Toni Peña es uno de los corredores de larga distancia más importantes de la historia del atletismo español. Capaz de situarse entre los mejores en la época dorada de nuestro fondo, solo el hecho de no haberse adjudicado ninguna prueba más mediática le ha impedido gozar de un mayor reconocimiento público. Pero dentro del mundo de la competición, el mallorquín está considerado entre los más grandes.
No en vano, sigue conservando la mejor marca promesa de media maratón y de maratón desde hace veinte años; estuvo en el número uno del ranking nacional de maratón durante tres años en una etapa que poco tiene que ver con la actual; posee la tercera mejor marca nacional de maratón de todos los tiempos; y ha sido campeón de España de gran fondo, medio maratón y maratón. El palmarés se queda corto para un deportista que ha dedicado toda una vida al atletismo.
Pregunta.- Todo empieza en Felanitx.
Respuesta.- Sí, ahí es donde nací en 1970, donde siempre he vivido, con mi casita en el puerto, y ahí es donde comencé a correr, aunque he de decir que ahora también me he hecho una casa en Artà, porque mi mujer es de ahí.
P.- ¿Cómo se dio cuenta de que correr era lo suyo?
R.- Cuando era pequeño, un profesor nos puso como actividad extraescolar ir a correr dos veces por semana. Mis amigos fueron, yo fui, y entonces ves que se te da bien, que te gusta, que empiezas a destacar y, como todo el mundo, cuando uno ve que destaca en algo, se crece. Y comencé a ganar todas las pruebas que disputaba en Mallorca, la primera creo que fue con nueve años. Desde entonces ya no lo he dejado nunca.
P.- ¿Y cómo fue el salto a la península, el salto a la competición nacional?
R.- Fue complicado. Fue como un pequeño revés, porque ves que entrenas mucho, que lo ganas todo en Mallorca, pero que en España eres sólo uno más. Mi primera carrera en la península fue un campeonato de España escolar en Sevilla, con 13 ó 14 años. Quedé el vigésimo o algo así. Fue un poco decepción; cuando uno está acosumbrado a ganarlo todo y ves que ahí no quedas ni entre los primeros.
De todos modos, yo eso siempre lo tuve muy claro, y creo que hoy en día no se tiene tanto. No sé si es por la insularidad o por qué, pero cuando uno gana aquí ya se cree el centro del mundo, y después vas a competir a la península y ves que como tú hay mil. Yo nunca lo pensé, todo lo contrario, y por eso, al año siguiente de lo de Sevilla corrí mi primer campeonato de España de pista, sin saber ni lo que era el tartán, porque en Mallorca no había, y quedé campeón.
P.- ¿En qué distancia fue?
R.- 3.000 metros, lo máximo que podía correr con mi edad.
P.- De todas maneras, siempre fue un poco avanzado en una especialidad, la de larga distancia, que, al menos en aquella época, era para gente de más edad.
R.- Bueno, eso no es tan sencillo. Existe la teoría antigua que decía que un corredor se tenía que formar cuando era joven en pruebas de medio fondo, ir aumentando distancias a medida que pasaban los años, y cuando tu vida deportiva comenzaba a terminarse, cuando ya te habían exprimido al máximo, dabas el salto a la carretera. Los había que incluso pasaban al maratón con más de cuarenta años.
¿Y qué sentido tiene eso? ¿Por qué, si puedes destacar en pruebas largas, vas a perder el tiempo en pruebas de medio fondo? Si te fijas hoy en día, desde la invasión de los africanos, chicos de 20 años ya te hacen unas marcas espectaculares. De hecho, yo la primera maratón la corro con 20 años y lo hice en 2:11, una de las mejores marcas para un debutante. Hoy, te debuta un keniano con 18 años y te hace 2:04 o 2:05.
P.- Tiene toda la razón. Pero cuando corrió con 20 años, aquello no era lo habitual.
R.- Cierto, pero es porque yo vi claro desde el principio que la maratón era lo mío. Yo podría haber sido un buen corredor de 10.000. Los hice en 28 minutos, pero era un momento en el que España era una potencia a nivel mundial en el atletismo de fondo. En cross, en 5.000, en 10.000… estaban los africanos y España. Y esos 28 minutos, que ahora serían una gran marca, no me valían ni para ir a un campeonato de Europa. En cambio, debuto en una prueba donde veo que estoy entre los mejores de España y la decisión es clara: eso es lo mío.
P.- En cualquier caso, ha cambiado tanto el atletismo en esos 20 años desde tu debut…
R.- Está claro. Si el atletismo de hoy lo extrapolas a hace 20 años, ha evolucionado muchísimo. No a nivel autonómico, sino a nivel nacional y mundial. Antes había más dinero en el cross y por eso en España teníamos un circuito buenísimo y un caché muy alto, porque luego iban al Mundial y quedaban por delante. En cambio, en la maratón no había dinero y, por tanto, no interesaba tanto. Si te fijas, los españoles que ganaban entonces, Martin Fiz, Abel Antón… lo hacían con portugueses o mexicanos en el podio. Pero a partir de 1999, de los mundiales de Sevilla, la cosa cambia. Se empieza a meter dinero en los maratones y los africanos comienzan a ganar. Hasta ese momento, preferían ir a Berlín, a Boston, a Nueva York, etc., donde se pagaba muy bien, antes que a los campeonatos internacionales. Pero ahora todo ha cambiado. Y por eso, todos los podios están copados por africanos.
P.- Esa no será la única causa para que el atletismo español pase por un momento tan malo, ¿no?
R.- Claro que no. Son muchas cosas las que se han juntado. En mi opinión, que no quiere decir que sea ni la cierta ni la correcta, es que la sociedad ha cambiado. Ahora somos más comodos, no nos gusta sufrir. ¿Cuándo destacábamos los españoles? Cuando éramos pobres. Cuando correr podía significar una manera de ganarse la vida. En la época de Mariano Haro, por ejemplo. El atletismo es sufrimiento y hoy en día al corredor no le gusta sufrir. Eso es así. Si no, basta mirar qué países están destacando ahora en el atletismo: los países pobres, los que ven en el atletismo una posible salida a la situación económica. Como Marruecos, por ejemplo.
Luego también podríamos meter la parte de la genética, está claro. La gente que vive a 2.000 ó 3.000 metros de altura tiene unas condiciones físicas más óptimas para hacer atletismo de larga distancia. Y por supuesto también todo el tema económico que te comentaba antes, claro.
Otra razón que veo importante para que el atletismo español tuviera esos grandes resultados que ya no tiene fue la fuerte inversión económica que se hizo a raíz de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Se tuvo que apostar mucho por el deporte. Cuando un maratoniano lograba una buena marca, tenía una beca de cuatro años y, por tanto, podía hacer unas planificaciones idóneas, con una importante tranquilidad económica que te permitía centrarte en tus pruebas.
P.- Eso hoy en día ya no existe.
R.- No. De hecho, ahora mismo te exigen demasiado. Cada vez hay más pruebas, te exigen más y te ayudan menos. Este año, en 2012, pocas semanas antes de los Juegos había un Europeo. Eso es una bestialidad, porque un atleta no puede estar siempre en forma. Y qué haces, ¿no vas y te quitan la beca? ¿Vas sin estar a tope, no haces buenos resultados, y te quitan la beca? Yo creo que este sistema ha funcionado, pero ahora ya no.
P.- ¿Sería la elección de Madrid como sede olímpica de 2020 una solución a todos estos problemas del atletismo español?
R.- Podría ser un buen revulsivo, sí. Mira Londres. Reino Unido ha tenido unos resultados que nunca antes había conseguido. Primero, psicológicamente, porque es en tu casa y rindes mucho más; pero sobre todo hay que tener claro que el Reino Unido, desde hace mucho, diez años o más, está invirtiendo en la base, en los más jóvenes.
Hace unos años los británicos estaban muy preocupados porque en su prueba reina, el 1.500, eran incapaces de meter a nadie entre los diez primeros en un Europeo. Y en poco tiempo mira lo que han hecho. Han estado brillantes. ¿Y por qué? Porque han apostado económicamente. ¿Dónde? En la parte escolar, en los más jóvenes, en los centros de tecnificación.
P.- Y aquí, al menos de momento, eso se hace de cada vez menos y peor.
R.- Yo te puedo hablar de los centros de tecnificación, porque he estado dentro, y en general se confunde el concepto de lo que es tecnificación. No todos los deportes pueden tecnificar. Pueden darse casos en que por presiones políticas un deporte pase a tener plan de tecnificación sin tener la calidad suficiente para ello. Tecnificar es diferente a la labor del deporte escolar. Es reforzar a toda esa gente que puede llegar a tener unos resultados a nivel nacional.
P.- ¿Y cómo es estar en unos Juegos Olímpicos?
R.- Pues es algo especial. Y más tratándose de la auténtica maratón olímpica, porque salías de Maratón y terminabas en el antiguo estadio olímpico. Y aunque no llegué a vivir al completo lo que son unos Juegos, en el sentido de que apenas pude vivir el ambiente, solo el hecho de haber corrido esa carrera hace que la guarde como un recuerdo muy importante.
P.- ¿Es la que más ha disfrutado?
R.- Puede ser. Al final, las carreras que más disfrutas son aquellas en las que obtienes un mejor resultado. Por ejemplo, la primera de todas que gané, que fue en Donostia; o la de Japón, donde hice mi mejor marca. Pero la de los Juegos Olímpicos, a pesar de que no corrí todo lo bien que esperaba, de que sufrí mucho, está claro que tiene un plus. Es especial. Puedo decir “yo he corrido una maratón en los Juegos Olímpicos”.
P.- Decía que terminó en Atenas en el antiguo estadio olímpico. Imagino que es algo especial. Pero este año ni siquiera se terminó en un estadio, sino que, a diferencia de lo que suele ocurrir en los Juegos, lo hizo en plena calle. Eso levantó muchas críticas.
R.- Bueno, yo no le daría tanta importancia. Para el corredor es mejor terminar en el estadio, eso es verdad, pero sus motivos tendrían. Ten en cuenta que una cosa muy buena que tiene la maratón es que es una gran oportunidad que tiene la ciudad organizadora de promocionarse, de venderse turísticamente. En cualquier caso, lo compensaron en la ceremonia de clausura, entregando las medallas durante la celebración, una imagen muy buena que volvía a dejar claro que la prueba de maratón es especial dentro de unos Juegos Olímpicos.
P.- Es especial, pero ¿es la más complicada?
R.- No tiene por qué. Hay mundiales o Juegos Olímpicos que pueden ser mejores de llevar que una maratón de, por ejemplo, Londres, donde tiran de talonario para juntar a los 20 primeros del ranking. Si te fijas en el ranking mundial de este año, a lo mejor los 40 primeros son kenianos y etíopes (de hecho, lo son los 50 primeros *Nota del redactor). Y de estos 40, en un Mundial sólo participarán tres, que es el máximo posible por país. Así que hoy día, el nivel es más fuerte en Londres, Berlín o Nueva York que en un Mundial o en unos Juegos.
P.- ¿Uno se da cuenta de que está en esas ciudades mientras corre? Dicho de otra manera, ¿se puede disfrutar corriendo una maratón?
R.- Hombre, si te refieres a las rutas, los paisajes y todo eso, la verdad es que no. Cuando corres una maratón con la presión del crono, no te puedes fijar en nada. Ahora sí disfruto, cuando voy con mi mujer y puedo ver por dónde corro. Pero cuando competía, ni de coña. Solo podías ver la carretera, a quién tenías delante, la presión de un marca y nada más.
* Tolo Leal es periodista y editor del diario “Som Balears”.
– Fotos: Mark Shearman – antonipenya.com
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