"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Este miércoles, el Valencia se viste de gala para su debut en la Champions League, competición en la que participa por tercer año consecutivo. Logro incontestable de Unai Emery que, Barça y Madrid aparte, solo Irureta ha igualado (y superado) en lo que va de siglo en la liga española. Y ello pese a haber perdido el año siguiente a la primera clasificación a sus dos mejores futbolistas (Villa y Silva) y el posterior al más determinante de cuantos quedaban (Mata). Sin embargo, la brillantez de los resultados finales en el torneo de la regularidad cosechados por el técnico vasco no encontró equivalente en los torneos coperos. Ciñéndonos a la máxima competición europea, hace dos temporadas fue superado en octavos de final por un Schalke 04 cuyo potencial no era superior al del conjunto valencianista. Como tampoco lo era el del Bayer Leverkusen del pasado curso, por lo que la afición espera más de su equipo sin faltarle motivos para ello.
La tesitura para conseguir este objetivo (más bien, para volver a clasificarse para las eliminatorias) es cuando menos favorable. Ni BATE Borisov (cenicienta del grupo, por mucho que “no haya rival pequeño”) ni el Lille post-Hazard deberían impedir que pasara el club che. Eso sí, el primer puesto del grupo será enormemente complicado de alcanzar, pues un aspirante a la Champions como el Bayern Munich, que sin duda está entre los seis mejores equipos de la competición, no querrá dejarlo escapar. Si todos quedamos fascinados por su potencial hace unos meses (acabó segundo en las tres principales competiciones), el mismo debería ser mayor aún en la actualidad, dado que ha mantenido a todos sus hombres importantes y se ha reforzado con jugadores de la talla de Dante, Javi Martínez, Shaquiri, Pizarro o Mandzukic. Contra este súper equipo, en su descomunal estadio, iniciará el conjunto de Pellegrino su andadura.
Entonces, ¿a santo de qué viene el título de este artículo? A que hasta ahora solo hemos analizado sobre el papel, pero no sobre el césped (lo que cuenta). De los cuatro partidos oficiales disputados por el Valencia esta campaña, los dos en los que mayor ha sido su rendimiento de acuerdo con el potencial de los rivales han sido contra Real Madrid y Barça. En el Bernabéu y el Camp Nou, nada menos. Mientras el equipo sigue buscando su personalidad, sufriendo en las transiciones, en el ataque estático y, sobre todo, llevando el peso del juego (lo que necesitaría hacer contra Bate Borisov o Lille), se ha mostrado brillante en la defensa organizada (lo que necesita hacer contra el Bayern). Por ello es contra el rival más fuerte contra el que se encontrará con el contexto en el que más cómodo se ha sentido, siendo el mejor debut posible por disponer de tiempo para mejorar en otras facetas imprescindibles para superar a franceses o bielorrusos.
Encajar solo un gol en los que probablemente sean los dos estadios más difíciles del planeta está al alcance de muy pocos (de hecho, ningún equipo lo logró en la última Liga). Tampoco fue Diego Alves el hombre del encuentro en ninguno de los dos partidos, hecho reseñable, como consecuencia de que en ambos se pueden contar con los dedos de una mano las ocasiones de gol que recibió. Eso sí, el peaje fue alto: los de la capital del Turia no estaban en disposición de salir al contragolpe ni mucho menos de atacar organizadamente. Sin embargo, sí se sacó el máximo rendimiento de las jugadas a balón parado, lo que valió para llevarse un punto del campo del campeón de Liga y estar cerca de lo propio en el del ganador de la última Copa del Rey.
Así, no cabe esperar un planteamiento distinto por parte del pupilo de Rafa Benítez, quien en esta faceta recuerda a su mentor. No podrán los jugadores del Bayern correr al espacio, como no pudieron hacerlo los del Madrid en la faceta en la que son números uno mundiales. Ni filtrar demasiados pases en espacios reducidos, como tampoco tuvieron oportunidad de ello los del Barcelona, quienes son en este aspecto los abanderados. Eso sí, los alemanes presentan una amenaza añadida: el juego aéreo. No es que el conjunto blanco no lo tenga, pero ni dispone de un 9 de las características de Mario Gómez ni de la seguridad en el balón parado del tetracampeón de Europa. Es decir, la zaga valencianista tendrá una amenaza mayor en el interior del área que obliga a proteger más las bandas para evitar posibles centros. También encontrará más dificultades para ejecutar jugadas ensayadas. Por ello, será clave que, manteniendo la organización mostrada en los citados encuentros, el conjunto che sea capaz de generar algo más de peligro al margen de la estrategia para aprovechar la menor seguridad defensiva de los muniqueses consiguiendo al mismo tiempo que se sientan amenazados y, en consecuencia, no desplieguen a la mayoría de sus hombres en ataque.
* Rafael León Alemany. En Twitter, @_rafaleon_
– Fotos: EFE
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