"Todo lo que no está creciendo está muriendo. Crecer significa aprender y transformarte cada vez en una mejor versión de ti mismo". Imanol Ibarrondo
Nadie puede poner en duda que el último Open de Australia ha dejado una huella imborrable en el mundo del tenis y, al mismo tiempo, instalado una gran injusticia. Pasara lo que pasara en el siguiente mes de competición, ninguna victoria, ningún acontecimiento podría igualarse a lo sucedido en Melbourne el pasado 29 de enero. A pesar de tal salvaje comparación, ha habido un hombre negado a tirar la toalla, implicado en los torneos consecuentes y poseedor del don de la oportunidad y de la determinación. Esperáis a Dimitrov, lo sé, pero del búlgaro ya hemos hablado en episodios anteriores. Hoy quiero detenerme en Jo-Wilfried Tsonga. Todo un clásico, alguien que lleva quemando zapatilla desde la temporada 2004 y que situábamos, desde hace tiempo, en un viejo cajón del trastero. Ya saben, entre las piezas de repuesto por si falla alguna principal. Pero el galo no se conforma con ser un actor secundario, no quiere colgar la raqueta dependiendo de fuerzas externas. El tiempo que le quede -según él, dos años, aunque ya veremos- lo gastará con los guantes puestos y el protector bien colocado. ‘En guardia‘, trasladado al lenguaje pugilístico.
Llevo jugando casi trece temporadas y sé que éste es el final. Me quedan un par de años por delante, ya sabía que esto no era para siempre. El objetivo sigue siendo alcanzar el top8 del ranking, es una zona donde uno se siente protegido sobre todo en los grandes torneos. Eso es importante. No importa si eres el 9º o si eres el 11º, lo que cambia es estar entre los ocho primeros
Una semana después de hacer saltar las alarmas con estas declaraciones, Jo-Wilfried Tsonga campeonaba bajo la cubierta de Rotterdam (el segundo ATP 500 de su carrera) y repetía el siguiente domingo en Marsella. Lo que viene llamándose un doblete, proeza que nunca antes había logrado. ¡¡Y el tío hablando de la retirada!! Nueve victorias consecutivas, cinco de ellas ante jugadores del top20 y el billete asegurado para regresar a la élite de la clasificación. Pero no una élite cualquiera, justo la que quería el de Le Mans. Decía el francés a principio del año que el objetivo era estar entre los ocho primeros, pues bien, esta semana ya luce como Nº7 del mundo. ¿Qué hacemos entonces con los nueves meses que restan?
No sabemos lo que pasará, lo que sí podemos es analizar lo ocurrido durante enero y febrero: cuartos de final en Doha, cuartos de final en el Open de Australia, semifinales en Montpellier, título en Rotterdam y título en Marsella. ¿Casualidad? Su triunfo en la exhibición de Caen en pretemporada (diciembre) parece indiciar que no. Recapitulando, dos trofeos de cinco torneos disputados con un balance de 17 victorias y tan solo tres derrotas (Berdych, Wawrinka y A.Zverev). Intenso, encendido pero extraño. ‘Jo’ cumplirá 32 años el próximo mes de abril y, por mucho que os pueda llegar a gustar su tenis, ni el mayor forofo del galo podía esperar esta respuesta en su decimocuarta temporada como profesional. Es solo el comienzo, pero cuesta recordar un inicio de Tsonga tan productivo y, sobre todo, tan regular. La explosividad del pupilo de Thierry Ascione siempre fue el principal artefacto a su favor, eso sí, con su correspondiente letargo tras una gran conquista. A veces pasábamos tanto tiempo sin tener noticias suyas que lo dábamos por muerto, hasta que en la semana menos pensada se volvía a mostrar incontrolable, recordándonos quién era. Para un mejor entendimiento véase el Masters 1000 de Canadá 2014, donde partiendo desde la 15ª posición de la clasificación salió a tumbar de manera ininterrumpida a Djokovic, Murray, Dimitrov y Federer. Por aquel entonces, todos ellos dentro del top10.
Imprevisible, como aquella final del Open de Australia que firmara en 2008 y a la que, muy a su pesar, no pudo dar continuidad. Sí, es cierto que todos estos años se ha juntado con los más grandes, que llegó a ser Nº5 del mundo en 2012 y que, de los tenistas en activo, solamente ocho cuentan con un palmarés más amplio que el suyo (Federer, Nadal, Djokovic, Murray, Ferrer, Del Potro, Wawrinka y Cilic). Sus 14 títulos le elevan hacia un lugar deseado por muchos, pero lejos del privilegio que la constancia y un mayor equilibrio le hubieran podido otorgar. Especialista en pistas indoor (diez coronas), enemigo número uno cada vez que compite en territorio patrio (siete trofeos en suelo francés) y un carisma indiscutible que forma parte de una generación frenada y condenada, día tras día, por la amenaza del BigFour. Tsonga, sin embargo, puede presumir de una estadística cercana al 27% de victorias en sus duelos ante los cuatro magníficos. No es un dato para tirar cohetes, pero cuántos quisieran contar al menos un triunfo ante ese grupo. Él pudo con los cuatro y en más de una ocasión.
Alí (Clay) dejo de ser Alí tras el castigo sufrido en su país debido a su rechazo a formar parte de la guerra. Luego volvió, ganó y nos emocionó como nunca, pero ya nunca sería aquel Alí que se adueñara del mundo en Miami capturando el título mundial de los pesos pesados con tan solo 22 años. Tsonga, aprovechado el símil, tampoco cuenta con el mismo ‘punch‘ que años atrás, pero todavía asusta. “Cuando juego a un buen nivel de tenis, incluso aunque mi rival esté jugando también a un buen nivel, tengo mis opciones. Lo más importante para mí es ser realmente consistente, jugar ante estos grandes jugadores continuamente para acostumbrarme a ello. Creo que tengo más madurez ahora y si jugara contra ellos más a menudo, sería capaz de hacerlo mejor de lo que lo he hecho en el pasado. Si logro ser más sólido, si soy capaz de jugar uno o dos años completos, creo que todavía puedo hacer algo grande”. Pensar en la retirada al mismo tiempo que recuperas tu mejor tenis es de genios, pero Tsonga lo es. Su estilo, su carácter, su humanidad y sus deseos se verán recompensados este mes de abril con el nacimiento de su primer hijo. Puede que no le veamos en Indian Wells, que le echemos de menos en Miami, pero no hay de qué preocuparse. Como bien nos muestra su carrera, después de una gran victoria siempre viene una pequeña desconexión… para luego añadir un gran regreso a la cadena. Un gancho que no esperas, que no duele, que olvidaste cómoencajar. “Float like a butterfly, sting like a bee“. Ese es Tsonga.
* Fernando Murciego es periodista.
Twitter: @fermurciego
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