"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Un equipo juega como juega su centro del campo. Es posible que la selección española haya cometido algunos errores en la forma de afrontar emocionalmente su primer partido del Mundial, que todavía esté pendiente de alcanzar su mejor estado físico o se haya dejado influir por el estado de euforia generalizado con que los medios informativos la han rodeado. Razones todas ellas que podrían explicar la primera derrota en versión de Luis Aragonés, quizás demasiado histriónico, exagerado o revanchista en sus manifestaciones. Pero de todo lo que dijo el anterior seleccionador mantengo con él coincidencia plena en un aspecto: sin cambiar el estilo de juego, Del Bosque ha modificado la forma de interpretarlo y ahora mismo hay una pieza en el centro del campo que chirría y esa pieza es Xabi Alonso.
Siento por el tolosarra una gran pasión y así lo he escrito profusamente en esta columna a lo largo del último año. Alonso ha sido la pieza esencial para que el Madrid realizara una Liga tremebunda y su ausencia resultó decisiva en la eliminación merengue de Champions. Xabi Alonso es quien le da sentido al juego del Madrid, que sin él apenas sería otra vez el viejo axioma portero-delantero centro en el que se ha movido el equipo blanco desde Ronaldo. Xabi es el auténtico líder de ese conjunto que apretó al Barça hasta el último día. Pero el encaje de este gran mediocentro con Busquets y Xavi Hernández no funciona. Ni lo hizo en los partidos de preparación ni en el del debut mundialista.
España ganó la Eurocopa con el siguiente esquema: un barrendero (Senna), un organizador-distribuidor (Xavi), dos volantes para asociarse, dar el último pase e incluso ejercer de falsos extremos (Iniesta y Silva, con Cazorla de recambio) y dos delanteros (Villa y Torres). La lesión del asturiano generó la entrada de Cesc como tercer volante, auténtico mediapunta y llegador al área rival. Así, España jugó al principio un 4-2-2-2 que en realidad era, más exactamente, un 4-1-1-2-2 y, tras lesionarse Villa, pasó al 4-1-1-3-1. Senna cortaba, cubría y cepillaba; Xavi recibía de Senna, combinaba con sus volantes en corto y entre los tres (o cuatro si estaba Cesc) mareaban al rival con velocidad y daban el pase decisivo. Ahora mismo este esquema se cortocircuita porque Busquets hace de barrendero, pero Xabi Alonso es un peldaño intermedio hasta Xavi Hernández que ralentiza todos las transiciones. La realidad es que Alonso no puede hacer de barrendero pues posee menor eficacia defensiva, de coberturas y velocidad que Busquets. El seleccionador debería tomar una decisión drástica y dura: que Xabi Alonso ocupara el mismo puesto que en la Eurocopa (el banquillo) para que el juego en el centro del campo vuelva a tener fluidez.
– Foto: Jerry Lampen (Reuters)
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