"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Liga BBVA 2012-2013 / Análisis / Fútbol
Los palpables cambios del Barça actual respecto al de temporadas anteriores están siendo interpretados, casi generalizadamente, como errores cometidos por Tito Vilanova. Algo similar a lo que a muchos nos ocurriera con el estilo dado por Vicente del Bosque a la Selección. Y es que, absortos por la magnitud de una obra irrepetible, indiscutiblemente traducida en el mejor equipo de las últimas dos décadas, tan rayana en la perfección que el nivel de juego estuvo por encima de la más ingente cantidad de títulos conseguida en tan corto periodo, tan revolucionaria que hoy ya calificamos como ilusos a aquellos que siguen defendiendo la disociabilidad de las fases del juego, pensamos que todo planteamiento sostenido por similares jugadores con el balón como eje que se aleje (aunque sea un poco) de las bases implantadas por Josep Guardiola es erróneo.
Empezaré esta crítica señalándome a mí mismo, pues he sido crítico a más no poder con uno de los mejores entrenadores de la historia de España como Vicente del Bosque por la mencionada guardiolización. Y es que, viendo cada tres días al Pep Team ejecutar una obra de arte, ver cómo, en los encuentros de La Roja, se incrustaba a Alonso en el mejor centro del campo que jamás he contemplado con consecuencias tan terribles como dejar de ensanchar el campo, tener un atacante menos, desplazar a Xavi e Iniesta a posiciones más avanzadas de aquellas en las que muestran su mejor nivel o ver a los mediocentros en paralelo dificultando la triangulación y la generación de hombres libres me parecía incomprensible. Del mismo modo que soñaba en silencio (de otra manera habría sido un hereje) con ver a Valdés habilitando a Piqué para iniciar limpiamente la jugada desde atrás, con la consiguiente suplencia del gran capitán Casillas (mejor portero del mundo dentro del área pequeña, discreto fuera de ella). Pero, si algo me desesperaba profundamente, era ver cómo la posesión dejaba de ser un instrumento para atacar defendiendo al mismo tiempo para convertirse en el fin que lograría acabar con la amenaza ofensiva del rival.
La posesión defensiva, sí, expresión que improvisé para definir el juego de España sin llegar a imaginar la aceptación que tendría. Al contrario del mayor respeto si cabe al juego de posición que pretendíamos ver en un equipo sin Messi pero con aún más jugadores corales, Del Bosque convirtió en campeón a su equipo reforzando el punto más fuerte: la defensa. “Si no tengo al mayor generador de ocasiones y goles del mundo pero sí a muchos de los mismos e incluso a más jugadores complementarios, me haré aún más fuerte en defensa”, debió pensar el bueno de Vicente. El resultado de esta apuesta, más allá de que en alguna (escasa) ocasión se haya apartado de la misma, es inmejorable, por lo que, sin duda, acertó, pese a saltarse muchos de los principios que considerábamos sagrados.
Ahora, encumbrado Del Bosque y descansando Guardiola, Tito Vilanova ha iniciado la temporada con un juego diferente del que caracterizó al equipo del que él era segundo entrenador. Se ha dejado de priorizar la salida desde Valdés y de avanzar en cordada. El equipo es más vertical y ya no defiende atacando. El escalonamiento entre los centrocampistas ha dado paso en ocasiones al cuadrado. Ha pasado a ser casi más habitual atraer por dentro para terminar por fuera que lo contrario. Estos y otros cambios existen de manera indudable, lo que no hace ciertas, ni siquiera justificadas, la mayoría de críticas vertidas (como analizáramos ayer mismo en este Magazine).
Y es que en el fútbol no existe la fórmula perfecta, ni tampoco la definitiva, pues todo está en constante evolución. El estilo de juego capaz de someter y vencer al más pintado no siempre vale para ganar porque el rival ya sale preparado para ser sometido. Sabedor de la constante creación de antídotos contra su equipo, Pep no dejó de ingeniárselas para crear remedios para poder seguir ganando. Agotados probablemente casi todos los que respetaban las esencias, a inicios de este año trató de buscar un estilo ligeramente diferente, pero los malos resultados obligaron a volver al guión original.
Vilanova no ha hecho sino redoblar esta apuesta, hasta tal punto de que en lo que va de temporada puede hablarse perfectamente de giro al estilo del juego. El mismo ha servido para cosechar resultados magníficos y, pienso, para que un día, al retomar el viejo manual los rivales hayan olvidado los antídotos inmersos en la búsqueda de remedios para el nuevo estilo. En caso de que sea un giro definitivo, solo los resultados dictarán sentencia firme (la emitida en primera instancia otorga un veredicto más que favorable).
Pero, claro, esto se está obteniendo y tal vez se obtendrá a partir de haber renunciado a muchas cosas, algunas de las cuales hicieron del Pep Team uno de los mejores equipos de la historia, lo que hace que tanta gente guardiolizada se lleve las manos a la cabeza. Parecía difícilmente evitable si se quería seguir ganando, dado que los oponentes conocían de memoria la partitura. Para continuar en la senda de la victoria, Tito ha antepuesto la mejora en el aspecto ofensivo igual que Del Bosque lo hiciera en el defensivo. Ante la enorme dificultad de volver a vencer repitiendo la perfecta simbiosis entre las distintas fases del juego característica del Pep Team, Tito ha optado por reducir el control, del mismo modo que Vicente lo aumentó. Ello explica que los entrenadores sean más críticos con Vilanova, pues para ellos el control es lo primordial (también lo era para Pep, pues prefería rivales agazapados antes que presionantes pese a la mayor dificultad para vencer), y los aficionados con Del Bosque, ya que para los mismos el carácter ofensivo de su equipo es lo prioritario. Sin duda, la opción de Tito es la más valiente (y arriesgada) de las dos.
Sin embargo, todo esto son matices a los que incluso los más prestigiosos analistas darán una lectura en clave positiva o negativa en función de los éxitos. Así, solo los resultados dirán si los tácticos indultan al valiente Vilanova y su posesión ofensiva igual que los aficionados lo hicieran con el precavido Del Bosque y su posesión defensiva. Y es que retomar la senda de la victoria mediante la perfecta unión entre el ataque y la defensa propia del ortodoxo juego de posición perfeccionado por Guardiola seguramente sea imposible, al menos temporalmente.
* Rafael León Alemany.
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– Foto: EFE – Reuters
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