Hace ya unas semanas que tuve el placer de entrevistar durante casi dos horas a Javier Piles acerca de toda su trayectoria profesional y sus planes de futuro. A lo largo de aquella mañana pudimos hablar de varios temas, siendo su relación con David Ferrer el epicentro de todos los frentes. Cuando llegamos al episodio de la ruptura, le dije lo siguiente. “Han pasado tres años y el mundo del tenis todavía sigue en shock, no logramos entender los motivos de aquel desenlace, es como si Rafa Nadal lo dejara esta misma tarde con Toni Nadal“. Quince días después, me ha tocado rescatar el inesperado vaticinio. No ocurrió aquella tarde, pero sí el sábado pasado. La bomba, cargada de incertidumbre, nos la sueltan desde Italia a través de una entrevista con mensajes malinterpretados pero con una idea auténtica, un mensaje real. A partir de 2018, tío Toni ya no seguirá viajando con su sobrino por el circuito, ya no será su distinguido entrenador, ya no estará apoyando a Rafa en la pista, escondido bajo esa rutilante gorra de Iberostar. Ya no, aunque todavía sí. Por delante restan casi diez meses para que el dueto más exitoso de la historia del tenis cierren su historia de la mejor manera posible. Una historia que, como ellos dicen, ya está escrita, pero que amenaza con añadir algún renglón extra como regalo.
Cuando viajo a Australia ya tenía decidido dejarlo. Cuando me voy de Melbourne no se lo digo a Rafael, pero me despido de toda la gente porque sabía que sería la última vez que iría allí. Llevo años pensando lo que me cuesta, diciéndoselo a mi mujer. Precisamente le conté a ella mi decisión. Tengo la posibilidad de estar en la academia, que me hace ilusión y Rafael está perfectamente atendido por Carlos Moyà. Voy meditando las cosas y entiendo que es buen momento, sé la edad que tengo, los años que llevo dando vueltas por el mundo y la tensión que me produce la competición. Me voy, pero no le hago ninguna trastada a mi sobrino, además me voy a dar el gustazo de estar un año más viajando por el circuito. No hay que buscarle lecturas ocultas. Si en lugar de haber sido mi sobrino hubiese estado con otro, probablemente se habría terminado mucho antes
Tuvieron que pasar cerca de cuatro días hasta que Toni Nadal por fin atendió a medios españoles y rectificar alguna que otra declaración -la ocasión y consecuencias lo merecían- sin dejar de afirmar que, en esencia, todo era cierto. Todavía hubo alguno que pese a oírlo de su boca no acabó de reaccionar. Claro, ¿cómo imaginar algo que nunca pasó? Sabemos lo que ha sido Rafa desde que trabaja con Toni pero, ¿y antes? Muy sencillo: no hubo un antes. Desde pequeño estuvo siempre rodeado de grandes profesionales como Jofre Porta o Toni Colom, pero siempre cobijado y respaldado por el núcleo más fuerte: la familia. De la cual saldría Toni, su tío, el hombre que le inyectó, desde una edad muy temprana, los instrumentos necesarios para convertirse en profesional. Para Toni, el revés, la volea o el servicio podían esperar; antes de todo eso, había que cimentar otras cuestiones. Hablamos, por supuesto, de los valores. La constancia, el respeto, la humildad, el sacrificio, el amor por lo que uno hace, sea cual sea el resultado. Solo cuando todo esto estuviera asimilado podrían entonces pasar a trabajar el resto de materias.
Con Rafael sólo me he limitado a aplicar una filosofía de vida aplicada a un chico que presenta unas condiciones innatas para jugar al tenis. No hay sistemas ni lecciones que dar a nadie. Desde muy pequeño siempre le he exigido trabajo y nunca he sobre dimensionado ningún éxito por grande que fuese. Y así es como se superan los problemas y se sigue adelante. ¿Cómo? Pues siguiendo adelante. No hay más, esta es la única fórmula. Son tres pasos: aceptar que hay que estar mal, no sentir compasión por uno mismo y seguir trabajando
Chocante pero, visto el resultado, no les ha ido mal. En su viaje nos han regalado 17 temporadas en la élite, trece de ellas entre los diez mejores del mundo. De su vitrina cuelgan más copas que en muchos bares de este país, su imagen es proyectada al mundo entero como un ejemplo de deportista y profesionalidad, además de haberse ganado el cariño de cualquier aficionado y el respeto de cualquier rival. Modélico desde el primer segundo del día, aunque siempre rechazando y alejado de esa perfección que algunos le intentan adjudicar. Para muchos -la gran mayoría-, Rafa siempre será el mejor deportista español de la historia. Para Toni, entre otras muchas cosas, un sueño hecho realidad. La emoción de ver a un chico partir de cero hasta llegar a lo más alto sin pagar el precio de la fama, en parte gracias a su gestión. La exigencia del circuito y las debilidades humanas sí le obligaron a pagar el peaje de las lesiones, pero ahí también estuvo Toni, el primero de la fila en las duras y en las maduras. Momentos en los que ‘tu jugador’ pasa a ser algo más que eso. Situaciones donde es ‘tu sobrino’ el que sufre, alguien con el que has pasado más horas de vuelo que con tus propios hijos. Sin embargo, eso no provocó que se ablandara ante la adversidad, quizá todo lo contrario. Porque solamente había una persona más interesada en que Rafa ganara, su propio tío. Para ello, inevitablemente, habría que padecer en determinadas circunstancia, convivir en tiempos revueltos, incluso discutir si hiciera falta (aquella mítica conversación tras superar la segunda ronda del US Open 2010), pero era un mal trago que ambos estaban dispuestos a aceptar.
Siempre he sido muy crítico con mi sobrino, es mejor exagerar la crítica que aligerarla. Nunca acepté excusas a Rafael para justificar sus derrotas. Lo que marca la diferencia es el trabajo duro, el que se crea mejor por ganar algo es un estúpido. Soy su tío, y eso es determinante. Se ha educado así toda la vida, y le pareció bien. Si a un niño, porque triunfe, le das carta blanca a los 17 años, lo normal es que a los 24 sea un imbécil. No es el caso de Rafael, ya no hay que decirle qué debe hacer
Afortunadamente hay personas que entienden el valor e importancia de una buena educación. No se rían, hay políticos que todavía lo desconocen. La de Rafa, en concreto, se cuidó hasta el más mínimo detalle, compaginando la labor de sus padres en el hogar y la de su tío enfocada, en última instancia, hacia el campo de la alta competición. ¿Pero qué es el tenis más que una forma de vida? Dime cómo juegas y te diré cómo eres. Algo más reservado fuera de la pista, pero igual de ambicioso y carismático que en ella. En el recuerdo quedarán miles de anécdotas entre Toni y Rafa, tanto las vividas en las canchas más recónditas de Manacor como las que acontecieran en las pistas principales de los cuatro Grand Slams. Historias como las del ‘Mago Natali‘ y de cómo la inocencia de un niño dio lugar al sobrino más orgulloso del mundo, ¡su tío era capaz de hacerlo invisible! O la de cómo un simple discurso fue capaz de reactivar un motor desfasado en la final del Open de Australia 2009. “Si hubiese un francotirador y te dijera que si te paras, te dispara, ¿correrías?“. De nuevo el factor mental apartando a golpetazos cualquier asunto técnico o táctico. De eso se encargó tío Toni desde la base, de fabricar un argumento en Rafael con el que poder librar batallas por encima de sus rivales. Convertir la fragilidad del oponente en una poderosa ventaja para ellos. Porque el talento, como bien ha quedado demostrado, no lo tiene quien posea la derecha más estética, sino el que es capaz de hacer frente a los diferentes temporales que el vestuario te propone cada día.
El mayor talento es la capacidad de aprender; muchos jugadores con un gran talento natural no llegaron ni de lejos a lo que apuntaban porque no fueron capaces de trabajar duro para mejorar cada día. Nunca he seguido un manual, me he guiado por el sentido común, la lógica y la estadística. Creo en el trabajo diario y en la implicación constante. Mi sobrino ha sido capaz de llegar tan alto y de sobreponerse a tantas vicisitudes deportivas como físicas por la manera que tiene de trabajar. Se acostumbró a luchar por cada bola y por cada punto en los entrenamientos. La capacidad de aguante es lo que más le ha hecho ganar partidos. Es el jugador que más torneos ha ganado jugando mal porque él esta siempre dispuesto a dar algo más
Toni Nadal se bajará del barco a finales de año pero se mantiene en la tripulación. A su espalda deja un jugador realizado y con las arcas llenas de prestigio. Pero, ¿y él? ¿Qué consideración se merece? Porque los -hasta ahora- 14 Grand Slam de Rafa son tanto de uno como de otro. ¿Qué entrenador ganó tanto como Toni? ¿Quién fue capaz de firmarlo con un único jugador? Desde la época más infantil hasta la estación más veterana. ‘Natali‘ lo hizo. Supo cómo aplacar a su sobrino en la victoria y cómo incentivarlo en la derrota. Esa es la fórmula del buen entrenador, en el deporte que sea, aunque no todos se atreven a aplicarla. Algo que multiplica su dificultad si quien está en la palestra lleva tu sangre. Pese a ello, hubo algunos que intentaron machacarlo en la época de menor rendimiento, cuando el cambio de entrenador parecía la única y última solución. Ahora, con Moyá en el banco pero también con él, Rafa arranca 2017 con una nueva final de Grand Slam, la número 21 de su carrera. La decisión ya estaba tomada, pero este resultado la reafirmaba, era la señal de que ya no quedaba nada por demostrar. Toni seguirá siendo clave en la distancia, aconsejando y aportando en menor medida, pero siempre disponible para una penúltima aventura. Su reto será encontrar en la Academia a un nuevo Rafa, aun sabiendo que es imposible; mientras tanto, con el rabillo del ojo, seguirá los pasos del original, el que él mismo construyó. No importa los kilómetros que les separen, cada paso de Rafa representará un paso de Toni, de su firma y de su huella. De su obra.
* Fernando Murciego es periodista.
Twitter: @fermurciego
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