"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
La elección de la velocidad en vez de la pausa ha marcado las primeras seis semanas del año y, probablemente, sentenciado la Liga en favor del Madrid. ¿Ha sido una elección premeditada, técnicamente premeditada o forzada por dinámicas y lesiones? No tengo respuesta precisa, pero el diagnóstico es incontrovertible: el Barça de la pausa ha dado paso al Barça del juego vertiginoso, una característica muy madridista y nada acorde con los perfiles de la plantilla blaugrana. Conquistados los principales objetivos del primer tramo de temporada (tres títulos, pase a octavos de la Champions y triunfo liguero en el Bernabéu), el equipo dejó de jugar para Xavi y pasó a hacerlo para Messi.
Lo que diferencia al Messi del Barça del Messi de Argentina es que en el Barça todos juegan para Xavi. Lo hacen con el objetivo de que este mueva los hilos necesarios que permiten volcar las energías colectivas a favor del desempeño de Messi. En el Barça, el balón no va a Messi, va a Xavi y este da las órdenes para que acabe en el argentino como punto final, a la hora prevista y en el lugar adecuado. Xavi es el Campo Base de la cordada, el rellano de la escalera, la plataforma en que se catapulta Messi. En Argentina, el balón va directamente a Leo sin mirar el reloj. Su rendimiento en ambos conjuntos es suficientemente dispar como para comprender la diferencia. Desde inicios de año, el Barça ha dejado de jugar para Xavi y lo ha hecho para Messi. En ocasiones porque el de Terrassa ha sido superado por la pasión velocista de Cesc, Messi, Alves y Alexis. En otras porque ha estado ausente, quejoso del sóleo. Y en alguna más porque a su sustituto tampoco se le ha respetado como etapa intermedia. Añadamos que las bajas intermitentes de Iniesta (socio de Xavi en la pausa) y Pedro (que desbroza el camino para Messi) han contribuido al vértigo.
La conclusión de estos 42 días es que el giro estilístico ha resultado tan desazonador como nefasto. En los resultados obtenidos, pero especialmente en el desempeño. No se puede aplicar el juego de posición como si se disputara una contrarreloj, con bandas vertiginosas, defensas que sacan sucio el balón y velocistas que aplastan a sus medios. En esa carrera ha caído Xavi sepultado, maltratado el juego de posición y depauperado Messi en una mala versión de sí mismo.
Hay otras causas que explican el pesaroso enero y el sombrío febrero, pero han sido tan narradas en EL PERIÓDICO que no precisan repetirse. Personalmente me quedo con la necesidad del retorno a la orientación del juego colectivo hacia Xavi en tanto que Área de Descanso en la búsqueda de Messi. Incluso si, por razones físicas o de desgaste, han de ser Thiago o Dos Santos quienes interpreten la pausa en lugar de Xavi, el gran Barça de Messi jamás lo será si le busca directamente, como ocurre con la selección albiceleste. Es Xavi -o su álter ego- actuando de Campo Base de la cordada quien construye la plataforma para el despegue del gran Messi. Es la pausa y no el vértigo lo que le hace imparable.
– Foto: Javi Ferrándiz (Sport)
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