El soldado raso George Shaw pasó mucho tiempo recluido en un campo de prisioneros japonés durante la II Guerra Mundial. Muchos de sus compañeros murieron debido a las pésimas condiciones higiénicas, el hambre, la explotación o la enfermedad del beriberi. Mientras los soldados nipones vestían pesadas botas y uniformes militares, él y sus compañeros vagaban semi desnudos por la jungla, apenas vestidos por desechos que cubrían sus partes íntimas, lo que unido a su pelo largo y su ya prolífica barba les hacían parecer salvajes. Mientras rebuscaban unos hierbajos comestibles entre toda aquella mugre con el sudor resbalando por su frente, Shaw se dirigió sigilosamente a un colega:
–“Bill, si alguna vez tengo la suficiente suerte de salir de esta mierda, además de ver a mi familia hay otra cosa más que me gustaría ver”.
–“¿Qué otra cosa, George?”, dijo Bill con su marcado acento de Birmingham.
–“Me gustaría ver al Derby County ganar la FA Cup en Wembley”.
–“Lo dudo mucho George. Dudo que el Derby sea suficientemente bueno para ello”.
–“¡Pero eso es lo que me gustaría ver antes de morir!”.
George Shaw sabía que las posibilidades de salir de aquel infierno terrenal eran ínfimas, pero pese a que el Derby County nunca había ganado la FA Cup mantenía la esperanza de ver cumplido su último deseo.
Mientras tanto, en su amada pero lejana Inglaterra, un chico llamado Leon Leuty trabajaba en la fábrica de Rolls-Royce de su añorada Derby. Leuty había dejado la escuela algún tiempo antes, y tras probar varios empleos prometió a su madre que no desperdiciaría su tiempo haciendo algo estúpido, algo como intentar convertirse en futbolista profesional. Pero aún así se enroló en el Derby Corinthians, del que pasó a los juveniles del Derby County justo antes de la guerra. En un amistoso contra el Leicester City se dañó la rodilla derecha, dándose cuenta cuando tuvo que operarse de la razón que llevaba su madre respecto al balompié.
Tras recuperarse, se enroló en el equipo de la Rolls-Royce, ya que con el estallido de la guerra el ejército había tomado el Baseball Ground como base de operaciones, una de las razones por las que el Derby County echó el cierre temporal. En ese momento, el técnico del Notts County, Frank Womack, le contactó para invitarle a una prueba tras la que Leuty volvió a lesionarse, apartándose del football y de sus botas para siempre.
Aún así, Womack se mantuvo en contacto con Leuty. Las vicisitudes de la guerra impedían el desarrollo de la liga o cualquier otro campeonato, aunque pese a ello muchos clubes mantuvieron su actividad, a veces mezclando jugadores internacionales con amigos del manager o simples hinchas que acudían a los partidos con sus botas de fútbol por si se requería de alguien más para completar los equipos ante una eventual ausencia de última hora. Así, de tanto insistir Womack, Leuty volvió a calzarse un día las botas para intentar ser una vez más ese center-half que se defendía con gallardía sobre el césped de la calamidad de aquellos días.
Leuty redoblaba esfuerzos en la fábrica, en la que trabajaba los viernes por la noche para tener libre la tarde de los sábados y así jugar con el Notts County. Sin embargo, en una ocasión no pudo acudir a un viaje del equipo, lo que llegó a oídos de Jack Nicholas, un ex jugador devenido en policía que trataba de reagrupar a los componentes de los Rams, el viejo Derby County, que precisamente aquel día jugaba un encuentro. Se personó en casa de Leuty, que aceptó el reto agotado por los desplazamientos continuos a Nottingham que tantos quebraderos de cabeza le daban por su trabajo. Entre los alicientes, jugar con los internacionales Raich Carter y Peter Doherty, campeones nacionales antes de la guerra con Sunderland y Manchester City respectivamente.
La guerra tocaba a su fin e Inglaterra quería recuperar la normalidad. Tras años de parón por el desgraciado evento, el fútbol volvió a la actividad oficial en septiembre de 1945 con el reinicio de la FA Cup. Sin liga hasta la temporada siguiente, la Federación inglesa planteó en la recuperada competición copera que todas las eliminatorias a excepción de las semifinales y la final se disputasen a ida y vuelta, para que cada afición pudiera disfrutar con su equipo en cada ronda. Como club de la máxima categoría, el Derby County apareció en tercera ronda para golear al Luton Town. WBA, Brighton&Hove Albion, Aston Villa y Birmingham City fueron cayendo sucesivamente hasta alcanzar la final. El 27 de Abril de 1946, ante 98.215 espectadores, Derby County y Charlton Athletic dirimirían, con el arbitraje del señor E. D.Smith, al primer campeón copero de la posguerra.
Antes de todo ello, Jack Nicholas, el tipo que reorganizó el club poco tiempo antes y volvió a vestirse de corto, tenía una importante misión que cumplir. A finales del Siglo XIX, un asentamiento gitano fue desposeído de sus tierras para la construcción del Baseball Ground, el estadio de los Rams, por lo que los antiguos habitantes del terreno lanzaron una maldición sobre el equipo, gafado durante décadas, perdedor de varias copas y ligas desde entonces. El valiente zaguero visitó a los descendientes de aquellos gitanos, los cuales exorcizaron a la institución para librarle por siempre del mal de ojo.
El choque ante el Charlton Athletic fue muy igualado en todo momento. Un tanto en propia meta de Bert Turner en la recta final del encuentro parecía llevarles a la gloria. Sin embargo, el propio jugador galés igualaría el envite un minuto después al transformar un tiro libre que lo redimía. Nada más comenzar la prórroga se disiparon las dudas cuando Doherty volvió a adelantar a los Rams. Minutos más tarde, Jack Stamps se destapaba con un doblete que certificaba el primer título para el Derby County, con Leon Leuty como alma de los suyos y mejor jugador del partido, al final del cual vendió su medalla de oro para poder costear el regreso a casa de su madre, su mayor admiradora.
Tras más de 60 años de existencia, varios subcampeonatos en los diferentes torneos nacionales, algunos descensos de categoría e incluso el cierre temporal de la institución, el Derby County Football Club se desquitaba en el mejor escenario. Cuenta la leyenda que el soldado raso George Shaw estaba aquella tarde en la tribuna del santuario del fútbol inglés. Huyó del infierno para ver cumplido su sueño. Ya podía descansar en paz.
* Domingo Amado es periodista.
– Fotos: David Mullen – Paphotos
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