"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Un filósofo me preguntó hace unos días si la fragilidad de la transición defensiva que se ha visualizado esta temporada en el Barça era premeditada o fruto de la dejadez colectiva. No se rían, no se trata de ninguna broma. El filósofo existe y, por cierto, posee altos conocimientos de fútbol y de táctica; su visión, algo alejada del bullicio diario y de las declaraciones altisonantes o de la inagotable cinta sin fin del Balón de Oro, es muy enriquecedora por lo que tiene de distante y de distinta. Y su pregunta no era ninguna necedad: quería saber si en la mencionada fragilidad había resultado más influyente la ausencia de jugadores indiscutibles en la defensa (Puyol y Piqué) o la decisión del entrenador. En ese porcentaje, yo no tengo una respuesta rotunda y segura, pero me inclino por la segunda causa. Las bajas han sido importantes y tenido su peso, pero visto el desarrollo de todos los encuentros hasta la fecha me inclino a pensar que la voluntad de Tito Vilanova se adivina indiscutible: ha buscado “abrir” a su equipo. La razón de esa apertura hay que buscarla en la célebre semifinal contra el Chelsea del pasado abril, cuando el Barça se enfrentó –una vez más– a una defensa fuertemente amurallada. Eso no fue ninguna novedad, pues se ha repetido cien veces en tiempos recientes, pero el equipo dejó síntomas de hartazgo frente a dichos planteamientos rivales, como si tantos años de pelear contra conjuntos enladrillados empezara a mellar el ánimo.
A eso nos referíamos cuando decíamos que del curso pasado quedaban pendientes algunos interrogantes por resolver. Uno de ellos era este: ¿Tiene el equipo suficiente dosis de paciencia como para seguir peleando una y otra vez contra el mismo muro? Sabemos que cuando no hay más remedio (Celtic, por citar uno) lo hace sin refunfuñar. Pero uno piensa que técnico y jugadores han optado por “abrirse” un poco más para evitar que los contrarios jueguen siempre a lo mismo. Es probable que el concepto “abrirse un poco” se haya exagerado con las mencionadas bajas defensivas y hayamos acabado viendo períodos algo enloquecidos y de bajísimo control, por ejemplo el segundo tiempo de Riazor. Pero al margen de casos puntuales, que de todo encontraremos, este Barça parece “retar” un poco al rival a salir de sus muros, a no encerrarse en ellos. Parece “ofrecer” el regalo de la transición defensiva frágil a cambio de espacios y pasillos por los que transitar con más facilidad que antaño. Parece decir: “Salid de la cueva y juguemos un rato, que somos débiles en la transición”. Creo que es así porque no imagino lo opuesto. No imagino que Tito y sus jugadores sacrifiquen la solidez que antes tenían a la hora de cortar de cuajo las transiciones rivales a cambio de nada, simplemente porque sí. Y los resultados obtenidos arrojan un balance positivo: han concedido terreno y ocasiones a los contrarios, pero han encontrado menos murallas cerradas que derribar. El filósofo dijo estar de acuerdo con esto.
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