La crisopeya de Jackson

por JAVIER LOPEZ MENACHO el 8 enero, 2013 • 22:55

En marzo del año pasado, Joe Lacob, propietario de Golden State Warriors, recibió uno de los mayores abucheos de una afición hacia su propia gerencia acontecidos en la NBA durante los últimos años. Ni siquiera la histórica marca negativa de los Bobcats (7 victorias y 59 derrotas) de Michael Jordan mereció tal privilegio. Lacob, en una de las decisiones más controvertidas en sus 3 años como dueño de la franquicia californiana, traspasó a su jugador franquicia, Monta Ellis, a cambio del pívot Andrew Bogut y el alero Stephen Jackson. La operación involucró a más jugadores de menor relevancia con el fin de cuadrar salarios, pero a ojos de los especialistas y del seguidor medio, el movimiento quedó reducido a un simple cambio de cromos: Ellis por Bogut. Además, en poco tiempo, Stephen Jackson hizo las maletas a San Antonio y Bogut sigue aún lesionado, con lo que podemos concluir que el traspaso ha sido un sonoro fracaso. Sólo una recuperación milagrosa del gigante australiano podría reparar tal sensación, y aún así, la amenaza de una nueva lesión sobre un jugador de cristal estaría siempre latente. El adiós de Ellis no sólo afectó a nivel profesional a Lacob, sino también en el ámbito personal. Según el propietario, su prometida, Nicole Curran, pasó dos días sin dirigirle la palabra y era habitual verla con el rostro disgustado paseando por el Oracle Arena.

Para colmo de males, la creciente impopularidad de Lacob y el equipo directivo empujó a la franquicia a intentar enmascarar los verdaderos males de Bogut, que a final del verano no estaba en proceso de recuperación ni ultimando su puesta a punto como aseguraron a la prensa, sino que tenía una micro fractura en su tobillo derecho, lo cual iba a dejarle en el dique seco buena parte de la temporada. A día de hoy, se espera que Bogut regrese antes de que acabe la regular season, aunque no se ha especificado la fecha exacta. Con todo el peso mediático en contra y la insatisfacción de los fanáticos tornándose en indiferencia, Joe Lacob no dudó en asegurar: “Creo que con el tiempo van a entender el traspaso”.

Desde entonces, la franquicia ha centralizado sus esfuerzos en el aspecto deportivo. Si ya tenían confianza a Mark Jackson como entrenador jefe, la controvertida situación lo convirtió en una fe ciega. El ex jugador, que venía precedido de una gran fama como comentarista deportivo debido a sus acertados análisis, aseguró en su presentación: “Quiero hacer de los Warriors un eterno aspirante”. La frase sonó tan temeraria como las palabras de Lacob. Solo un hermanamiento extremo entre dirección general y dirección deportiva podía revertir la tendencia. Jackson derivó su responsabilidad en el campo de juego hacia dos pilares fundamentales: Stephen Curry, que venía de otra lesión de tobillo, y David Lee, un pívot versátil y de fantásticos movimientos que había hecho una temporada de ensueño dos años atrás con los New York Knicks.

Ambos han respondido a la perfección. Curry presenta las mejores estadísticas de su carrera tanto en puntos como en asistencias y ha logrado asentarse en la posición de base. Ya nadie discute si es base o escolta. Lee está calcando los números de su mejor temporada en la gran manzana (20.2 puntos, 11.7 rebotes y 3.6 asistencias entonces, por las 20.1 puntos, 11 rebotes y 3.6 asistencias ahora). Ahora, son los líderes del equipo.

Pero no sólo en la jerarquía ha habido permutaciones. También el banquillo. Los Warriors llevaban años haciendo probaturas en su rotación, combinando jugadores jóvenes con veteranos venidos a menos (el Jeremy Lin antes del efecto linsanity o Richard Jefferson, por ejemplo). En la actualidad, sin embargo, han optado por un perfil medio, jugadores competitivos, expertos pero con gasolina aún en el depósito. Los dos nombres clave son Jarret Jack y Carl Landry. Otro binomio en gran estado de forma. Un base que puede funcionar como escolta y un pívot más bajo que la media pero de gran energía, ambos nacidos en el 83, ambos con una carrera en su época de madurez, ambos jugando casi lo mismo (27 y 25 minutos respectivamente), ambos con capacidad para producir de manera inmediata y, sobre todo, ambos con una deuda histórica respecto a los playoffs. Golden State buscaba experiencia y hambre de éxitos, y las dos cosas la ha encontrado.

Pero el factor diferencial de estos Warriors no es la producción en ataque sino la transformación defensiva. Asociado casi por inercia al Run&Gun implantado por Don Nelson, los Warriors han sido un equipo acostumbrado a hacer muchos puntos, pero encajaba demasiados. Jackson ha logrado aumentar la anotación al tiempo que recibe muchos menos puntos. Del diferencial de -3.4 puntos del año pasado, pasamos al +2.6 de esta temporada. 6 puntos de diferencia.

Hoy, los Warriors lucen quintos en la conferencia oeste con 22 victorias, las mismas que Miami y New York, líderes de la conferencia este. Realizaron una gira por el este de 7 partidos y ganaron 6 encuentros. Aún les quedan enfrentarse contra los equipos más potentes de su conferencia y probablemente el récord que llevan Curry, Lee, Thompson y cía. se reduzca a medida que se sucedan las fechas, pero el salto competitivo de la plantilla es ya incuestionable. Al final, quién lo iba a decir, los Warriors parece mejor equipo que el que era con Monta Ellis. Puede incluso que Nicole Curran se haya arrepentido de haber dejado de hablar aquellos dos días a su prometido y puede también que Jacob y Jackson, a fin de cuentas, tuvieran razón empeñándose en sus convicciones. A veces, restar es sumar en esto de la NBA. La crisopeya de Jackson parece a punto de completarse.

* Javier López Menacho

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– Fotos: AP