"Cada acto de aprendizaje consciente requiere la voluntad de sufrir una lesión en la propia autoestima". Thomas Szasz
El 6 Naciones es un torneo demasiado corto como para poder hacer grandes análisis respecto a su posible desarrollo; 5 jornadas en las que son los pequeños detalles los que marcan la diferencia final entre el éxito o una participación discreta.
Todo lo relativo al 6 Naciones 2016 está directamente vinculado a los resultados obtenidos por las diferentes selecciones en el Mundial 2015; Gales y Escocia son los equipos que más reforzados salieron de la gran cita, Irlanda volvió a demostrar cuál es su techo en un Mundial, Inglaterra y Francia fueron los dos grandes damnificados e Italia demostró que ni está ni se la espera en un futuro próximo.
Con estas premisas afrontaremos un torneo en el cual predominarán las dudas sobre el rendimiento de 5 equipos; Inglaterra estrena etapa con Eddie Jones al frente (el primer seleccionador extranjero de la historia del XV de la Rosa) y con la impresión generalizada de que su revolución lenta tiene como objetivo la cita de Japón 2019. Los grandes movimientos de jugadores comenzarán en la gira de junio por el hemisferio sur y se transmite la sensación de que este 6 Naciones servirá para sentenciar a aquellos jugadores cuya presencia no resulte del agrado del entrenador australiano.
El otro gran protagonista de este torneo es Guy Novès; es de sobra conocida la trayectoria del histórico entrenador de Stade Toulousain. Hay muchos tópicos circulando sobre el tipo de juego que querrá instaurar en el XV del Gallo pero, a cambio, se habla muy poco del estilo pragmático que el equipo de la Ville Rose ha desarrollado sobre el campo en los últimos años. Lo hemos dicho en ocasiones anteriores, el juego -y los jugadores- de Francia vienen condicionados por las virtudes y defectos del Top 14 como competición. La mayoría de los equipos son, eminentemente, resultadistas, no surgen jugadores diferenciales y en caso de duda se apuesta por jugadores extranjeros para cubrir los puestos clave en los equipos.
Gales e Irlanda representan las dos opciones más consolidadas y continuistas; Warren Gatland salió reforzado del Mundial después de conseguir eliminar a Inglaterra y eso le ha allanado el camino que le llevará al Mundial 2019 al frente del XV del Dragón. Todo gira en Gales alrededor del excelente momento de forma de Dan Biggar y al superlativo desempeño de Alun Wyn Jones. En un torneo tan igualado como este, son argumentos suficientes como para presentar la candidatura de Gales al título. Seguiremos viendo a ese equipo galés previsible en su desempeño sobre el campo; la supuesta aceleración del ritmo y la práctica de un rugby expansivo parecen muy alejadas de la poca facilidad de Gatland para cambiar de ideas sobre algo que ya funciona de forma automática.
Irlanda defiende su título y amenaza con lograr un triplete nunca antes conocido (en solitario). Los argumentos son de sobra conocidos: el desempeño de una delantera en la que Sean O’Brien comparte con Alun Wyn Jones el rol de jugador más determinante del rugby europeo y unos backs que no por conocidos y previsibles dejan de ser diferenciales en cuanto a su rendimiento. El problema de Irlanda procede de la sobreexposición de muchos de sus jugadores; el desgaste físico y las constantes lesiones llevan a mantener ciertas dudas respecto a su posible rendimiento, las provincias irlandesas han tenido un desempeño muy discreto en las competiciones europeas de clubes de esta temporada y puede haber sido un adelanto de algunas debilidades que vayamos a ver en el 6 Naciones.
En las próximas semanas veremos el primer equipo de Escocia con la firma clara de Vern Cotter; hasta ahora el neozelandés había introducido pequeños matices sobre el equipo base de Gregor Townsend en Glasgow. El equilibrio, paradigma del trabajo de Cotter en sus equipos, llega de la mano de los jugadores de Edinburgh cuyo estilo de juego tiene muchos más matices y variedad de recursos que el de los Warriors. Será ahí donde se cimiente el papel de Escocia como posible juez del torneo, candidatos a estropear algunas candidaturas al título.
Poco o nada nuevo se puede decir de Italia, veremos a los mismos jugadores de siempre -los veteranos- haciendo lo mismo que han hecho siempre y sin ninguna ayuda ni relevo de calidad en el horizonte. Hablar a estas alturas sobre Brunel, Parisse o Castrogiovanni resulta tan obvio como poco útil. La travesía del desierto para Italia pasa por dedicarse a intentar captar jugadores sudafricanos para nacionalizarlos e intentar construir un equipo a partir de ahí. Ingrata y titánica tarea.
* Javier Señarís es analista de rugby.
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