"Lo que equilibra a un equipo es la pelota. Pierde muchas y serás un equipo desequilibrado". Johan Cruyff
Hay otros caminos pero no para el Barça. Para el Barça, este es el camino. No hay atajo. El fútbol es un río, con sus tramos curvos y sus zonas rectas, momentos plácidos y caídas vertiginosas. Sabemos que el fútbol es un ser vivo en constante evolución, un río bravo en perpetuo movimiento al que jamás consigues dominar en su totalidad aunque, durante un tiempo, el Barça llegó a domar incluso las aguas más turbulentas. El fútbol nos enseña también que el pasado es pasado y que hace falta futuro para el presente. Y que solo si el presente es sano podrá ese futuro ser duradero y sostenible. Personas sabias dejaron dicho en tiempos igualmente agitados que no es la elocuencia la que convence, sino la pasión. Que los únicos oradores que siempre persuaden son las pasiones y en este punto cabe recordar que el auténtico motor de este gran Barça no será el verbo, sino la pasión.
Claro que hay problemas. ¿En qué colectivo no los hay? Problemas tácticos, técnicos, quizás de trabajo, alguno de actitud, de voluntad y ambición, de exceso de ego o de excesiva ausencia del mismo. Probablemente sí. Faltaría más que no los hubiera. ¿Acaso son superhombres? Han sido el mejor equipo del mundo y, probablemente, uno de los mejores de la historia si no el que más. Y no solo lo han sido: en su interior está volver a serlo. Incluidos los problemas y sus defectos, como toda obra humana. En el interior de este colectivo, y en el análisis que haga de su pasado, reside el germen para volver a ser el mejor entre los mejores.
El colectivo está ahora en manos de otro arquitecto. Ya no es Pep y todos sabemos que cualquier comparación será negativa o complicada. O espuria y demagógica. Este equipo no necesita vivir enganchado a comparaciones y regresos constantes al pasado, sino vivir fuerte su presente para construirse un nuevo futuro. Son los mismos pero son distintos. Bajó un telón y se ha levantado otro. Ya está. El pasado ha de ser la referencia para mejorar, no para la ensoñación nostálgica.
El horizonte ha cambiado. Durante tres años, el Barça fue superior al Real Madrid y al resto de los equipos del mundo entero. En algunos casos, muy superior. Llegó a vencer al propio azar, hasta el punto que se configuró a su alrededor un aura de imbatibilidad que, por descontado, era perecedera pero que parecía eterna. Esa superioridad excepcional tuvo dos momentos cumbres: la final de Wembley, el partido perfecto; y la final del Mundial de clubes ante el Santos, una visita al futuro. Tras esas dos cimas se descendió un peldaño: ni siquiera importa demasiado las causas. Quedémonos en que es humano e irremediable y que las consecuencias del mismo han sido poco trágicas. Sí, el Barça ya no posee su elevada superioridad sobre el Madrid, pero tampoco la ha permutado por una inferioridad manifiesta. Y el descenso parece haber llegado a su fin: competir es perder o ganar, pero volver a intentarlo de nuevo mañana. No es luchar por ser superior ni mejor, sino para crecer como colectivo, para desarrollar tu potencial. Competir es negociar con el tiempo.
Se abre un horizonte nuevo. Nuevo por distinto. No será un Barça de 14 títulos sobre 19 porque enfrente hay un rival que le peleará hasta las migajas y todos los actores deberán acostumbrarse a ese nuevo contexto. También el equipo: es el mismo, pero es distinto. Deberán cambiar algunos equilibrios internos: hay procesos sucesorios abiertos; herederos que no acaban de encontrar el camino de la corona; líderes formidables todavía tímidos ante el deslumbrante rey; estrellas menguadas que deben volver a su nivel; y mucho trabajo por pulir. Pero también un potencial extraordinario y tiempo para desarrollar la nueva obra.
El tiempo es un gran aliado del Barça porque el fútbol ni empieza ni acaba: solo continúa. Tiempo para aprender y corregir, para abrir nuevas etapas, cultivar y crecer. Tiempo para continuar la permanente construcción: el Barça ha elegido su presente para seguir teniendo un brillante futuro. El Barça del futuro no se construye en el presente desde la oratoria y la elocuencia sino desde la pasión y gracias al tiempo. Por el tiempo y por los tiempos. Se ha abierto un horizonte nuevo como se levanta un telón de la misma obra, pero que ya es otra obra. No duden: el camino es este. El elegido.
– Foto: FC Barcelona
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