"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Análisis / Fútbol 2011-2012 / Eurocopa 2012
Wroclaw (Polonia) / Desde hace casi dos semanas, Breslavia (Wroclaw en polaco, Vratislav en checo) es la residencia oficial y la capital oficiosa de la selección nacional checa. Los polacos asisten en masa a los entrenamientos a puertas abiertas de los Cech y compañía; degustan su muy apreciada cerveza convecina; y merodean por el céntrico hotel Monopol intentando cazar a los internacionales, hospedados apenas a cinco minutos de la fan zone. Algunos edificios como el Teatro Lalek de marionetas están decorados con la tricolor checa y algunos medios locales como la ‘”Gazeta Wroclawska” han tenido a bien imprimir una edición especial en checo la víspera de sus tres partidos. Y es que, a medida que avanza la Eurocopa, no sólo los polacos se han interesado por sus huéspedes, sino que la ciudad se ha ido llenando también de compatriotas del combinado invitado.
A menos de 200 kilómetros de la frontera (a 300 de Praga), Wroclaw es un cruce de caminos en el corazón de Centroeuropa. Antes de formar parte de la República de Polonia, fue territorio alemán, austrohúngaro, polaco y también checo. No en vano cuenta con un Consulado Especial de Chequia y el domingo pasado el equipo que entrena Michal Bilek fue homenajeado con una recepción oficial en el ayuntamiento silesiano. Tantas atenciones quizá se irán diluyendo conforme se acerque el fin de semana, ya que las posibilidades de la anfitriona real, Polonia, pasan por vencer a sus vecinos-hermanos el sábado en Wroclaw.
El martes, más de 12.000 checos se dieron cita en el Estadio Municipal (Stadion Miejski) de Wroclaw en el partido que disputaron frente a la selección de Grecia. Con la derrota por 2-1, la esperanza griega se aferra a una harto improbable victoria abultada ante los rusos, líderes del Grupo A. Unos días cruciales los que vivirá próximamente el país del Egeo, ya que se juega su continuidad en la Euro y, lo que es bastante más serio, en el euro.
Los que por ahora no tienen problemas de unidad monetaria son los checos y polacos, que harán valer el poder de sus divisas (coronas checas y zlotys, respectivamente) en la ampliada fan zone de Wroclaw. Ayer, la organización decidió ampliar el área destinada a los aficionados a otras calles aledañas del histórico casco antiguo. Se prevé que cerca de 45.000 espectadores llenen la fan zone de Wroclaw el sábado. Otros 45.000 tendrán la suerte de seguir el decisivo encuentro en el estadio. Está por ver si la marea rojiblanca será tan abrumadora como lo fue en Varsovia, el escenario previo de la selección polaca, y si la República Checa es capaz de movilizar a más aficionados a la ciudad fronteriza e intentar atenuar el supuesto factor cancha.
Sentimientos y colores al margen, el del sábado promete ser un partido de poder a poder. En él, ambos equipos podrán disponer de todos sus efectivos, si el checo Rosicky logra reponerse de la lesión que le obligó a retirarse antes de tiempo durante el Chequia-Grecia. El pasado miércoles, el centrocampista no se ejercitó con sus compañeros. Al parecer, su lesión en el talón de Aquiles puede ser más seria de lo previsto. Habrá que aguardar a las próximas horas para saber quién dirigirá el juego de los checos. El guardameta y capitán Peter Cech también faltó a la cita, aunque aparentemente su ausencia no responde a ninguna dolencia física.
El seleccionador polaco Franciszek Smuda recupera para el tercer partido al portero titular, Wojciech Szczesny, expulsado en el primer encuentro ante Grecia. Lo que pudiera parecer una grata noticia para la selección anfitriona supondrá, de hecho, un dilema para el responsable de confeccionar el once titular. 180 minutos después, el segundo portero, Przemyslaw Tyton, se ha ganado las simpatías de buena parte del aficionado polaco tras debutar atajando un penalti. Y parece que tiene opciones de arrebatar la titularidad al portero del Arsenal.
Ojalá le asaltaran idénticas dudas al bueno de Smuda sobre quién alinear en la zona media, a todas luces el principal punto débil de un combinado, por otra parte muy compacto, todo pundonor y con esbozos de buen juego cuando logra templar sus nervios. Lewandowski tendrá una oportunidad de oro para reivindicarse ante los ojos de toda Europa.
El sábado, checos y polacos compartirán e irradiarán entusiasmo por las calles de Wroclaw en la víspera del partido. Al término, posiblemente la fiesta terminará para unos y proseguirá para otros, o quizá no. No acabarán aquí seguro sus amistades, seguirán siendo vecinos bien avenidos, pero está claro que será cualquier cosa menos un partido amistoso.
* Joan Estrany es periodista, desplazado a Polonia.
– Fotos: Joan Estrany
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