"La audacia tiene genio, poder y magia. Comienza ahora, ponte en marcha”. Johann W. Von Goethe
Champions 2012-2013 / Fútbol 2012-2013 / Fútbol
1.- Poseer una identidad es un salto cualitativo antes incluso de iniciar cualquier partido. Se trata de un paso firme, de una señal hacia el rival, que admite, muy a menudo, saber lo que vas a hacer, pero no poder pararlo. El fútbol también son dinámicas, situaciones, contextos… No hablaría de rachas porque la del Málaga es demasiado larga. Pellegrini implantó un sello, una marca propia que sus jugadores conocen y ejecutan de memoria. A veces, mejor; a veces, peor. Reconocen y tienen automatizados cada uno de los movimientos del compañero (especialmente Isco-Monreal, una banda izquierda top-3 europea), ganando, así, en cada fase del juego décimas de segundo vitales para llegar antes y generar ventajas continuas.
2.- Pellegrini giró para resguardar dando entrada a Iturra y Sergio Sánchez por Portillo y Jesús Gámez, estos dos últimos, mucho más ofensivos que los titulares. Con Sergio equilibró la presunta superioridad física del Anderlecht; con Iturra, Manuel fue responsable y trató de contener a uno de los dos diferenciales del equipo belga: Lucas Biglia. Probablemente, la batalla principal que perdió el Anderlecht, que nunca sacó el balón limpio, se vio obligado a arriesgar el primer pase por alto buscando a M’bokani u ortorgarle el honor de salir a Kouyaté, que suponía una rifa aún más peligrosa por la capacidad para perder el balón, justo en la base, del jugador senegalés. La presión de Iturra fue muy alta y Camacho enmendaba cualquier desliz. Era un centro del campo negador al rival, a sabiendas de que el diferencial Isco aparecería.
3.- Con balón, el Málaga en general no fue demasiado centelleante. Ante la tiniebla de Camacho e Iturra para dominar el inicio, estos fijaron a los mediocentros rivales saltando un peldaño y cediendo la iniciativa a Demichelis, mucho más ágil en la conducción que los dos mediocentros. Otro signo inesperado para el Anderlecht, que se encontraba cerrando el espacio defensa-mediocampo, regalando parte de la espalda pero obligando a Isco-Joaquín a recibir muy lejos y con mucho tráfico. Hasta que Joaquín se dio cuenta y entre él y Saviola obligaron a recular al a defensa belga para ganar metros a la espalda de Biglia-Kouyaté. Diez minutos de asedio que no acabaron con un gol, pero mostraron el camino. Camino que sería más cómodo cuando al borde del descanso Eliseu justificó su estado de forma con un cañonazo a la escuadra. Es un jugador dinámico, complementario al juego de posición, solidario en el esfuerzo y con la habilidad de atacar el espacio. El mérito de Pellegrini es incluirlo en un equipo en el que visualmente chirriaría.
4.- Aunque el efecto diferencial ha vuelto a ser Isco. Piensa antes, ejecuta más rápido, desborda con la cintura y domina tantos registros a tanta velocidad que se vuelve imprevisible. En mejor forma y más determinante que nunca. Se riquelmizó para madurar la roca belga del inicio, pero volvió a su zona natural, la izuqierda, para ser determinante una vez tras otra. Control orientado, un toque para conducir, cabeza pensando y libertad para quebrar hacia dentro, amagar y salir hacia fuera o lanzar un balón delante para el jugador más profundo del Málaga, Monreal. El paso atrás de la defensa del Anderlecht y el peligro del Málaga coincidieron con la necesaria participación de Saviola en la construcción de tres cuartos, donde deja de fijar para sumar un apoyo más. Fundamental la función de apoyo libre.
5.- El Málaga, en numerosos momentos, parafraseaba a Al Pacino en Un domingo cualquiera. Interpretaba ‘pulgada a pulgada’, avanzando sin saltar un solo escalón para madurar al conjunto belga, que se desmoronó sin encontrar a sus dos puntales: Biglia, sujeto por Iturra desde el primer pase, y Mbokani, inferior al mariscal Demichelis y el apagafuegos Weligton. Otra obra, la de los dos centrales, de complementariedad absoluta. Madurar, ensanchar, estirar la lona de un lado al otro para acabar hiriendo en cualquier momento. Hoy tocó una recuperación de Isco y una nueva carrera vertical de Monreal que forzó un penalti. Ver un partido del Málaga, como del Atlético o el Barça, es sinónimo de automatismos. Gestos repetidos, continuamente mejorados.
y 6.- La entrada de Kljestan debilitó al Anderlecht, que vio como Camacho e Iturra mordían y ganaron la batalla en la zona más decisiva del partido durante los noventa minutos. El Málaga estrechó el terreno en su repliegue, sabedor de que ningún efectivo era superior a Monreal en 1×1 en la izquierda, ni por la derecha a Eliseu-Sánchez. Redujo a sus puntales y el Anderlecht sufrió el triunfo de una marca registrada en sensaciones y cifras: 7 victorias, 3 empates, 18 goles a favor y dos en contra. Aún no conoce la derrota. Una marca registrada: El Málaga fantástIsco de Pellegrini.
* Fran Alameda es periodista.
– Fotos: John Thys (AFP)
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