Hemos pensado destituir al primer entrenador. Creemos que tú podrías ser su sustituto. ¿Estás preparado?”
Esta es una de las preguntas que uno puede hacerse después de leer El Hombre Tranquilo, el artículo referente a las funciones de un segundo entrenador. Podemos caer en el error de pensar: Si este segundo entrenador es tan bueno, ¿por qué se mantiene en la sombra? ¿Por qué no da un paso al frente y demuestra quién es él?
Gestionar un equipo de fútbol no es una tarea sencilla y, en ocasiones, la dirección del mismo te acaba descentrando y confundiendo.
Sorprendentemente, se produce una situación extraña ya que, pese a tratarse de una persona extraordinariamente válida, su afán por sacarse la etiqueta de segundo, puede provocar que se cargue de un exceso de responsabilidad y tome decisiones equivocadas, convirtiéndose en un elemento negativo para el grupo.
Es evidente que para poder tener el control de un vestuario debes ganarte su confianza y demostrar, en todo momento, que eres un auténtico líder. En ocasiones, pretendes mantener el mismo rol que tenías anteriormente con los jugadores, sin tener en cuenta que la situación ha dado un giro de 360º ya que pasas a ser el responsable directo de todas las decisiones, pudiéndose malinterpretar cualquier acercamiento que realices a los miembros de la plantilla.
Por otro lado, al tratarse de una persona extremadamente perfeccionista puede acabar quemando a los jugadores en busca de esa perfección, creando unas sesiones de entrenamiento excelentes metodológicamente hablando, pero serias y aburridas, en las que la diversión no tenga cabida, haciendo que los jugadores comiencen a perder la sonrisa y, al mismo tiempo, las ganas de entrenar con la intensidad que lo hacían anteriormente.
En su constante búsqueda de la excelencia, se autoexige tenerlo todo bajo control. Esta exigencia extrema no le permitirá delegar adecuadamente en los otros miembros del cuerpo técnico, viéndolos como piedras en el camino que quieren entorpecer su camino y no como compañeros que le ayudarán a remar en la dirección adecuada.
Un primer entrenador debe ser un excelente comunicador que, en poco tiempo, sea capaz de dar a sus jugadores la información justa, obviando todos aquellos detalles o aspectos que puedan mermar la confianza de éstos antes de saltar al terreno de juego. Si sus intervenciones acostumbran a ser largas y con un exceso de información, provocará que los jugadores salgan temerosos al terreno de juego por haber sobredimensionado al rival. Es por esta razón que podríamos decir que tiene serias dificultades para plantar las semillas del éxito en las mentes de sus jugadores, hacerles sentir importantes y capaces de todo.
Al finalizar los partidos acostumbrará a convertirse en una persona muy emocional ante las derrotas. Este hecho puede ser el desencadenante de la pérdida total de la confianza por parte de la plantilla, siendo complicado poder recuperarla durante la semana. Sin ninguna duda, esta situación se produce porque, a veces, pierde la dimensión de las cosas, dándole una importancia máxima al resultado y olvidando todos aquellos elementos que rodean la disputa de un partido.
La ambición nos empuja a aceptar retos para los que, en alguna ocasiones, no estamos preparados, pudiendo convertirse el deporte que nos apasiona, divierte y emociona, en una pesadilla y en una carga difícil de soportar. ¿Estamos preparados para ello?
* Enrique Durán es Director Técnico de fútbol base de los Mamelodi Sundowns de Sudáfrica. Anteriormente fue Coordinador de la FCB Escola. En Twitter: e_duran_diaz
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