A la hora de diseñar y estructurar una temporada deportiva podemos establecer y elegir diferentes modelos metodológicos que se adapten a los objetivos requeridos. El modelo de juego, la forma en que vamos a presentar todo el entramado de relaciones y acciones que van a definir nuestro juego, se irá estableciendo a medida que, de forma sistemática, vayamos desarrollando los contenidos que dan forma a nuestro proceso de trabajo, a nuestra metodología.
La distribución del desarrollo metodológico podemos llevarla a cabo en función de diferentes horizontes temporales, marcando el macrociclo, como la consideración de una temporada completa, el mesociclo, como subpartes del macrociclo, y el microciclo, (en fútbol generalmente lo asociamos a la semana laboral), como una subparte del mesociclo.
En cada microciclo iremos definiendo las jornadas de trabajo que componen la semana competitiva y dentro de la misma, es decir, de la sesión de entrenamiento, englobaremos los contenidos que vamos a desarrollar para preparar al equipo de cara a la competición.
Dentro de los contenidos enmarcamos la base sobre la que se fundamenta absolutamente nuestro proceso de trabajo considerado como un todo: “El Ejercicio”.
Como estamos hablando de fútbol, en nuestras sesiones de entrenamiento hablaremos de aquellos ejercicios, de aquellas tareas que entrenen fútbol. Como entendemos que el modelo de juego engloba las diferentes partes en las que desglosamos el fútbol, nuestros ejercicios también, sin disociarlos de ninguna manera.
A la hora de analizar el modelo de juego, valoramos las parcelas específicas y las parcelas genéricas. En concreto, definimos los contenidos técnicos y tácticos que dan forma al estilo de juego, pero a la vez, establecemos los parámetros y variables condicionales (de preparación física) y psicológicos que afectan y redundan en el juego. Partiendo de la base de que consideramos el juego como algo estructural e integrado, vamos a definir diferentes tipos de ejercicios, refiriéndonos al contenido específico del juego, en el que indisolublemente va aparejado el contenido genérico.
Partiendo de estas premisas, consideraremos los siguientes:
1.- Ejercicios de carácter específico
Son aquellos que contienen en sí mismos una estructura y un contenido que representan la propia integridad del juego, conduciendo a los jugadores y al propio equipo a una forma específica de jugar, es decir, de leer, entender y responder a las situaciones de juego (Jorge Castelo).
Entendemos que el ejercicio específico de fútbol es una unidad de programación, una construcción de situaciones hipotéticas y operativas que preparan al jugador y al equipo en aras a la consecución de un objetivo preciso: “el modelo de juego a desarrollar”.
Partiendo de las hipótesis del profesor Jorge Castelo, cada equipo ha de desarrollar sus propios ejercicios específicos para definir y dar forma a su propio modelo de juego. Como no hay dos modelos de juego iguales, aunque puedan parecerse, cada equipo ha de establecer sus propios ejercicios específicos, estableciendo su propios condicionantes para la evolución de los mismos y que estos sean asimilables por los protagonistas del juego. Estos condicionantes pueden ser de diferente clase, bien en tiempo de ejecución, en ocupación de espacios, en direccionalidad, en desequilibrios o equilibrios numéricos, etc. Además han de guardar en cada uno de ellos, los elementos que configuran la consideración del juego, en este caso el fútbol, como un todo estructurado, por lo que se deberán contemplar aspectos relacionados con la estructura condicional, la estructura coordinativa, la socio-afectiva, emocional, expresivo-creativa e incluso mental, (en la que podríamos incluir aspectos relacionados con el estress competitivo, la presión ambiental simulada, o aspectos relativos como la afectación nerviosa ante determinadas situaciones puntuales, ejemplo: tolerancia cero al error, condicionando las respuestas afectivas a la consecución de objetivos puntuales o respondiendo de una manera determinada al desacierto puntual).
Considerando todos los aspectos específicos del juego extrapolados al ejercicio, vemos que ni todos los ejercicios son iguales, ni pueden aplicarse a cualquier realidad, ni provocan los mismos efectos, ni se pueden manifestar en los mismos contextos. De ahí que copiar ejercicios exitosos de otros equipos igualmente bendecidos por el éxito sería una práctica inadecuada, ya que dichos ejercicios estarían diseñados para una realidad determinada, con unos objetivos destinados a un modelo de juego a desarrollar por jugadores concretos que difieren de los que participan en nuestro equipo.
La elección correcta de los ejercicios específicos definirá no sólo los modelos de juego, sino que definirá la elección de las distintas relaciones que se establecen entre los jugadores, marcando de forma clara las sinergias puntuales que nacen de las relaciones en el terreno de juego de futbolístas determinados y sus efectos sobre el juego general del equipo. De esta forma, vemos que no sólo se consideran los aspectos técnicos y tácticos del juego o su intensidad definida en términos condicionales, sino que las condicionantes estructurales que pongamos a cada ejercicio, determinan las diferentes relaciones y tomas de decisiones que han de abordar los jugadores a la hora de plasmar el juego del equipo en el campo de fútbol. Las consecuencias en términos de rendimiento serán distintas en función de quienes participen y cómo se relacionen a lo largo de la ejecución del ejercicio, lo que nos permitirá elegir, no a los mejores jugadores, sino a los jugadores que mejor combinen para generar las mejores sinergias y por ende el mejor rendimiento transferido desde el campo de entrenamiento al estadio.
Pero a lo largo de todo un período de competición, no todo va a ser específico y concreto para la dinamización y mejora de nuestro modelo de juego. Conjuntamente con los ejercicios específicos y en consonancia con la propia dinámica de la competición, las situaciones ambientales y los propios estados de ánimo puntnales, se elegirán en diferentes sesiones de entrenamiento, otro tipo de ejercicos que ayuden a potenciar y asimilar los proceso complejos de entendimiento del juego.
2.- Ejercicios de carácter recreacional o de distensión emocional
Nos estaremos refiriendo a juegos y actividades sin un objetivo concreto para la mejora de nuestro modelo de juego, pero que serviría para establecer pautas competitivas dentro de un ambiente distendido para facilitar la convivencia, las relaciones y además flexibilizar los condicionantes que afectan a la parte relacional. Juegos que habría que diseñar teniendo en cuenta el momento en el que se van a desarrollar, los efectos que van a provocar y sobre todo, como van a incidir a posteriori en el comportamiento y enfoque de la parte específica y concreta de la planificación semanal.
Los juegos lúdicos ayudan a suavizar la tensión y asimilación propia de un deporte con una carga emotiva y de contenidos complejos que a veces saturan cognitivamente a los jugadores y condicionan de forma negativa el desarrollo eficaz de la implementación del modelo de juego.
3.- Ejercicios descontextualizados
En este caso, estaríamos hablando de ejercicios de fútbol desarrollados lejos del contexto real que el jugador se va a encontrar en la competición. Nos referimos a ejercicios sesgados, fuera de la dinámica general del juego de fútbol, en los que se usan aspectos concretos del juego, fuera de un contexto de competición y alejado de componentes específicos de carácter estructural, atacar y defender, que marcan la pauta general del juego.
Los ejercicios desarrollados fuera del contacto competitivo sirven para la mejora de ejecuciones técnicas, para el desarrollo de automatismos tácticos concretos, tanto desde una perspectiva ofensiva como defensiva, o simplemente para dinamizar acciones que posteriormente se podrían incluir en las tareas de carácter específico.
Ejemplos de este tipo de ejercicios serían los juegos de posesión no direccionados, es decir, no dirigimos el juego hacia una portería o lugar específico para alcanzar una meta, el gol, por ejemplo, sino que ponderaríamos simplemente el mantenimiento de una posesión.
Otro ejemplo serían acciones combinativas direccionadas, ejecutadas por un mínimo de efectivos alejados de la realidad del juego, etc.
Finalmente podríamos hablar de un tipo de ejercicios diferentes, enmarcados dentro de un orden metodológico concreto para objetivos muy concretos.
4.- Ejercicios en circuitos
Dentro de la organización de este tipo de ejercicios, la tarea podría dirigirse a aspectos concretos, lo cual nos permitiría combinar condiciones a desarrollar, así, podríamos definir:
– Circuitos para la mejora técnica y su ejecución en tiempos definidos.
– Circuitos para la mejora condicional aderezada con ejecuciones técnicas básicas.
– Circuitos técnico- tácticos.
– Circuítos técnico-lúdicos, etc.
Al igual que los ejercicios anteriores, han de ser temporalizados dentro de la sesión semanal, de forma que se adapten al desarrollo general de contenidos con el objetivo de preparar al equipo para la competición, de ahi que la elección de cuándo ejecutar estos ejercicios a lo largo de la semana sea importante, ya que no deben condicionar en tiempo y forma, la consecución de objetivos establecidos para ese microciclo.
La definición del circuito y sus objetivos estará establecida en base a la imaginación, pautas y objetivos establecidos por el cuadro técnico.
Como vemos, la combinación de diferentes tipos de ejercicios, da lugar a la base sobre la que se asienta toda una planificación temporal y estratégica de un equipo de fútbol. La elección de los diferentes espacios temporales y la concreción de subobjetivos más específicos ayudará a flexibilizar el desarrollo de la planificación general, adaptándola a los múltiples condicionantes que se manifiestan a lo largo de los diferentes períodos por los que se pasa en toda una temporada.
El ejercicio, considerado como la base del programa general irá definiendo poco a poco nuestro estilo de dirección, nuestra forma de abordar las diferentes maneras de desarrollar nuestra profesión de entrenadores y nos permitirá diferenciarnos del resto de compañeros, estableciendo un sello propio que se verá acrecentado por nuestra capacidad de adaptación al grupo que hemos tenido el privilegio y la suerte de dirigir.
La originalidad de nuestros contenidos se unirá a la idoneidad de nuestras propuestas para ir diseñando nuestro camino hacia el éxito, condicionado por todos los factores que de verdad inciden en todo lo que lleve implícito las relaciones humanas.
* Álex Couto es entrenador. Licenciado en Economía y Empresariales y Máster Profesional en fútbol.
– Fotos: www.jugadoreslibres.com.ar – EFE
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