"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Prácticamente cada año, cuando se aproxima el verano o incluso ya dentro de la estación estival, vuelven a reunirse en las canchas de baloncesto los mejores jugadores del mundo para comenzar a prepararse para disputar un prestigioso torneo internacional en el que se enfrentan las mejores selecciones del planeta. Ya sea un Eurobasket, o un Mundobasket o los Juegos Olímpicos, esos jugadores que nos han enamorado desde que tocaron la gloria siendo todavía juniors se reencuentran como si no hubieran pasado casi doce meses desde la última vez en la que estuvieron todos juntos.
Cierto es que la conexión entre hermanos siempre resulta más fácil que entre desconocidos, por eso se entienden de maravilla Pau y Marc cuando juegan con la camiseta de España después de hacerlo con las de Lakers y Grizzlies. También están muy acostumbrados a desarrollar un mismo estilo de juego los madridistas Llull, Reyes y Sergio Rodríguez, que a su vez ya conocen a Rudy Fernández (y un poco a Ibaka) por su primera y breve experiencia en el Palacio de los Deportes de Madrid. Navarro y Sada también saben cómo se mueve cada uno. Y aunque el resto sea de su madre y de su padre, cuando saltan a la pista no se nota que cada uno juega en un equipo durante todo un año. Parece que jueguen al unísono, no hay falta de costumbre y, si la hay, se recupera rápidamente en los entrenamientos y en los amistosos previos a la cita oficial.
Muchos son los deportes que no interrumpen de forma repetida durante una temporada la competición oficial de las ligas de cada país para disputar partidos con sus selecciones nacionales, dejando estos para el final del curso. El baloncesto, como hemos visto, es uno de ellos. El balonmano, por ejemplo, detiene el campeonato doméstico durante un período para que se lleve a cabo el Europeo, o el Mundial. Pero a diferencia del fútbol, lo cortan para jugar partidos oficiales, trascendentes y definitivos para la lucha por medallas, mientras que el deporte rey aprovecha estos parones para lucrar a las federaciones miembros de la FIFA por partidos amistosos poco relevantes en su mayoría.
La selección tricampeona de Europa y campeona del mundo, España, juega esta noche un encuentro no oficial en Pontevedra ante Arabia Saudí. Este partido llega en medio del inicio de las grandes ligas del Viejo Continente y del resto del mundo, cortando de forma radical el proceso de aclimatación de los clubes a los planteamientos del entrenador, que todavía está desarrollando las ideas que deben exponerse durante el curso futbolístico. A diferencia del de hoy, España juega el martes un partido valedero para la clasificación al Mundial de 2014, que debe ganar a Georgia para comenzar a asegurarse la posibilidad de defender corona en Brasil.
Pero, ¿y si estos partidos sólo se disputaran una vez terminadas las diferentes ligas y competiciones continentales? Cada año impar tiene un verano vacío de fútbol, con la excepción de la Copa América, cuya próxima edición será en 2015. En ese espacio de tiempo se podrían disputar las eliminatorias pertinentes para determinar qué equipos se clasificarían para las fases finales de los torneos mayores, como Mundial o los distintos trofeos de todas las Confederaciones. Por ejemplo, para clasificarse a la Eurocopa de Francia 2016, las selecciones de todo el continente disputarían un torneo eliminatorio en el verano de 2015. Incluso antes o después hay tiempo y espacio en el calendario de sobra para que se juegue la Copa América de ese mismo año.
Esta organización del calendario futbolístico también traería consigo la intromisión en el espacio reservado a la Copa Confederaciones, precisamente. Si se quiere mantener (algo de lo que no estoy muy convencido), la solución sería que las ocho selecciones que compitan por el título estén automáticamente clasificadas para la fase final del torneo siguiente, es decir, el Mundial. Este verano veremos en la Confederaciones a España, Italia, Brasil, Uruguay, México, Japón, Tahití y al campeón de la Copa África. Estas selecciones se ahorrarían la fase de clasificación (Brasil ya se la ahorra por ser anfitriona), que se podría disputar a la vez que la Confederaciones o, para no competir en audiencia televisiva, unas semanas después. Esto no quita que puedan disputarse partidos amistosos previos tanto a la Confederaciones como a las fases de clasificación, que sirvan como preparación (y también para llenar bolsillos).
De esta manera, las ligas no se interrumpirían cada cierto tiempo y los jugadores se podrían concentrar al cien por cien durante diez meses con sus clubes (evitando el desagradable Virus FIFA) y, después, los elegidos por los seleccionadores pasarían a defender los colores de su país durante otro mes, dejando siempre dos o tres semanas de vacaciones mínimo tanto para los futbolistas internacionales y los que no lo son. Incluso Vicente del Bosque tendría tiempo para entrenar a algún club y todo si quisiera, al estilo Scariolo.
Es una idea con la que pretendo generar debate. Creo firmemente que evitando partidos intranscendentes como los que se disputarán este fin de semana habría menos lesiones (muchas debidas a los cambios de hábito repentinos de los futbolistas) que destrozan la temporada con sus respectivos clubes a algunos futbolistas.
* Jesús Garrido es periodista. En Twitter: @jgarridog7
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