"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
La diferencia entre el equipo titular del Barça y la combinación de jugadores que Tito Vilanova empleó el miércoles ante el Benfica resultó muy notable en todos los aspectos del juego: desde el control del mismo a la creación de acciones ofensivas; de la salida de balón a la interpretación del fuera de juego en ambas áreas; de la debilidad en las transiciones a la fragilidad en las concesiones defensivas. Entonces, ¿tan mal jugó el Barça? No, no diría eso, entre otras razones porque el verdadero Barça no estaba sobre el césped, sino repartido entre la grada y el banquillo. Compitiendo contra el Benfica había una combinación de jugadores recién salidos de lesión, otros claramente suplentes y varios chicos del filial, lo que da mérito precisamente al empate frente a un conjunto que el pasado curso llegó a cuartos de la competición y se jugaba este miércoles seguir o no en el torneo.
El mensaje que deja este partido es que “el día después” no será sencillo, pero será. Me refiero al “día después” de Xavi, Messi e Iniesta. De entrada, es obvio que eso no ocurrirá un día concreto, sino en distintas fases debido a las distintas edades de los tres citados. Por tanto, estaremos ante un proceso gradual y escalonado en lugar de radical e instantáneo. Es un proceso que lleva tiempo planificándose y se ejecutará de manera pausada: por dicha razón se fichó a Cesc y se ascendió pronto a Thiago. Al primero, para que reaprendiera el idioma Barça; al segundo, para que fuese conociendo los secretos de la elite. Y el proceso continúa con Bartra, Montoya y Muniesa en un tramo; con Sergi Roberto, Rafinha y Deulofeu en otro; y muchos nombres más en peldaños inferiores. De todos ellos, nadie puede garantizar que sean como los líderes actuales ni que posean su talento, destreza y jerarquía, pero sí que competirán por serlo y que llevan adquiridas, desde la base, enseñanzas fundamentales para conseguirlo.
Serán distintos y habrá que acostumbrarse a ello, del mismo modo que Xavi resultó diferente a Guardiola e Iniesta a Xavi y Cesc a todos ellos. Y el Barça se movió de manera diferente según quien lo moviera, del mismo modo que remató a portería con cadencias dispares según fuese Messi, Eto’o o Ronaldinho quien liderase el ataque. Pero siempre resultó reconocible, más horizontal o menos, más carismático o más grupal. Y, en principio, esto es lo que seguirá ocurriendo en el futuro, a partir del “día después”: el Barça seguirá jugando “a lo Barça” aunque los acentos sean otros. Lo relevante no consistirá en las diferencias entre jugadores y momentos, sino en la posibilidad de que exista continuidad sin interrupciones, aunque no siempre se consiga un porcentaje tan elevado de victorias como en los últimos años. Más que asegurarse un éxito puntual, lo que está ocurriendo es que el club está en camino de garantizarse muchos años con mucha calidad media que le permita mantenerse en lo alto de la cima incluso después del “día después”.
– Foto: AFP
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