"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
Canales (EFE)
Tres en cuatro días: Gurpegui, Canales y Rossi. Ligamento cruzado anterior de la rodilla. No son los únicos. Antes cayeron Afellay, Vadillo y algunos más. Es una lesión inevitable en el fútbol (o en rugby, donde hubo dos similares en el Mundial), que puede tener causas multifactoriales y también mucho de azar.
Ha habido varias epidemias tristemente famosas: la del Barça en la temporada 2004-2005 o la de la Liga española en la 2006-2007. La barcelonista encadenó cuatro roturas de ligamento consecutivas: Motta, Edmilson, Gabri y Larsson. Cien teorías, mil explicaciones, pero ninguna certidumbre. Se acusó al entrenamiento, al césped, a la alimentación, a los tacos de las botas y a las máquinas vibradoras. Sin certidumbre ninguna de las acusaciones. En el consenso popular se acabó mirando a las máquinas vibradoras pese a que dos de los lesionados jamás las utilizaron.
Dos años más tarde cayeron 17 futbolistas de la Primera División española entre el 28 de julio y el 30 de noviembre de 2006: Valerón, Moratón, Gonzalo Rodríguez, Pires, David García, Marchena, Bodipo, Cicinho, Óscar López, Tiko, Maxi Rodríguez, Petrov, Albelda, Gavilán, Moretti, Nihat y Regueiro. Una sangría indescriptible: 17 roturas ligamentosas en cuatro meses. Lo nunca visto. Sin causas aparentes respecto de años anteriores ni posteriores. Cinco jugadores del Valencia, tres del Villarreal, diez clubes implicados, la mitad de los que componen la Liga.
Desde entonces, y aunque el césped, los tacos, los entrenamientos o el número de partidos no han variado de forma significativa, el número de lesiones jamás volvió a acercarse a lo de aquella pesadilla. Ahora, Canales, Gurpegui y Rossi, tres en cuatro días, nos recuerdan ese otoño infernal de 2006 o la epidemia barcelonista de 2004. Sin duda, siempre hay causas que expliquen parcialmente una lesión: algunas son concretas, otras genéricas y también las hay que son difusas. Pero lo que no podemos olvidar, en ningún caso, es que el fútbol posee un alto componente azaroso.
– La ‘caja negra’ de la epidemia de ligamentos cruzados (2006)
Gurpegui (EFE)
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