"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Querido Bojan:
No vas a cualquier parte. Sales del Camp Nou, que es el Olimpo de los dioses, pero vas al Olímpico, nada menos. Donde los dioses moran. A Roma, ciudad abierta, capital de todos los mundos, centro de tantos universos. Al Stadio que consagró al hombre blanco más rápido de la historia (Pietro Mennea), a la gacela negra (Wilma Rudolph) o a la mujer que más alto saltó (Stefka Kostadinova). A los héroes olímpicos de 1960: aquel Armin Hary que corría los 100 metros en 10” sobre ceniza; los Peter Snell y Herb Elliott que dominaron el mediofondo para las antípodas; el segundo episodio del cuádruple oro del discóbolo Al Oerter…
Vestirás la camiseta que honraron Falcao y Toninho Cerezo. Palabras mayores. Falcao y Cerezo. No sólo no habías nacido: tus padres ni siquiera se conocían cuando Falcao y Toninho Cerezo ya eran reyes del fútbol universal. El rubio y el moreno, los guardaespaldas de Sócrates en el Brasil centelleante del Mundial de España, dos adelantados a su tiempo. Recuerda sus nombres, no ocurra como con Quini: Paulo Roberto Falcao y Toninho Cerezo, los Rómulo y Remo de tu futuro club. Guardiola te hablará de ellos. Pep sabe lo que significa esa camiseta: la vistió. Por poco tiempo, pues se lo impidió el fútbol de hierro de Fabio Capello, pero suficiente como para empaparse de la historia romanista, saber de Prohaska y Ancelotti, de Cafú y Batistuta, de Zeman y Mazzone. Y, claro, de Francesco Totti, el escudo del club. Más que un jugador y más que un símbolo. Piensa en el Puyol del Barça o en el Raúl de Madrid. Algo parecido es Totti. Con otro carácter, pero con la misma trascendencia. No te arrugues ante él, pero respétale profundamente. Es un capitán digno de admiración.
Historia, Bojan, historia. Viajas al centro de la historia. Del fútbol, del deporte, del mundo. Manel Estiarte puede contarte lo que significa el Foro Itálico, con su piscina legendaria y esas pistas de tenis que tanto han encumbrado a Rafa Nadal; con ese CONI que, un buen día, decidió ir a por todas en la lucha contra el dopaje. Ya conoces el Stadio: ganaste ahí tu primera Champions, aunque la viviste en el banquillo, como esta segunda, tan reciente. Conocerás escenarios imperiales, como aquel Arco de Constantino bajo el que Abebe Bikila ganó descalzo la Maratón olímpica; o como el Coliseo donde se forjaron los gladiadores invencibles, padres precursores de los defensas italianos a los que te enfrentarás.
Porque no será fácil, pequeño Bojan. Viajas al centro del universo, pero también al infierno. A un fútbol complicado y lleno de espinas. Ya sabes que es de sabios coger las rosas sin clavarse las espinas. Te espera un camino repleto de ellas. Defensas espartanos con casco y espada; juego metalúrgico sin escuadras ni cartabones; fanatismo enloquecido en las gradas; aspereza en las áreas. No será fácil, Bojan, triunfar ahí. Porque, para poder regresar, hay que triunfar. No bastará con sobrevivir, ni puedes fiarlo todo al apoyo de Luis Enrique. Bastante ardua es su propia aventura. Te apoyará, sin duda, pero tendrás que ganarte los galones por ti solo. No será fácil, pero puedes lograrlo. Te vas siendo todavía un niño. Lucha, aprende, trabaja, sufre y regresa convertido en hombre. Que los buenos vientos te acompañen. Ritorna Vincitor!
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