pésimo inicio de temporada pronto acabó con la paciencia de todos (empezando por la mía). Clamábamos por la titularidad de Montoya o Adriano mientras veíamos la actitud indolente del brasileño, el cual era claramente el punto débil del equipo. Pensábamos que nunca volveríamos a ver a aquel magnífico carrilero con presencia en todas las fases del juego, por lo que se debía extirpar cuanto antes aquel problema. Lejos de hacerlo, Tito optó también por la confianza, sabedor de que la única manera de recuperarle era dándole minutos. No fue poco lo que costó, ni en minutos ni en goles en contra ni en centros al limbo, mas también lo consiguió. Hoy, Alves, pese a presentar todavía alguna carencia, vuelve a ser un jugador diferencial. Alguien con quien Pedro ha recuperado la felicidad goleadora, alguien que complica al máximo la salida rival por su costado izquierdo. Alguien capaz de ser un activo decisivo frente a todo un Real Madrid.
Por ello, es de justicia que, mientras Tito continúa con su recuperación, reconozcamos lo erróneo de nuestras críticas y loemos su sabia paciencia. Esa que ha llevado a que el Barcelona llegue al tramo decisivo de la temporada con prácticamente todos los jugadores a su mejor nivel, por difícil que pudiera parecer. Justamente esta es una de las virtudes esenciales que debe tener todo entrenador de élite: sacar lo mejor de sus jugadores, por difícil que sea. Gracias a su paciente sabiduría, Tito lo ha conseguido, como tantos otros logros. Logros más que suficientes para que empecemos a mencionar en voz muy alta su nombre al enumerar a los mejores técnicos del mundo.
* Rafael León Alemany.
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– Foto: Germán Parga (EFE)
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