"La clave del éxito no es jugar como un gran equipo, sino jugar como si el equipo fuera una familia". Stephen Curry
Cesc Fàbregas como fenómeno coyuntural o como fenómeno estructural. Esa es la cuestión. Lo que no admite discusión es que el jugador de Arenys es “el fenómeno” de la temporada en el Barça hasta la fecha: por su rendimiento, por su inesperado rol y por las consecuencias que ha generado en el equipo. Analicemos estos tres prismas y, más adelante, la cuestión inicial: su pervivencia en el tiempo.
RENDIMIENTO
En sus 8 temporadas en el Arsenal, Fàbregas obtuvo la siguiente serie de goles (todas las competiciones de club): 1 – 3 – 5 – 4 – 13 – 3 – 19 – 9, con un promedio de 7,1 tantos/curso. En media temporada blaugrana ya suma 13, igualando su segundo mejor registro histórico y duplicando su promedio. El rendimiento en este ámbito no es discutible, añadiendo que ha marcado en cinco de las seis competiciones que ha disputado (sólo jugó 10 minutos de la Supercopa de España, único torneo en que no ha anotado). También ha marcados sendos goles en los dos partidos internacionales que ha jugado con la selección española.
De los 30 partidos que ha disputado el equipo por el momento, Cesc ha intervenido en 23 de ellos, 16 como titular. Su presencia en el once inicial tampoco admite discusión, más allá de la sorpresa acuñada por el rol desempeñado.
ROL: DEL 4 AL 9
Fàbregas empezó siendo un 4 (desde Milla y Guardiola, el 4 es el mediocentro del Barça) cuando sobresalía de cadete en el Barça; evolucionó a 6 en sus primeros tiempos con Wenger, cuando Patrick Vieira abandonó el Arsenal; se convirtió en 8 en su mejor etapa como ‘gunner’ y cuando aterrizó en el Barça se le esperaba de nuevo en la posición del 4 para cerrar el círculo. Pero en lugar de cerrarlo, hizo añicos dicho círculo pues desembarcó como falso 9, hermano siamés del 10. Se esperaba un Cesc y llegó otro.
Aunque lo probó durante breves episodios en zonas de creación (siempre por ausencia de Xavi), Guardiola le encomendó de inmediato funciones de llegador. Bien partiendo de interior, bien como delantero postizo. Se le esperaba de Xavi o a lo sumo, de Iniesta, pero se vistió de Bakero para definir como Romario y ser, en apariencia, el Platini blaugrana. Como ha explicado Raúl Caneda (@raulcaneda > “Hay que ser muy bueno para poder ser otro” ), para poder jugar en este equipo Cesc se disfrazó de Platini. Así que ya es otro. Un delantero que juega de mediocentro. Un mediocentro que golea. Un 4 que es 9 porque, quizás, ya no puede volver a ser 4 en este equipo aunque lo luzca en la espalda.
CONSECUENCIAS
Para que todo ello fuese posible, el entrenador tuvo que hacerle hueco. Y se lo hizo. Extirpó un defensa, introdujo a Fàbregas y promovió el juego por dentro. Más que nunca. Con cuatro, con cinco y hasta con seis centrocampistas. El fútbol es de los centrocampistas, explicó Guardiola en su Manifiesto 4.0. Así que pronto dijimos que había regresado el 3-4-3 cruyffista aunque esta afirmación precisaría mil matices, pues el equipo casi nunca forma así sino en cuatro líneas, pero este es otro asunto.
La realidad es que en el tablero, un defensa dejó su puesto a Fàbregas y éste pudo interpretar con energía su impetuosa anarquía. Cesc es un anarquista futbolístico, lo que puede ser relevante para su futuro papel en el Barça. Esa anarquía le permite generar torbellinos a su alrededor, una fuerza poderosa que da alas a su equipo y entorpece al rival. Su desmarque de ruptura está siendo tan demoledor como su acierto en la definición final.
FENÓMENO
Hasta aquí el “fenómeno Cesc”. Ahora bien: ¿Se trata de un fenómeno coyuntural o estructural? Su fichaje por el Barça se entendió como el afianzamiento de la línea sucesoria que nace en Milla, se engrandece con Guardiola, extiende su reinado con Xavi y avizora un futuro con Thiago, Samper o Kaptoum. El fichaje de Cesc supuso la llegada del heredero del heredero del heredero (Cesc > Xavi > Guardiola).
Sin embargo, la realidad ha sido muy diferente. La influencia de Fàbregas en el inicio del juego blaugrana no ha pasado de tibia. Un primer ensayo en Anoeta, cuando Xavi se retiró al banquillo, resultó paradigmático. Desde ese momento, jugador y entrenador empezaron a argumentar que quedaba mucho por aprender. Hablaron de fase defensiva y movimientos sin balón como dos áreas a corregir o reaprender. Ya sabéis: las dificultades de adaptación al Idioma Barça, incluso para alguien que creció en La Masia aunque maduró en Londres.
Ese primer ensayo fallido dio vía libre a la “opción llegador”. Cesc abandonó la base de operaciones, a la que ha vuelto en muy escasas ocasiones, para reinterpretarse. A veces como falso 9, en otras como doble falso 9 acompañando a Messi (casi siempre recibiendo del argentino más que asistiéndole) y en algunas como simple interior, pero con elevada vocación de alcanzar el área.
Una facción de analistas considera coyuntural este fenómeno. Piensa que si ocurre es por necesidad del equipo, carente de grandes llegadores con gol y, ahora mismo, incluso sin un 9 tras la grave lesión de Villa. Que Cesc sólo ocupa transitoriamente este rol, pero que tras su reaprendizaje idiomático a las órdenes de Guardiola, descenderá a la base para ser el heredero de Xavi.
Otro grupo de analistas, por el contrario, opina que el fenómeno es estructural y será definitivo. Que Cesc no volverá a ser un 4, sino que será el Platini del Barça: un 8 que quiso ser 10 y goleaba como un 9. Raúl Caneda, por ejemplo, argumenta que en el juego de posición blaugrana no hay espacios para hacer de 4 y llegar al área rival debido a la mucha gente que acumula el rival y el propio Barça en el centro del campo. Por tanto, Cesc no debería ocupar un puesto bajo en la cordada alpina, sino un puesto alto para ser uno de los que llegan a la cima, como ocurre en el presente curso.
Personalmente, tengo dudas acerca de lo que ocurrirá. Pensé que Cesc sería el sucesor de Xavi y que sólo precisaba un período de reaprendizaje, al estilo del vivido por Mascherano, Abidal y tantos otros, para ser capaz de regresar a la posición del 4. Sin embargo, es cierto que del filial hacia abajo hay más jugadores capaces de generar desde la base que llegadores puros y también lo es que Guardiola ha roto muchos moldes y provocado evoluciones en jugadores que nunca habríamos pronosticado. Por todo ello, me mantengo expectante sobre el fenómeno aunque todos los indicios apuntan más hacia una estructura definitiva que hacia una coyuntura provisional. El hombre que quiso ser Xavi y pasó a ser Bakero, posiblemente desemboque en Platini.
PD: Otro aspecto a valorar es el de Cesc como guardián de la filosofía de juego. Ese es asunto para otro día, al igual que las consecuencias de esta evolución en la selección española.
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