Al principio fue una noria, un círculo alrededor del que giraban los cuatro mediocampistas, pero el círculo se ha ido modificando hasta ser un cuadrado. Esto ha sucedido porque Tito Vilanova, con muy buen criterio, empezó su andadura como técnico plantando un par de principios sobre los que ir edificando su equipo: jugaría de entrada con cuatro defensas y dos extremos bien abiertos. Maticemos: de entrada. Eso no significa siempre. De hecho, cuando lo ha necesitado ha retirado a uno de dichos defensas. Pero no ha retirado a los dos hombres abiertos por fuera, cuya misión debe precisarse también: su misión no consiste en centrar balones, sino en apoyar el movimiento clásico de desestabilización del juego barcelonista, de dentro hacia fuera y devolución para la finalización por dentro.
Puntualizado lo anterior, Tito distribuyó a sus piezas clave, los centrocampistas, en forma circular y con la instrucción de intercambiar posiciones. Busquets abajo; Messi arriba; Xavi y el cuarto hombre a los costados. Y girando. Con ello pretendía poblar mucho la zona, mantener la presencia entre líneas y facilitar el citado movimiento dentro-fuera-dentro. La figura ha mutado en un cuadrado, con Xavi cerca de Busquets y Messi a la misma altura que Cesc, con lo que por momentos el Barça se muestra en un 4-2-2-2 que tiene ventajas e inconvenientes. Como ventajas citemos que la zona central está bien ocupada por especialistas en la posición, lo que permite activar de manera permanente a los extremos, y que Xavi crece y crece en su influencia, factor importantísimo para el equipo. Como inconvenientes, el que me parece más relevante es la situación paralela de ambas parejas, en especial la que forman Xavi y Busquets. Por lo general, el Barça acostumbra a escalar a sus hombres en el centro del campo a fin de facilitar el avance, las recuperaciones, la creación de hombres libres y también la transición defensiva. Es una seña de identidad muy propia, por supuesto no exclusiva, que con esta formación cuadrada encuentra dificultades para su buena ejecución.
De todo lo visto hasta ahora, quizás lo más interesante para la reflexión táctica sea que cuando Tito ha precisado modificar la disposición ha mantenido dos pautas: ha introducido un 9 para arrastrar centrales fuera de zona, pero manteniendo a los dos extremos en el campo y modificando la situación de los cuatro hombres del centro, que han pasado a escalonarse entre sí mucho más. A cambio, lógicamente, siempre ha tenido que sacrificar a un defensa. No me atrevo a extraer conclusiones de todo lo dicho hasta aquí. Un entrenador hábil y bien preparado como es Vilanova seguro que ha evaluado con mucha mayor y mejor profundidad estos aspectos y seguirá aplicando las correcciones oportunas. De hecho, cada nuevo partido de su Barça muestra retoques sobre el anterior, síntoma de análisis y búsqueda de los defectos. Evolucionar pasa por esa premisa: el método de la prueba y el error.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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