Podemos considerar bastante lógico que el Barça haya recuperado el hambre, que el Madrid arrancara con lentitud y que a Tito se le exija mucho más que resultados. Esto último es así porque el Barça no llega precisamente del vacío, sino directamente desde la leyenda. Ese equipo ha ganado tres Champions entre 2006 y 2012, dominado el fútbol mundial durante el mismo período de un modo aplastante y engendrado algunas de las mejores composiciones colectivas que se recuerdan en la historia del fútbol. ¡Cómo no se le va a exigir a Tito! Sería de una mediocridad exasperante quedarse exclusivamente con los resultados de un equipo tan protagonista, instalado en el Gotha de los grandes conjuntos de siempre. Pero también sería necio regatear elogios a una plantilla que tras el desgaste descomunal de los últimos cuatro años ha recuperado ambición, hambre y competitividad extrema en cuanto ha sufrido un par de traspiés. Y Tito Vilanova, sin aspirar a ser legendario, camina a por los récords, que no es poco, y lo hace con el temple de los convencidos. Ya dijo que no competiría contra la irrepetible figura de Guardiola y no lo está haciendo: se limita a competir contra sí mismo y a fe que el equipo no le traiciona incluso en la difícil operación de metamorfosearse con varios camuflajes según requieran las circunstancias. Controlando los partidos o corriendo como posesos, los chicos de Tito parecen haber regresado a 2009, cuando todo estaba aún por hacer. Y ya vieron qué ocurrió después.
Del Madrid de Mourinho hay que decir que la temporada pasada construyó una máquina formidable. Para arrebatarle la jerarquía al Pep Team pensó que mejor sumar 100 puntos que basarlo todo en el pulso entre ambos. Acertó en la estrategia y aquél centenar de puntos fueron símbolo de una trituradora extraordinaria. Conseguido el objetivo primordial -detener al Barça-, la misma gente pareció alargar las vacaciones mentales en un inicio tan lánguido de Liga que recordó precisamente al del Barça el año anterior, languidez que ya va desapareciendo. Pero quien tiene los 100 puntos entre ceja y ceja es el Barça.
– Foto: Wilt Chamberlain, en 1962, tras encestar 100 puntos en el partido Philadelphia-New York Knicks (169-147)
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