Desde algún lugar de España,
Como imaginarás, aquí todo el mundo se ha vuelto loco de alegría. ¿Cuándo vuelves? La euforia ha prendido pese a la costumbre de ganar. Es curioso que los jóvenes crezcan bajo un paisaje de tantos triunfos, cuando sus padres no gozaron ni de la cuarta parte de tanto éxito. Aunque las esencias del tremendismo cenizo persistan, porque eso es este país, habría que dejar claro a los nuevos que lo que se ha conseguido es realmente extraordinario, muy complicado de conseguir, y que difícilmente se repetirá. Sueles hablar del ‘descomplejo’, la audacia y el esfuerzo. Y coincido. Pero yo añado la paciencia. No te olvides de la paciencia.
Es verdad, me estoy desviando. Voy con el fútbol de una vez. El partido no tuvo historia porque España completó una exhibición verdaderamente sinfónica. Profundidad, velocidad y eficacia se conjugaron en una sinergia grandiosa para levantar el mejor partido de la era Del Bosque. ¿Te gustó Italia? Quizá no sea la pregunta correcta. Los transalpinos dieron la cara en todo momento pero se vieron castigados y sin rédito por sus valientes esfuerzos. No tuvieron su mejor día, pero sobre todo no pudieron lucir. España fue demasiado, España fue muchísimo. Superada la barrera mental de las dificultades previas, vencido el trance de los cuartos de final –incertidumbre frente a Francia– y el de las semifinales –venenosa Portugal–, burlada por empeño la adversidad del cansancio y la contención posicional, España se desató el día de las mejores galas, la noche de las mejores fotos y de las grandes ocasiones. El campeón feliz dejó fluir su manantial de juego justo a las puertas de Ítaca, olvidando en el umbral la larga travesía –dorada a ojos del espectador pero muy dura en la carne del futbolista– que les había llevado hasta el vergel de Kiev. Probablemente, España sea invencible en los grandes escenarios. Pero probablemente sí se la pueda ir a buscar en lugares más inhóspitos, lances más aviesos, aunque también en ellos haya demostrado bastante desenvoltura y solvencia.
Me quedo con la idea de no dejar de ser pobres demasiado rápido y de no convertirnos en un país de nuevos ricos. En general, lo que viene rápido se va aun más pronto. Ahora más que nunca necesitamos convertir esta gran obra en un monumento inspirador.
En el eje de la maravilla estuvo Xavi Hernández. Con tu debido respeto, en el mejor día de España se entornaban los ojos y no sabías si veías rojigualdas o azulgranas. El ‘8’ obró la metamorfosis. Si Xavi es relevante, España late alto, pero si el de Terrasa no tiene pelota ni oxígeno, sus socios no bailan como saben y el equipo no carbura del todo. Y en el fondo de todo eso, en las entrañas de la bestia, estaba el insaciable apetito de la Selección. A veces las claves son así de sencillas. De no mediar tal voluntad no se hubiera llegado ni a Polonia. En esta ocasión, el deseo se impuso a una realidad propicia pero adversa en progresión exponencial. Y la doblegaron. El ganador que gana otra vez es un corazón empecinado que no descansa en la victoria.
Personalmente, mi amigo, espero verte pronto y espero que estas cartas hayan arrojado algo de luz –no muy errada– sobre el ruidoso asunto del fútbol. Es complicado sacar notas limpias en medio del maremágnum del circo, ya sabes de lo que hablo, pero confío en que la correspondencia te haya resultado enriquecedora. Me quedo con la idea de no dejar de ser pobres demasiado rápido y de no convertirnos en un país de nuevos ricos. En general, lo que viene rápido se va aun más pronto. Ahora más que nunca necesitamos convertir esta gran obra en un monumento inspirador. Pregúntenle a Vicente del Bosque. Te escribiré pronto, aunque esta vez hablaremos de otras cosas. Recibe un fuerte abrazo,
La medida del éxito es el valor que otorgamos a su consecución. Si olvidamos el camino, la victoria es tan sólo un tumulto de abrazos sin sentido.
– Carta III: Buscando a Portugal
– Carta IV: El entorno adolescente
– Carta V: La realidad y el deseo
– Carta VI: El campeón consumido
* Carlos Zúmer es periodista. En Twitter: @CarlosZumer
– Foto: EFE
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