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La inteligencia de un jugador no se mide por su capacidad de actuación dentro del terreno de juego, sino por la aptitud a la hora de leer el mismo. Siendo el mayor o menor grado de acierto una mera cuestón de estado de ánimo, forma física o rendimiento puntual, lo verdaderamente diferencial en la figura de un futbolista reside en el factor conceptual y cognitivo. Por ello, es sorprendente contemplar a un delantero jugar en posiciones retrasadas, con campo por delante y la visión del terreno de juego amplia. Así, Wayne Rooney disputó la final de la FA Cup como interior izquierda, actuando en una línea de tres que en fase ofensiva se convertía en catalizador absoluto y perenne tanto de la circulación de balón como de la canalización de la fluidez en el mismo. De tal manera lo dispuso Louis van Gaal y, a tal efecto, el inglés realizó una actuación extremadamente notable. No en vano hablamos del máximo goleador histórico de la selección inglesa.
Como era de esperar, Carrick fue el mediocentro posicional, la pieza más cercana a los defensas. Siendo su figura la responsable de realizar la primera fase de creación de juego a partir del esférico, fue recurrente vislumbrar a Rooney cerca del círculo central. Ubicado a la izquierda de Carrick, el ’10’ estuvo en permanente contacto con el balón. De hecho, llegó a enviar más que su compañero, alcanzado la cifra de 100 pases. El acierto en los mismos, además, tan elevado como positivo, se postuló como un argumento sólido sobre el cual sostener la decisión tomada. Conjuntamente, no fue establecida por la carencia de centrocampistas en la plantilla, lo cual le aporta más importancia aún.
En todo momento fue habitual vislumbrar a Fellaini en posiciones más adelantadas. Con los papeles cambiados, si bien las funciones realizadas por Rooney no le son exigibles al belga, ya que sus cualidades son otras bien distintas. Y consciente de ello el entrenador holandés, el recurso de Fellaini cerca del área rival para maximizar las oportunidades aéreas tornó en evidente. Ya se vio en más ocasiones a lo largo de esta temporada y, de hecho, actuando detrás del delantero fue donde tuvo más impacto el rendimiento individual de Fellaini en el Everton. Rooney, por su parte, jugó la totalidad del encuentro viendo la posición de sus compañeros ofensivos. Eso no ocurría cuando actuaba de delantero o segundo punta, enrocando su figura en la del pasador que habilitaba jugadas a la espalda de los centrocampistas o, en el mejor de los casos, de los defensas.
Hasta el momento sí se consideraba a Rooney un jugador con un gran desplazamiento en largo. Pero lo emocionante de su actuación en la cita copera se ubicó en su aptitud para llevar el peso del juego de su equipo. Decidiendo la dirección del balón, realizando tackles en faceta defensiva, aportando clarividencia en la circulación del esférico y, también, atrayendo marcas rivales cuando su ubicación espacial pivotaba cerca del área rival. El mapa de calor pinta la totalidad de la zona central-izquierda del terreno de juego, con muchísima más presencia en territorio ajeno que propio. Omnipresencia, por tanto, en el tránsito y en el despliegue.
Con debate en torno a su figura sobre la idoneidad de su inclusión en la lista de Roy Hodgson para la Eurocopa, ahora se establece otro. Esto es: en qué posición ha de ubicarse al capitán. “Creo que Rooney va a empezar en un rol más profundo en el centro del campo de Inglaterra”, dijo Chris Waddle en ‘BBC Radio’ durante el encuentro. Para nadie ha pasado desapercibido el partido de Rooney y, título mediante, su presencia en el colectivo torna más decisiva todavía, habiéndose producido tal exhibición en Wembley. Bajo el foco de toda la opinión pública británica.
* Carlos Álvarez Villacé.
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