"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
No es ajeno el rugby a esa tendencia al resultado inmediato y el análisis a corto plazo que se da en casi todos los deportes y todos los ámbitos de la vida cotidiana. El rugby no es una excepción por mucha literatura fantástica que se cree a su alrededor intentando convertirlo en la reserva moral de occidente o aquel deporte primigenio en el cual se podrá encontrar al casto entre los puros.
Sirva esta introducción filosófica para ponernos en antecedentes sobre lo acontecido en la primera fecha de partidos internacionales de la ventana de junio:
En un solo día hemos podido ver la enésima crisis -de 60 minutos de duración- de los All Blacks, el eterno retorno al rugby expansivo de Gales -también durante 60 minutos- hasta que los neozelandeses decidieron zanjar su crisis por las bravas (consiguiendo tres ensayos en los últimos 20 minutos y dejando al equipo de Warren Gatland sin saber de donde habían salido tantas vías de agua de repente) llevando a Kieran Read a la siguiente reflexión:
“We were probably inaccurate early so we couldn’t do that but we are an 80-minute team and, as alluded to, our bench are able to come on and lift our team. It’s a tempo we can play with and obviously it tests your bodies and your skills. We can get better but it is heading in the right direction”.
“Somos un equipo de 80 minutos”. 80 minutos que son, curiosamente, los que dura un partido de rugby… Menudas perogrulladas dicen algunos. O no…
La victoria de Inglaterra sobre Australia fue una suerte de bálsamo de fierabrás que sirvió para curar todos los males del XV de la Rosa. Qué lejano parece ahora aquel Mundial 2015 en el que Australia y Gales eliminaron a los ingleses en la fase de grupos. Siete partidos y siete victorias en 2016 con Eddie Jones al frente del equipo, un escenario idílico para los resultadistas una vez consumada la supuesta venganza contra Australia. Los Wallabies, al igual que las demás selecciones del hemisferio sur, no habían jugado después del Mundial y Michael Cheika, a diferencia de Eddie Jones, ha aprovechado estos primeros test para probar nuevos jugadores y soluciones de cara al Rugby Championship. Hay un contexto más allá de los resultados, pero lo único realmente importante es que Inglaterra ganó a Australia un partido amistoso ¿no?
Detengámonos un momento en este punto: pese a toda la parafernalia y la retórica que las rodea, las giras de junio de las selecciones europeas por el hemisferio sur y las giras de noviembre en sentido contrario no son partidos correspondientes a ninguna competición o torneo, ergo son -en ese sentido concreto- partidos amistosos (igual que en cualquier otro deporte, insistimos sobre ello).
Mayor carga épica, si cabe, tuvo la victoria de Irlanda sobre Sudáfrica. Nunca había ganado el XV del Trebol a los Springboks en su país y por encima lo hicieron jugando en inferioridad numérica durante 60 minutos. Una gesta por partida doble. La prensa sudafricana, muy dada a hacer leña del árbol caído, ha atacado duramente al equipo por el resultado y por el juego mostrado durante el partido. Están en todo su derecho -por supuesto- pero conviene contextualizar un poco la situación actual de los Springboks: se estrenaba Allister Coetzee como seleccionador y lo hacía acompañado de muchos jugadores con poca -o ninguna- experiencia internacional y ante un rival -que pese a las múltiples bajas- es un bloque perfectamente asentado y reconocible. No sirve para justificar, en ningún caso, el fondo y la forma de la derrota, pero se vuelve a demostrar la urgencia y el contexto en el que se realizan muchos análisis.
¿Camufla la victoria ante Sudáfrica la crisis del modelo del rugby irlandés?
¿Sirve la victoria de Inglaterra sobre Australia para resarcirse del fracaso mundialista?
¿Son los neozelandeses los únicos que saben que los partidos los gana el equipo que más puntos suma en el minuto 80 y no en el 40 o en el 60?
La próxima semana, según los resultados que se den en la segunda jornada, tendremos unos nuevos análisis tan inmediatos y profundos como los de estos días. Ya se sabe que lo importante es ganar y que los resultados son los únicos argumentos válidos para dar y quitar razones. O no…
Se ha hecho mayor hincapié en las cuestiones vinculadas a las cuatro cifras correspondientes al resultado de los partidos que a profundizar sobre cuestiones tan baladíes como que:
Nueva Zelanda estrenaba flanker abierto, apertura y pareja de centros, que Liam Williams daba un paso al frente como dinamizador del juego de ataque de Gales, que dar patadas sin criterio no es sinónimo de jugar con el pie, que Australia no tiene un octavo en condiciones de jugar al máximo nivel y que Israel Folau necesita todo el espacio disponible para poder desequilibrar, que Inglaterra sigue sin jugar con 6 y 7 porque forma con dos 6,5, que Sudáfrica no tiene ningún ala que ofrezca un mínimo de confianza, que Jared Payne ha vuelto a demostrar que por mucho empeño que ponga siempre rendirá más como 15 que como 13…
Estas, y muchas otras, son las conclusiones que ha dejado la primera jornada de los Test Matches. El resto son, simplemente, resultados descontextualizados.
* Javier Señaris es analista de rugby.
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– Foto: Getty Images
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