Ahora nos parece a todos muy lógico el fichaje de Pep Guardiola por el Bayern München, pero pocos ponían al equipo alemán como número uno en las quinielas. Pep es así: imprevisible en su toma de decisiones. Siempre un paso por delante, siempre a contrapié del resto, clarividente como cuando jugaba, con esa visión privilegiada del juego y de la vida.
Guardiola ha aplicado una vez más la receta habitual: el sentido común y el equilibrio entre lo racional y lo emocional. Así ha gestionado su carrera de jugador y entrenador.
En 2001, su adiós como jugador del Barça también fue imprevisible. Eran muchos los que pensaban que el mite renovaría para acabar su carrera en el Camp Nou. Pero el cuerpo le pedía otra cosa y, aunque no tuviera firmado un contrato con ningún equipo, decidió decir adiós. Sin miedo, sin comodidades. A la mayoría les pilló a contrapié. Como cuando en el césped todo el mundo esperaba un pase en corto y lo que hacía era dejar solo a Romario en un mano a mano con el portero.
En la búsqueda de un nuevo equipo, las apuestas le colocaban también en Inglaterra, pero el destino le envió a Italia. Otra vez, rompiendo esquemas. Nadie apostaba por el Brescia, pero él apostó fuerte por el calcio. Nueva decisión imprevisible que a todos nos cogió otra vez a contrapié. En la toma de decisiones, él siempre por delante. Todos los demás a rueda.
En realidad, es lo mismo que consiguió como entrenador: estar un paso por delante, mientras el resto estaba por detrás. Mérito incalculable y causa del 14 de 19 en títulos. Nunca una persona que aplica la lógica había sido tan imprevisible. Esa es la gran virtud de Pep. Transformar el sentido común en algo sorprendente. Aplicable al futbol y a la vida.
En Europa, solo una entidad tiene tantas similitudes con el Barça: el Bayern München. Tradición futbolística, dirigentes futboleros, academia con historia, plantilla talentosa y con hambre, poder económico, autoridad en el continente y el aficionado como gran propietario del club. Cada uno de estos argumentos, que parecen tan evidentes ahora, han pesado en la decisión de Guardiola, que los vio antes que nadie. Casi todos los demás no veíamos más allá de la Premier. Nos perdíamos pensando en Txiki, Soriano y el City, en los millones de Abramovich, en la igualdad de la Premier y en la sucesión de Ferguson en el United. Pep va con telescopio y su visión alcanza más allá del Reino Unido y le ha llevado hasta Múnich.
Decir que ir al Bayern es una decisión cómoda es infravalorar la Bundesliga y un equipo con 4 Champions en su palmarés. Decir que no va a la Premier por miedo a Mourinho es una tontería sin fundamento. Quizás sería más justo celebrar que vuelve al fútbol el mejor entrenador de la historia del Barça. Tiene el depósito lleno y un nuevo vestido que le encaja a la perfección. Pep quiere ser Kaiser.
* Artur Vilalta es periodista.
– Foto: EFE
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